Ignorancia, corrupción e
individualismo
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
26-3-2016
Deseaba escribir sobre lo que nos está aconteciendo en Perú, y
recordé lo que Víctor Raúl Haya de la Torre había escrito en una carta, en
1930, al licenciado Víctor Guardia Quirós; que a la sazón era un militante
aprista de Costa Rica y que fuera publicada en el libro “Teoría y Táctica del
Aprismo”. En aquella misiva expresó: “…En esta lucha, nuestros enemigos más
grandes son la ignorancia, la corrupción y el individualismo….. Y contra esas
tres fuerzas siniestras tenemos que combatir”.
Han transcurrido 86 años y aquella realidad que Haya confrontó,
lamentablemente sigue vigente; y ahora frente a este proceso electoral que
sufrimos, digno de una república bananera con perdón de los plátanos, dicha
observación nos dice de un presente en el cual no hemos avanzado nada en el
destierro de estos males sintomáticos que nos explican claramente que hemos
vuelto a las viejas y nefastas prácticas que se creían superadas.
Al amparo de esta trilogía del mal, tenemos un club electoral,
porque no es un partido, que lidera la intención del voto y que podría llegar a
la segunda vuelta con posibilidades de ganar las elecciones. Esta agrupación
que concentra intereses extraños y peligrosos es, como todos saben, el tenebroso
fujimontesinismo (Fuerza popular), para utilizar una denominación conocida. Y
engloba un espectro variopinto de lo peor del escenario político. Vale decir
que lo integran desde ignorantes pasando por oportunistas, arribistas,
sinvergüenzas, holgazanes (nunca trabajaron), corrompidos, con problemas con la
justicia por su inefable vocación autoritaria y, por si fuera poco, autores de
la Constitución del 93 de corte neoliberal y por ende entreguista y contraria a
los intereses y derechos de los más necesitados. Son los herederos orgullosos
de la privatización de las empresas del Estado y, en consecuencia, del despido
masivo y sin compasión de miles de trabajadores a los cuales engañaron con la promesa que al
final del túnel verían la luz del empleo que les proporcionarían los
compradores de dichas empresas, pura demagogia. No contentos con esto, se
embolsicaron los 10,000 millones de soles que costó y que hasta la fecha nadie
sabe del destino de ese dinero.
Si a esto le agregamos su pasado criminal de secuestros asesinatos
y desapariciones (Grupo Colina), amén de esterilizaciones forzadas, es fácil
colegir lo que le espera al Perú el hecho de quedar en manos de una dinastía
lúgubre y huachafa.
Son los perdedores de la guerra con el Ecuador (conflicto del Cenepa)
y la entrega del trofeo de Tiwinza con plena soberanía de los vencedores y
también en las rutas fluviales amazónicas con sus respectivos puertos.
En el campo económico se sometieron servilmente a la nueva
oligarquía nacional y al poder imperial del cual son títeres obsecuentes como
lo confirman el fortalecimiento de la derecha y la entrega de nuestras riquezas
nacionales sin pudor alguno. Permitieron el auge de las services y los
contratos sin beneficio social alguno (CAES), que han llevado a una explotación
esclavizante, sin precedentes, con el correlato que las empresas, la mayoría de
estas de origen chileno, hacen trabajar a sus empleados 14 ó 16 horas diarias,
sin horas extras, sábados y domingos y sin beneficios sociales. Establecieron
la práctica común de tomar trabajadores por sólo tres meses para luego
despedirlos y evadir los derechos sociales que se suponían irrenunciables, para
luego tomar a otros con el mismo estilo.
A esto se suma un panorama donde casi todos los demás candidatos
son de la misma estirpe (derecha) a excepción de Verónica Mendoza que se
singulariza por su mensaje en contra de los poderosos. Es así, que se puede
decir, sin ambages, que la mayoría son lo mismo con distintos ropajes, en donde
se puede advertir la traición del alanismo entregado a la plutocracia
conservadora y reaccionaria, aliado del fujimorismo en el Congreso y hoy
convertido en su más ardiente defensor.
