Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
12-7-2017
El martirologio de
los alanistas de oposición
Dolidos en el fundillo y
hasta hoy incrédulos que les pudiera haber pasado que les cayó la quincha en el
democrático “congreso” del 7 y 8 de julio en la Av. Alfonso Ugarte 1012, los alanistas de oposición siguen rumiando
ante tribunales su rabia contra los escuderos actuales de Alan García Pérez.
No tuvo otra opción el ex
presidente García que encargar al legislador Elías Rodríguez la secretaría
general. El señor de marras es muy controvertido porque se le reputan juntas
non sanctas en Trujillo. Los alanistas de
oposición, muy activos ellos, han denunciado que Rodríguez recibió dádivas.
Creo que el aludido ya tiene 10 años en el Establo de Plaza Bolívar, deviene
notable que hoy recién descubran esos fondos extraños.
No sólo eso. Cuando Elías
Rodríguez fue presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso,
el 2015, clamó por todos los medios posibles por la aprobación urgente del
Tratado Transpacífico sin discusión ni análisis ni ¡nada! La seriedad antimperialista
de este caballero está en tela de juicio por su irresponsabilidad e ignorancia.
¿Olvidaba acaso que la Constitución ordena escrutinio de tratados que tengan
que ver con cambios en la economía y tributación del país?
Los alanistas de oposición han cumplido ¡4 días! de martirologio. Han
salido a las calles a protestar y gritar que el congreso fue “nulo”. Durante 30
o más años fueron parte de la maquinaria aplanadora, fautora de trampas y
engañifas, deslealtades y traiciones que yugularon la voz de las bases y
cualquier cuestionamiento a los virreyes capitaneados por Alan García Pérez
(entre los que estaban los más conspicuos hoy alanistas de oposición) sepultando toda democracia a la buena y no
pocas veces a la mala.
¿Qué autoridad moral tienen
los alanistas de oposición, sin
excepciones, para fungir de líderes en contra de la manada alanista? ¡Ninguna!
Desde cuando en 1979,
octubre, se hizo la trampa haciendo ganar la candidatura presidencial para el
comicio de 1980, de Armando Villanueva del Campo y postergando a Andrés
Townsend Ezcurra, la destrucción del Apra se hizo manifiesta e irreversible
porque un inescrupuloso tomó las riendas e hizo de un gran partido una chacra
plena en miseria moral y desprovista de la limpieza y decencia que fueran sus características
ciudadanas más importantes. Con errores o sin ellos, a los apristas se les
conocía como gente honesta.
A nadie es extraño que esta
involución tuvo –y tiene- nombre propio: Alan García Pérez. Y recordemos que el
2016 aquél sacó con favores el 5.8% de votos. Por eso fue bautizado como el Sr.
-6%.
¿Hay chance de rescatar al
Apra de tanto infortunio? No lo sé. Cualquier solución pasa por el alejamiento
o expulsión definitiva del palurdo megalómano que destruyó la imagen y figura
de Víctor Raúl Haya de la Torre para inflar la suya. Y las consecuencias son
pesarosas: la ciudadanía cree que los apristas son vulgares rateros. Esa
“hazaña” la obtuvo el despreciable que aún cree manejar lo que ya no existe.
Tomar a lo serio cosas del
Perú decía el gran González Prada.
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