¡Jurídicamente constitucional justa disolución del Congreso!
13-12-2016
Hasta en las calles limeñas repletas trinan,
y amagan violencia miles de manifestantes, por el verbo DISOLVER, como antes (1992) lo hizo Alberto Fujimori, delictivamente. A mí no me asusta, pese a que me persiguen y me llaman con asiduidad,
desde diversos teléfonos (016901774, 013913427,
017094641, 02992211, 015001890, 015950803, 01498707, 012116000, y muchos más, pretendiendo
amedrentarme. ¡No lo han conseguido ni lo conseguirán!
Disolución, efecto de disolver, pero a
partir de todo el proceder sinuoso del fujimorismo en el interior del desacreditado
Congreso de la República, manejado visible, probada e inconstitucionalmente por
Keiko Fujimori, como ladina titiritera,
y no solo por lo que ha salido a luz en el curso de censura al ministro Jaime Saavedra,
sea o no por corrupción. ¡Congresistas fujimoristas sujetos a intruso y
tiránico mandato imperativo, tras bambalinas, que infringe el Artículo 93° de
la Constitución Política!
Recuerden que Keiko propuso, ante su
propia impávida bancada, convocada por ella, a directores de Banco Central de Reserva,
por ser atraillados en el fujimorismo, y de un día a otro fueron "elegidos", en operativo
congresal que armó Luz Salgado Rubianes (asidua visitante del
entonces SIN de Vladimiro Montesinos, hoy preso), sin que cuenten la amplia
competencia y experiencia en materia económica y financiera, con además
conducta intachable, que exige la Ley Orgánica del Banco Central de Reserva.
A mi juicio: ¡disuelto el Congreso
Keiko perdería próximas elecciones congresales! Téngase en cuenta que sólo se
tendrá que elegir un nuevo Congreso, en cuyo constitucional acto electoral no
habrá la dispersión del voto en también candidatos presidenciales.
Además, los 72 congresistas
fujimoristas actuales son fruto de únicamente del 26% del electorado. El 74%
restante, ajeno a los mendrugos dadivosos que Keiko y Kenji repartieron y
reparten, definiría la próxima contienda. Los candidatos moraditos de Guzmán
tendrían su tajadón parlamentario y el Frente Amplio acrecería su actual
bancada.
Por eso tiemblan y se escaldan los
fujimoristas al escuchar la urticante frase CUESTIÓN
de CONFIANZA (la motejan de inconstitucional, improcedente y otras
lindezas), en la que
cavila también el presidente Pedro Pablo Kuczynski, sin advertir que en todo
ese interregno –entre disolución y nuevas elecciones- seguirá de presidente sin
Congreso, gobernando con legítimos Decretos de Urgencia, y no con esos que le
placía usar Alan García, para delinquir. ¡Hasta el Estadio Nacional se
remodeló, por más de 200 millones de soles con un Decreto de Urgencia alanista,
en la lista de “colegios emblemáticos”!
Esa Cuesión de Confianza, que plantea el Ejecutivo, y la propia Disolución del Congreso son
perfectamente justas y constitucionales. Figuras jurídicas democráticas, que
buscan que el pueblo soberano resuelva,
con su voto, las controversias entre gobierno y oposición. ¡Nada más
democrático que el sufragio; y no la oscura y miasmática decisión de una
titiritera escondida y camaleónica!
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