Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
Diario Uno/ 31-12-2022
Perú: ¿guarismos o ciudadanos?
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Los tecnócratas, esos
gélidos burócratas que todo lo ven números y resultados, como si los ciudadanos
fueran máquinas productoras de dinero con su trabajo, tienden a privilegiar en
sus estudios el “costo-beneficio”. La ecuación no entiende de derechos humanos,
pandemias, inestabilidades políticas.
Y cuando hay muertos por
violencia, basta que aquella “sirva” para la “defensa de la democracia” y
bienvenidos los balazos o perdigonazos porque a los “enemigos” hay que darles
con todo.
El primer ministro Otárola
ha dicho que “les ha costado” tranquilizar al país o algo similar. ¿Dónde vive
este caballero? ¿No se da cuenta que quien siembra vientos, cosecha
tempestades? ¡Con qué facilidad olvidó ya, para decir semejante bobada, que las
aguas están muy lejos de estar quietas!
Imprescindible recordar
que “el pueblo es más sabio que todos los sabios”.
¡Estamos noticiados, para
ciertos peruanoides, los habitantes de este país, son tan sólo fríos e
impersonales guarismos! ¡De ninguna manera, hombres o mujeres de carne y hueso!
¡Por tanto, el patrón crematístico, el mundo del dólar y las divisas, del euro
o del yen, son las consideraciones fundamentales en el cerebro, minusválido y
vendepatria, de estos miembros del gabinete!
¿Es disyuntiva válida
equiparar guarismos a ciudadanos? Alguna vez
A tenor del bombardeo que
miedos de comunicación, hacen expresa y también subliminalmente, las 24 horas
del día, hemos vuelto a ser guarismos vulgares, números de nómina, patanes sin
nombre o apellido. La insolencia de un lenguaje tecnocrático, aplicada a la
cosa pública, así lo demuestra palmariamente.
Hablando de
Constituciones. Si hay algo que ha sido abaleado, violado, y servido de
cualquier cosa, menos de referencia sagrada y cardinal en Perú, este esperpento
ha sido
A mayor belleza
conceptual, poemas de honda emoción formal, los crímenes aumentaron su epidemia
y hay traidores que en nombre de
¿Con qué derecho pueden
disponer los ministros o los burócratas de la honra ciudadana de los peruanos?
Cada vez que se habla con berreo, de yuppies graduados con mejor destreza en
inglés que en castellano, se enuncia el enajenamiento de los peruanos como
seres pensantes y vivos.
Pero, la verdad es que
para los voceros de la mendacidad, los únicos vivos son ellos mismos, rectores
infalibles del destino histórico y de “cambio responsable” de un país de
hinojos mendigando por el visto bueno de Gringolandia.
¿Tienen reacción los
partidos o el partido? ¡Nada de nada! ¡Es más, creen que el lenguaje no tiene
importancia porque eso “pasa siempre”! Cuando un pueblo y sus castas políticas
declinan la defensa de sí mismas, vía el torpe renunciamiento hasta de sus más
elementales fórmulas cívicas, se llega al filo de la navaja en que todos se
cortan y los más débiles quedan donde siempre estuvieron: convidados de piedra
eternos, recurso palurdo de discurso episódico, pretexto significativo para no
hacer nada para ellos!
¿Cuánto valen las
protestas ciudadanas ante los monstruosos intereses bancarios?
¿Qué del repudio a
servicios telefónicos que suben de precio cuando les da la gana?
¿Por qué hay que pagar
tarifas altísimas por una electricidad que en cualquier momento se va y gracias
a la ineficiencia del proveedor del servicio?
Los peruanos somos de
carne y hueso, los guarismos son para las estadísticas. ¡Y ni un muerto más, no
vale ninguna excusa!
El vivo vive del tonto, el
tonto de su trabajo y los mercenarios ocasionales, en todos los gobiernos,
montan sus fortunas, riquezas misteriosas, sobre el aplastamiento espiritual,
periodístico, económico y político de quienes no saben defender su calidad
ciudadana!
¡Tomar a lo serio las
cosas del Perú! dijo bien, decenios atrás, don Manuel González Prada.
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará
al Perú!