Religiosidad y
espiritualidad en la música
por Jorge Smith;
9-4-2019
J.S. Bach: La Pasión según San Mateo
La Sinfónica Nacional del Perú, nos entregó hace unos días
una bella versión de la La Pasión según San Mateo que es una de las obras
cumbres de la música occidental. No es una obra fácil y lograr un equilibrio
sonoro entre el coro y la parte instrumental e incluso lograr dicho equilibrio
dentro de los diferentes tipos de voces que intervienen en el coro como también
entre los instrumentos que intervienen en el acompañamiento es un bordado muy
fino, ingeniería de detalle del más lato nivel. A veces, más que acompañamiento
de la orquesta, hay un diálogo entre coro y orquesta. Bach poseía una
creatividad melódica inagotable y hacía, de alguna manera, explosionar los cánones
formales de la composición musical de su tiempo. Su inventiva en el manejo de
los instrumentos era, por así decirlo, aluvional. En pocas obras como lo es la
Pasión según San Mateo, Bach metió todo el paquete de su experiencia como
intérprete y compositor. Esta obra grandiosa es pues la suma total del genio
que reinventó para siempre las leyes de la armonía musical.
Hace algunos años un crítico musical en Francia, durante un
año, hizo una una encuesta de opinión preguntando cuáles eran las obras más
geniales de la música occidental y fue La Pasión según San Mateo de Bach junto
con la ópera Don Giovanni de Mozart, las que ocuparon los primeros puestos. Es
un hecho curioso pues quizás no haya dos obras que sean más diferentes en su
contenido, en su intención y en su impacto.
La pasión de Bach, basada en el testimonio de San Mateo, nos
cuenta la pasión de Cristo, sin duda uno de los hechos mas dramáticos de la
historia de occidente. Cristo, literalmente, creó un antes y un después en el
acontecer histórico. El texto está basado en la traducción de Martín Lutero que
muchos ignoran que también era músico y adquirió forma de libreto para la obra
de Bach, gracias a la pluma de Christian Friedrich Henrici, más conocido como
Picander. Este era un oscuro escritor pero que gracias a su colaboración con el
Cantor de Leipzig, como se le denominaba a Bach, adquirió también su dosis de inmortalidad.
Bach debió haber sido muy minucioso al aceptar el texto de Picander, pues el
compositor era muy leído sobre temas bíblicos y algunos de sus eruditos
biógrafos indican que en su biblioteca había mas de 80 libros de teología. Eso
es algo excepcional, pues los libros eran muy caros en esa época y mas caros
aun los textos impresos sobre temas sobre los cuales se hacían tirajes muy
limitados.
La Pasión según San Mateo tiene un texto denso, dramático
como lo amerita el tema y es servido por una música que sin caer en la
redundancia, podríamos llamar divina. Por sus características, el contexto y la
época del año en que se acostumbra a ejecutar esta obra se la suele llamar
música religiosa y así se la suele clasificar. Una obra musical no es necesariamente
religiosa porque tiene tales o tales característica y esta genial obra de Bach
es ante todo una obra de arte. De lo que sí estamos seguros suscita un fuerte
impacto emocional para quién la escucha y ¿por qué no decirlo? una profunda
espiritualidad. En eso estamos de acuerdo seamos católicos o protestantes,
creyentes o ateos.
La pretendida religiosidad de estas obras de arte absolutas
es algo demasiado restrictivo para encasillarlas. Lo que sí es patente,
contundente y no podemos evadir es la espiritualidad que esta obra nos
transmite, lo cual es un valor agregado a la emoción estética que suscita la
belleza misma de la obra.
Si la obra de Bach trata sobre la dolorosa pasión de Cristo,
el Don Giovanni de Mozart es justamente todo lo contrario. Esta ópera es sobre
las pasiones terrenales e incontinentes de ese inveterado seductor que fue Don
Giovanni, o Don Juan, como se le conoce en la tradición española. No es de
extrañar que el nombre se haya convertido en un adjetivo, para nombrar al
hombre seductor, cínico, frío y calculador en su único objetivo de seducir
mujeres y abandonarlas. No hay culpabilidad en Don Giovanni, en contraposición
a Cristo, que mas bien para cumplir su destino carga con la culpa de los otros.