Me han preguntado muchas veces ¿cuál sería la actitud de Haya de
la Torre ante la destrucción de su obra si estuviera aún con vida?, algunos con
preocupación sincera y otros con indisimulada sorna. Siempre he contestado, sin
caer en el terreno de la ucronía, ya que tengo la autoridad de haberlo conocido
bien y de haber trabajado junto a él y sin atisbos de arrogancia, que Víctor
Raúl dejó una organización monolítica, con mística, con vocación de lucha por
los más pobres, con tradición de sólida convicción ética y moral y con un rumbo
al cual nunca claudicó que fue su auténtica posición antimperialista y de
izquierda democrática. Luego, secuestraron el partido, aprovechando el trauma
de su desaparición, una gavilla de ignorantes de su historia, épica y
martirologio que sostuvo la ambición desmedida e irreverente de García para
apoderarse de su control y más tarde del Estado y desde allí hacerse rico
indebidamente repartiendo dádivas y prebendas a sus allegados incondicionales.
El costo fue la destrucción del movimiento y el alejamiento de sus verdaderos
designios; convirtiendo y reduciendo la organización en una autoritaria cúpula
presidida por un caudillo retrógrado.
Los tiempos, pues, no son los mejores en términos generales,
destruida la única posibilidad con actualizada doctrina, el Perú ha visto
retrasado el reloj de la historia a la época de los inicios del siglo XX, donde
la explotación campeaba y la burocracia estatal se parcializaba con el poder
económico.
La ignorancia permitirá el arribo al poder de organizaciones que
han hecho bandera con la corrupción y el autoritarismo, que fácilmente puede
evolucionar a una dictadura de viejo cuño. La corrupción ha desmantelado el
sistema de partidos políticos al extremo de su desaparición, y la prueba radica
en el aventurerismo de las alianzas electorales por el sólo hecho de tomar el
poder por el poder con notoria ausencia de programas o ideología alguna. El
individualismo acentuado expresa legiones de cobardes que no entienden de la
lucha por principios, valores e ideales.
Se ciernen sobre el país vientos de fronda que retrasarán su
desarrollo y progreso en democracia; no hay, en consecuencia, más alternativa
que prepararse para cuando llegue ese momento construyendo partidos políticos
organizados con doctrinas definidas, capaces de detener cualquier aventurerismo
que nos conduzca al oscurantismo político.
Los verdaderos luchadores sociales tomarán su lugar y veremos cómo
huirán todos estos candidatos o se someterán servilmente al poder de turno. Y
como lo profetizara Víctor Raúl en 1932 diremos parafraseándolo que vendrán
etapas de prueba en un crisol de dolorosa realidad quizá y probaremos la fe en
nuestra conciencia y la sagrada perennidad de la causa por la cual luchamos y no habrá lugar, por lo tanto, para los
traidores ni para los cobardes que den un paso atrás.
Los jóvenes están observando una feria de ambiciones bastardas, de
vanidades y de conductas frívolas. Candidatos que para ganar votos recurren a
la vieja fórmula de la butifarra y el ron, en los mítines bailan mal y brindan
con cerveza sin un ápice de dignidad y menos de docencia.
La política está degradada y sumida en el subsuelo de la
mediocridad, los aspirantes a la presidencia y el Congreso buscan o compran
espacios en los programas de televisión basura sin importarles hacer el
ridículo; todo vale para obtener preferencias ante un electorado corderil. No es
más que una vitrina de gente que oscila entre los que no tienen un pasado de
lucha o actividad política y los que tienen un pasado vergonzante. La juventud
es nuestra esperanza y deben erguirse ante la desilusión, la frustración o el
desengaño y prepararse para reemplazar a toda esta legión de politiqueros y
politicastros y enseñarles a estos fracasados lo que significa ser un verdadero
combatiente por la gran transformación que nuestra patria necesita ahora más
que nunca.
Hay que saludar el coraje de los jóvenes que salen a las calles y
se enfrentan, sin temor alguno, contra el fujimorismo rampante, delincuencial y
sus cómplices medrosos. Hoy como hace más de 100 años, deben enarbolar y agitar
como bandera de lucha la admonición de Manuel González Prada, el insigne
maestro de juventudes: “Los viejos a la tumba y los jóvenes a la acción”. El
futuro sólo lo forjarán los que estén dispuestos a pelear para limpiar las
baldosas de vergüenza y lodo de nuestra nación, sin importarles el sufrimiento
por las ideas de redención y las privaciones que purificarán el espíritu de los
que entregan sus propias vidas por los derechos inalienables de los desposeídos
y olvidados por los gobernantes incapaces y los políticos de establo.
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