Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
1-7-2016
¡Acabó impunidad de Kouri!
Su muy refinado cinismo de
miradas condescendientes, arropado por la seguridad de cómplices en muy altas
esferas y en el festival de impunidad que caracteriza al Perú desde hace casi
200 años, terminó ayer: Alex Kouri se va a la cárcel por cinco años por el caso
Convial.
¿Quiénes más están en la
danza? No pocos. Hay elementos en la judicatura, en los bancos, en la política,
en el periodismo, que han sido corifeos muy bien aceitados para no emitir
opinión condenatoria o puntual sobre el caso protagonizado por Kouri. La coima
es una ley no escrita ni consagrada en la Constitución pero tiene vigencia
vigorosa desde tiempos inmemoriales.
Es interesante, por vergonzoso,
recordar que no ha mucho, el Sr. -6%, anunció alianza con las huestes de Kouri
en el Callao. Felizmente la protesta fue rauda y altisonante y ante el repudio,
don Alex retiró su candidatura. Pero antes ya había prestado sólidos servicios
al Sr. -6% a quien acompañó con sus portátiles en el Día de la Fraternidad que
de otro modo hubiera estado más vacío que de costumbre.
¿Qué explicación tiene el Sr.
-6% sobre su tan cacareada alianza con Alex Kouri? A pesar de ser un perdedor
en el nadir absoluto de su historia sin escrúpulos, el Sr. -6% jamás aventuró
postura sobre tan pestilente capítulo.
Ahora que Kouri ha sido
encontrado culpable por el caso Convial y se va cinco años a la cárcel, se
confirma el dicho: cuando el río suena, es porque piedras trae. ¿Qué, el Sr.
-6% no sabía nada del oscuro y siniestro pasado de su amigote Kouri? ¡A otro
perro con ese cuento!
¿Cómo es que con descaro
mayúsculos hampones de toda laya se unen para conveniencias personales,
financieras y crematísticas, sin importar, para nada, los comportamientos
públicos? Un país que perdona con facilidad es una nación masoquista aficionada
a la estupidez masiva y a la mediocridad.
Cuando Alex Kouri tuvo la
pretensión de ser alcalde de Lima, la campaña impugnatoria fue dirigida por el
notable penalista Guillermo Olivera Díaz y polémicas al medio, de manera
pública y oficiales, dieron como resultado que don Alex se quedara con sus
sueños hechos guiñapos. Surgió así la postulación –a la postre victoriosa- de
Susana Villarán.
Kouri se rodeó de facinerosos
y capituleros e impuso en el Callao, la ley de la selva y la impunidad. Claro
¿quién iba a detener a los pistoleros si sólo cumplían ordenanzas de sus
pagantes? No fue respetado nunca, era temido. Los gorilas a su lado, se
encargaban de dar cuenta de los muy protestones.
Todo eso y mucho más, se
acabó. Tendrá que rumiar un lustro de carcelería y aunque ha anunciado su
apelación, él sabe que su posición es muy anémica porque su ética es
inexistente. Una biografía más para la historia de la infamia.