El texto de Don Giovanni, sí fue escrito por un escritor de polendas, excelente
poeta además, como lo fue Lorenzo Da Ponte. La colaboración de Mozart con él
fue muy fructífera pues dio lugar a esa trilogía genial que son Le nozze di
Figaro, Cosí fan tutte y evidentemente Don Giovanni, que son la cumbre de la
inspiración mozartiana en cuanto a ópera se refiere.
Estas tres obras tratan de una manera u otra sobre la
seducción. Si bien Mozart era un hombre de un magnetismo incomparable y, por lo
mismo, un gran seductor, Lorenzo da Ponte sobre este tema, era un profesional
en la materia. El fue íntimo amigo de Casanova, el veneciano que fue el
seductor por excelencia. Ambos, Casanova y Da Ponte, en sus voluminosas
memorias, cuentan con increíble crudeza los múltiples ardides que utilizaban
para seducir todo tipo de mujeres y los intrincados problemas en los que se
metían. Mozart por lo mismo, no podía tener mejor colaborador para escribir el
Don Giovanni que alguien como Da Ponte, que sabía bien, por experiencia propia,
lo que era ser seductor y por lo mismo también experimentado conocedor de las
debilidades de la naturaleza femenina, por lo cual éstas se convertían en
fáciles presas de las artes del seductor.
Por eso el retrato musical que Mozart hace de Don Giovanni
será por siempre el mejor retrato de un seductor y también paralelamente
acierta cuando en la misma ópera retrata musicalmente el despecho de Doña Ana,
los celos de Doña Elvira o la pretendida ingenuidad de Zerlina en Don Giovani.
El genio de Salzburgo prácticamente hace una tipología de la mujer seducida.
Mozart va mas allá y es aún mas magistral, retratando las dudas y
remordimientos de Dorabella y Fiordiligi cuando Don Alfonso las induce a
sacarles la vuelta a sus amantes que se encuentran ausentes en el Cosi fan
Tutte. En todo momento sentimos cuando escuchamos a Mozart la increíble
penetración psicológica que tenía para caracterizar a sus personajes. Capta
como nadie, las obsesiones suicidarias de ese parrandero arquetípico que fue
Don Giovanni, como también la visión cínica, fáctica y desprovista de todo
escrúpulo que caracteriza a Leporello, su sirviente. Los personajes femeninos,
que a pesar de haber sido advertidas de lo que les va a ocurrir, caen por
curiosidad o por obsesión neurótica, con una ingenuidad conmovedora en las redes
de Don Giovanni. Al final éste es castigado y enviado, por así decirlo, a ser
consumido por las llamas de infierno.
Lo interesante es que cuando comparamos los textos de La
Pasión según San Mateo y el de Don Giovanni hay un tema que me llamó la atención
y es que cuando Cristo le dice que antes que cante el gallo Pedro lo negará
tres veces. Aquello efectivamente ocurre, pero Pedro se arrepiente. Don
Giovanni, niega tres veces la posibilidad de arrepentirse y por lo mismo es
condenado.
En el texto de La Pasión según San Mateo, al ser inquirido
Pedro por la primera y la segunda sirvienta y luego por el coro, sobre si el
era uno de los que habían acompañado a Jesús de Nazaret, en la tres ocasiones
Pedro responde:
“¡No conozco a este hombre!”
Después de lo cual el Evangelista declama:
“Y al instante cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de
las palabras que Jesús le había dicho: “Pedro, antes de que cante el gallo me
negarás tres veces” Y, saliendo, lloró amargamente.”
Es inmediatamente después de este episodio que a través la
voz de la contralto, que refleja el dolor de Pedro, que Bach nos entrega esa
aria Erbarme dich, mein Gott, que es sin duda el aria más hermosa de toda su
música. Es una queja dolorosa pero ennoblecida por la magia del compositor, donde
su inagotable inspiración alcanza una dimensión extraterrestre, sublime. Estos
minutos que dura esta aria que es relativamente corta, son un sollozo
contenido, una súplica que sintetiza el dramatismo del momento. Bach que nunca
compuso una ópera, se revela en esos momentos en su música, como un compositor
de una capacidad de dramatismo extraordinario y sin duda La pasión según San
Mateo es lo más cercano a la ópera de todas las obras para canto o corales que
compuso. El aria dice:
“Ten piedad de mí, Dios mío, advierte mi llanto.
