Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
25-9-2025
¡Racismo: tara abominable!
https://senaldealerta.pe/racismo-tara-abominable/
El
racismo, esa supuesta categoría inferior a que son arrojados los que reciben la
insultante carga, es patrimonio inferior, para nada superioridad y en cambio sí
protagoniza en Perú momentos dramáticos de una estructura social basada en el
color de la piel.
Desde hace la friolera de 204
años, el racismo, esa tara que practican anormales y mediocres sin excusas,
signa una de las peores taras sociales en que se expide nuestra historia.
Desconocer el asunto es pusilanimidad monda y lironda.
Los alfiles del racismo merecen
el más categórico desprecio. La gente no vale por el color de la piel u ojos,
apellido, lugar de vivienda o montos localizables en sus cuentas bancarias. ¡De
ninguna manera!
Pocos días atrás, Alejandra
Argumedo, se expidió en términos insultantes, racistas y condenables bajo
cualquier punto de vista, en un vehículo público. Ya ha sido denunciada y
confiamos que su falta sea castigada con las leyes más severas.
El racista presume, como
signo diferenciador y exclusivista de los vehículos que conduce o asociaciones
a que pertenece. No son pocos los patanes y desequilibrados sin mesura que
fundamentan su “escalafón” en esta clase de “méritos”.
El daño protervo que hicieron
el racismo y sus esbirros es de tal magnitud que gruesos sectores populares
“asimilaron” que tal comportamiento era parte de su pesada cruz irreversible y
sin compostura.
Para no pocos, la acumulación
de dinero, abría las compuertas del “blanqueamiento” (color blanco equivalente
a “decencia” y clase social alta) y a eso apuntaban. Olvidando que para otros
aquello significaba oportunismo mondo y lirondo.
Si el imperialismo racista de
que fueron grandes protagonistas activos los nazis, hubiera triunfado, los
latinoamericanos, llamados inferiores por esos fanáticos atroces, no
existiríamos o nuestra posición sería de absoluta inferioridad y completa
desesperanza.
Releyendo el texto del
abogado Iván Oré Chávez, del 9-9-2006, bajo el título El racismo de la oligarquía: faceta fascista, encuentro afirmaciones que bien vale la pena
reivindicar:
“Sabido es que
la colonia fue profundamente racista, dividió la sociedad en estamentos de
blancos (españoles y criollos) indios, negros y las castas (las mestizos
resultantes de estos estamentos). Dentro de estos había aculturados,
miembros no pertenecientes a la casta blanca que intentaban ser como ellos,
aunque sólo alcanzaran desprecios unidos a carguitos que se les daba en premio
a su sumisión, lo cual se traducía en su esfuerzo en incorporarse a la
civilización.”
Testimonios
públicos revelan que la tara estupidizante del racismo anida en “estrellas” de
la televisión a quienes hay que oír sus muy “cultas” sentencias.
Un secretario político
negro de un, otrora, partido político muy popular, se quejaba humorísticamente
de la discriminación en sus filas: “a ustedes los blancos, los juzga la
historia; a nosotros, la Secretaría de Disciplina”.
Puntualiza
subrayando Oré Chávez:
“Pero la casta
tuvo que organizarse políticamente, entonces nació el civilismo, que en verdad
surgió gracias al racismo que hacía a muchos aculturados
auto-despreciarse en beneficio de la casta oligárquica.
Toda la juventud
estudiosa, en Lima, era civilista y rechazaba al militarismo corrupto y
opresor, pero, al mismo tiempo, era racista. El profesor de griego de Carrión,
en Guadalupe, por ejemplo, escribió en su Diccionario de Peruanismos, al
definir el vocablo Cholo: Una de las muchas castas que infestan el Perú…
seguida de una larga disquisición sobre las características sociológicas
denigrantes, según dicho autor, de la casta que “infesta” nuestro país. En el
salón de clases, con seguridad, ese entonces joven nieto de Hipólito Unánue e
hijo de un patriarca de ascendencia española como Mateo Paz Soldán, vio sentado
a su alumno cholo Carrión, que hablaba con acento serrano y que tenía graves
dificultades, seguramente, en pronunciar el griego. (Uriel García-Cáceres,
Historia de
“…. el racismo asolapado de un
grupo que aún mantiene ese germen fascista, el cual los peruanos debemos cuidar
no vuelva a surgir en nuestro país. Y no lo haremos siendo racistas con ellos
mismos, pues el racismo es un prejuicio estúpido sin sentido. La oligarquía
necesita del racismo (sea del quechua-aymara contra el blanco o viceversa) y lo
alimenta, es así como puede seguir desintegrando a la sociedad para, de esta
manera, evitar que se una y adquiera conciencia del enemigo común: un
numéricamente reducido factor parásito de individuos que unidos genético
culturalmente tienen el control del crédito y del comercio exterior gracias al cual mantienen el dominio de 28
millones de personas”, agrega Chávez Oré.
Bien vale
la pena preguntar ¿a quiénes y a qué grupos de la sociedad ha pertenecido, la
inmensa mayoría de gobiernos, gabinete de ministros, grandes gerentes de las
principales empresas del Estado y que han actuado, casi siempre contra el Perú,
en nombre del Perú?
¿No es la
plana gerencial del más grande banco peruano, integrada exclusivamente por
gente de pellejo blanco, apellidos sonoros y emparentados entre sí?
¿Distingue
el hambre, cuando no hay recursos con qué satisfacerlo, entre blancos, negros,
amarillos o de cualquier otro color o apellido? He visto mendigos en muchas
calles de Estados Unidos y la frialdad de una sociedad que rinde culto a la
tarjeta de crédito y respeta con mucha devoción Thanksgiving (Día de Acción de
Gracias), es categórica.
Escapismo
falaz, despreciable, ruin, el racismo es arma de quienes mantienen la desunión
del Perú cuya base fundamental debe ser el trabajo creado para que cada familia
cumpla con los deberes fundamentales. Y es un crimen sin atenuantes.
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