Niños con Sida, ángeles con alas rotas
por
Zully Pinchi Ramírez; alertasenhal@gmail.com
9-1-2014
Sus
delicadas manos apenas tenían fuerzas para tocar el piano que le regalé.
Las
heridas en carne viva de su rostro, lejos de quitar belleza, irónicamente le
hacían lucir más guapo que nunca.
Me
deleitaba con sus melodías, hasta que de tanta emoción, un día se desmoronó, el
sida le estaba carcomiendo los huesos.
La
gente de mi entorno, guiada por su ignorancia, me recriminaban, porqué tanto
iba a visitar a aquellos niños con VIH y cómo encima les ayudaba mensualmente
con toda la asistencia económica posible y cómo había gastado tanto dinero
regalándoles un piano de lujo.
Según
aquellos, los criticones, por cierto muy sanos y bendecidos, yo era casi un
"demonio" por estar al lado de un "sidoso", y era un poco
"desequilibrada" por abrazar y besar sin ningún tipo de protección ni
asco a esos ángeles con alas rotas.
Pero no
me importaba la burla, el insulto y la humillación, no hubo mejor experiencia
que jugar, cantar, bailar y enseñarnos mutuamente nuestras debilidades y
fortalezas entre esos niños y yo.
Me
encantaba echar mucho brillo en mis labios y como sello, besar sus frentes,
tomarlos de la mano y decirles: "eres mi pequeño príncipe" o eres la
más bella de las princesas de todos los cuentos de hadas.
Hace
diez años estaba en mis veintes y conocer gente como ellos, me cambió la vida
por completo y cuando me tocaba ir a visitarlos, tomaba mis ropas de Medio Oriente
(traídas de Egipto, Israel, y Jordania lugares donde fui a hacer múltiples
obras y ayudas sociales), con peluca, joyas, velo y toda la parafernalia necesaria
y les enseñaba danzas hebreas, y al ritmo de las panderetas y liras, hacíamos
rondas.
Tomados
todos de la mano, de las muchas canciones que bailamos con mucha exaltación,
fue la muy conocida, "Remolineando", la fuerza de aquellos niños
destruía por pocos segundos su mortal enfermedad.
Una
desafortunada tarde, tres de mis pequeños amigos habían faltado a nuestras
acostumbradas reuniones, tres invitaciones verbales a indeseables velorios
delataron sus súbitas muertes.
¡Cuánto
dolor, cuanta desesperación, cuánto silencio con frases escondidas en gritos
que se ahogaban bajo las penas de mi corazón, el destierro desolado y la
inocencia a medio vivir de aquellas criaturas me causaban dolores inenarrables
e indescriptibles!
Los
niños con VIH necesitan nuestro amor, muchos son abandonados en las calles por
sus padres irresponsables, pero ellos son criaturas puras sin culpa alguna.
De un
cien por ciento, el ochenta por ciento de ellos según Unicef y la Organización
Mundial de la Salud mueren cada año en Asia, América, Europa, África y Oceanía,
sólo que tal información las mantienen como grandes secretos de Estado.
Los
niños del Perú con VIH no reciben mucha ayuda del Estado, excepto de algunas
instituciones no gubernamentales, no hay ayuda legal gratuita para aquellos que
en su gran mayoría fueron violados sexualmente por pedófilos portadores del
VIH, e incluso algunos de estos seres inmisericordes son grandes líderes de
opinión de la televisión peruana y políticos tránsfugas, una vez más ¿qué hace
el Estado?: nada.
En
Solidarios ABC (Fundación internacional con sede en Perú) llevamos más de cien
casos legales de pedofilia, ganando el 98 por ciento de los casos.
Los
niños con VIH podrían vivir mucho más tiempo pero sus medicinas son
excesivamente caras, la sociedad civil está muy ocupada en sus propios
problemas, el Estado sólo tiene tiempo para maquinar sus cortinas de humo y
entonces una vez más surge la pregunta, ¿A quién le importa?, este mundo
necesita hombres y mujeres de valor, la mies es mucha y los obreros muy
escasos.
Nuestro
grupo de noventa y siete niños en cuatro años se redujo a tan sólo 12, es
terrible pero es real.
A mí no
me importó sufrir el desprecio de la "sociedad sin mácula" por
abrazar a estos niños.
Como es
de conocimiento público, está probado que abrazar y besar a niños con VIH no
nos hará "sidosos" ni seremos descartados de la humanidad como lo
eran antes los que se atrevían a dar ayuda y cariño a los "leprosos".
Invito
a quiénes lean este artículo que se animen a ser solidarios y a darse un tiempo
libre de ayudar y sobre todo a dar cinco minutos de su amor a los niños con
VIH, si pueden ir acompañados de sus hijos será algo aleccionador para ellos.
Les
comparto una tertulia linda que me dijeron estos pequeños y que me causó mucha
gracia, una vez me preguntaron:
Zully ¿Cuántos
años tienes?
- uhm veintitantos, respondí,
¿Y eso
es mucho?
- hum, pues no tantos,
- pues
no aún no,
¿Y por
qué, si eres muy bonita?
- Así
me ven ustedes porque me quieren mucho.
¿Y tienes
hijos?
-No
¿Cómo
no? Aquí tienes más de noventa hijos y con todos los niños que ayudas debes
tener como diez mil hijos, eres una madre muy bendecida.
-¡Sí
hijos míos!, respondí con una gran sonrisa y secando mis lágrimas de alegría
infinita.
...............................
Remolineando
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