Mira mi corazón y mis
ojos que lloran
amargamente ante Ti. ¡Ten
piedad de mí!”
En el caso de Don Giovanni, no hay lugar a dolor o
arrepentimiento alguno. El es coherente hasta el final. No se arrepiente de
nada. Hay una moralidad perversa en muchos de los personajes de las obras
mozartianas. Son coherentes en sus convicciones y eso les da una cierta
nobleza, tanto Papageno en La Flauta Mágica, cuando rechaza ir al paraíso pues
se siente mas a gusto en la Tierra, o el conde de Almaviva que a pesar de ser
un adúltero guarda algunos principios, renunciando incluso al derecho de
pernada a lo cual su rango lo facultaba y evidentemente Don Giovanni, que en
ningún momento quiere arrepentirse de lo gozado y lo bailado.
Si bien para los pitagóricos la música era el arte que mejor
traducía por la función específica de las notas y los tonos, lo que ocurre en
el espíritu humano, como arte es un arte amoral.
Reiteramos que más que sentimientos religioso que pueden a
veces ser inducidos por el texto, lo que sí tiene la música es una gran poder
de inducir espiritualidad, espíritu de reflexión y evocación en todas sus
formas. El hecho que el compositor tenga como intención suscitar tal o cual
estado emotivo a través de melodías o enfatizando tales o cuales acordes, es
algo que aparece con los compositores románticos del siglo XIX y de alguna
manera ya con Mozart en la segunda parte del siglo XVIII.
Los compositores antes de Mozart, veían la práctica de un
instrumento o la misma capacidad de componer, como un oficio mas que como un
arte. ¿Era Bach consciente del increíble impacto psicológico que generaba la
escucha de sus obras en sus oyentes? Es muy difícil decirlo. Lo que sabemos,
gracias a los testimonios de la época, es que sus obras impactaban y sobre todo
sus tres mas grandes obras corales como La Pasión según San Mateo, el Oratorio
de Navidad o la Misa en si menor, son obras que desde el inicio, desde la
introducción nos impresionan. Son masas sonoras resonantes, con una
arquitectura musical que ejecutada dentro de una iglesia pueden suscitar una
legitima religiosidad, pero que no era necesariamente la intención de Bach.
Como todos los grandes compositores, Bach tenía una
permanente curiosidad por los avances de la tecnología instrumental y como
excepcional organista e intérprete del clavicémbalo seguía muy de cerca los
progresos de estos instrumentos, pero también la de todos los otros
instrumentos en las incipientes orquestas que ya existían. En La Pasión según
San Mateo, Bach utiliza la versión más moderna de los instrumentos de su época.
El vivir en una ciudad tan provinciana como Leipzig, dentro de un cerrado círculo
protestante donde la música se ejecutaba preferentemente en las iglesias. Su
vida transcurrió muy al margen de las grandes capitales musicales de su tiempo
como lo eran Roma, París o Londres donde el arte operístico reinaba y se
interpretaba en teatros. Este hecho nos privó que el genial Bach no
incursionase abiertamente en la composición de óperas como sí lo hizo su
contemporáneo y compatriota Haendel.
La ópera, al llevar hasta las últimas consecuencias todos
los matices y la sensualidad de la voz humana, cambió para siempre la
percepción de la música. Mozart que era un adicto al teatro, al componer obras
de carácter religioso como sus misas, nunca deja de darles un carácter
dramático casi teatral.
La obra de Bach por el hecho mismo de tener un apego hacia
lo instrumental es fácil transferirla de un instrumento a otro sin que pierda
su riqueza, por eso también su obra tiene una gran versatilidad y se la puede
fusionar con el jazz u otros estilos modernos, como también los estilos o
formas musicales que creó Bach, pueden servir como contenedores para músicas de
otros horizontes como las bachianas del brasileño Héctor Villalobos. En todos
los casos la capacidad de crear estructuras musicales precisas, rigurosas en su
forma pero al mismo tiempo de una gran plasticidad, hacen que con justificada
razón en occidente se le considere a Bach como un músico absoluto y su música
perfecta por cualquier lado que se la mire suscitará siempre una espiritualidad
que irá más allá de cualquier religiosidad y en eso coinciden católicos y
protestantes cuando consideran a Bach el quinto evangelista.