Extranjeros fusilados en Chorrillos,
1881
por Ernesto Linares Mascaro; elinaresm@yahoo.com
15-1-2014
Es conocido que después de la batalla de San Juan (13/I/1881) una
parte de las tropas chilenas se dedicó a la destrucción de Chorrillos, el
balneario más bello del Perú del siglo XIX. Existe la historia de que 13
bomberos italianos de la Compañía Garibaldi de Chorrillos fueron fusilados por
el ejército chileno cuando intentaban apagar los fuegos del balneario (ver aquí). Estuve investigando qué tan cierta era
esta versión y no hay nada similar escrito en los diarios o por los
historiadores de la época (Barros Arana, Caivano, Markham, Paz Soldán, Vicuña
Mackenna), sólo he encontrado relatos de este hecho en años posteriores a la
guerra, no del mismo año de 1881, pero sí encontré un hecho parecido, el
fusilamiento de extranjeros en Chorrillos, entre ellos tres italianos,ocurrido el
14 de enero de 1881.
La narración de este suceso la encontré en el archivo del Foreign
Office (Relaciones Exteriores) británico, cuyas fotocopias de microfilm se
encuentran en la biblioteca del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del
Perú (IEHMP) hace cuatro décadas.
Spenser St John, ministro plenipotenciario británico en Perú, escribió
un oficio al secretario de Asuntos Exteriores, conde de Granville, el 9 de
agosto de 1881, en donde señala la responsabilidad que tiene el general
Baquedano, jefe del ejército chileno, en la destrucción de Chorrillos, así como
la muerte del doctor inglés Maclean en aquel acontecimiento. Entre los varios
documentos que anexa, hay una relación de reclamos británicos al gobierno de
Chile por daños en Huanillos, Pisagua, Miraflores, Chorrillos, Barranco, Ancón,
Macas, Chimbote, Paita, Callao, Quilca, Supe, Arica y Cerro Azul por montos que
ascendían a S/. 54,328.59 y £ 64,291 - s.
18 - d. 2,(1) y una declaración en
francés de Charles Orengo al ministro plenipotenciario francés en Perú, Eugene
Domet deVorges.
Testimonio de Orengo
Charles Orengo fue un francés que residió en Chorrillos y fue
testigo de la destrucción del balneario.
Orengo cuenta que a las 5 am del jueves 13 de enero de 1881, se
levantó por un cañoneo consecutivo. Salió de su casa, portando 2,000 soles y su
reloj con cadena, después de haber colocado en su casa un letrero que decía
Français como lo recomendó la Legación de su país.
Situado en una altura, Orengo fue testigo de la batalla hasta las
8 am, cuando vio que las rabonas corrían hacia la costa y las tropas peruanas
se dispersaban. Orengo se escondió detrás de una gran roca en la orilla del mar
con unos italianos. Fue testigo cómo los peruanos desde el Morro Solar, se
arrojaban al mar, muriendo algunos al estrellarse en las rocas y otros
retirándose a Chorrillos.
Como los chilenos empezaron a hacer fuego sobre la costa, Orengo
cuenta que un italiano izó una bandera blanca con una falda que le arrancó a
una mujer. Los chilenos capturaron a los hombres y un jefe les interrogó sobre
la existencias de minas, a lo que Orengo respondió que el gobierno de Piérola
ocupaba una habitación en el Club Regatas y que ahí residió un norteamericano
que había colocado torpedos. (2) Orengo se separó del grupo y acompañó al
subteniente Fuenzalida y a 30 soldados chilenos a buscar un salón donde alojarse.
Orengo cuenta que pasó la tarde del 13 tranquilo con Fuenzalida.
Cuando cenaba con él, se acercó un soldado chileno para decirle que encontró a
un soldado peruano escondido detrás de un bote y cuando le intimó rendirse le
disparó; Fuenzalida ordenó que lo fusilen y lo arroje al mar.
El viernes 14 Fuenzalida le preguntó a Orengo si tenía licor y
comida en su casa, a lo que respondió que solo aves de corral y pan. Un sargento y dos soldados acompañaron al
francés y a un italiano, Angelo Descalzi, quien debía llevar los alimentos.
Orengo vio que las casas de la esquina de la calle Del Sol estaban en llamas y
que el fuego comenzaba en el extremo de la calle La Mona, “pero que todas las
casas ya habían sido saqueadas”.
La excursión fue inútil porque no había nada en la casa de Orengo.
Al regreso pasaron por la calle del Tren y fueron testigos de los incendios y
robos.
“En el trayecto, nosotros vimos el robo, el pillaje, el incendio,
la muerte” narró Orengo, quien al arribar al hotel Terry a las 3 pm, se dio con
la sorpresa que Fuenzalida había sido relevado por un subteniente del
regimiento Santiago. Ese día 14, Orengo se la pasó sin beber y sin comer. A las
5:30 pm llegó el capitán Aguirre con 24 soldados y se llevaron al cementerio a
Orengo y a los demás, un francés, un portugués, tres italianos y unos
pescadores pobres, “cuyo único delito fue haber proporcionado pescado en la
playa”.
Orengo cuenta que llegaron a las 6 pm y que tres peruanos heridos
fueron fusilados en el camino. Como el capitán Aguirre le dijo a Orengo que lo
iban a fusilar, para salvar su vida le entregó 2,000 soles y su reloj con
cadena. Aguirre ordenó que Orengo se quedará atrás mientras él se bajó del
caballo y marchó con el resto, que fueron fusilados. Ellos fueron el francés Pierre
Gorrio, los italianos Paulino Marsano, Lucas Chiappe y Angelo Descalzi y el
portugués Juan Pereira. Gorrio y los italianos eran conocidos de Orengo, quien
dijo que ellos eran vendedores de limonada y propietarios de tiendas de
comestibles, además que Gorrio dejó esposa e hijos. Pereira era un pescador
desconocido para Orengo.
Luego de los fusilamientos, Orengo le dijo al capitán Aguirre que
en su casa tenía un objeto de oro valorado en 50 soles, lo que era una mentira
porque el mismo Orengo había visto su casa quemarse a las 2 pm. En efecto,
cuando fueron a la casa, ésta seguía en llamas por lo que Orengo no podía
cumplir con ningún obsequio. El capitán Aguirre intentó matar a Orengo, pero
desistió después de las suplicas de éste y lo dejó en la calle del Tren a las 7
pm, frente al cable submarino que estaba ardiendo. Orengo cuenta que se
escondió en un corralón mientras afuera los chilenos ebrios disparaban al aire
y se disputaban el botín.
A las 6 am del día 15, Orengo salió del corralón y encontró al inglés
Scott, plomero de Chorrillos, junto con Le León, teniente de navío francés observador
de la campaña en el ejército chileno, quien le ofreció agua y galleta. Le Léon
lo llevó al cuartel chileno, lo dejó en una ambulancia y le dejó su tarjeta.
“El mismo día a las 12, yo reconocí en el cuartel al capitán
chileno que me salvó la vida y al saludarlo se perturbó un poco; le enseñé la
tarjeta de Le Léon y al leer el nombre me dijo que lo espere al pie de una
columna que allí había, para devolverme el dinero que le había dado para
salvarme la vida. Efectivamente, él fue a los diez minutos con el dinero, del
cual faltaba algo, e igualmente quería devolverme mi reloj, a lo que yo le pedí
que lo guarde como recuerdo mío”.(3)
Charles Orengo no vivió mucho tiempo después de ese
acontecimiento, falleció en Lima el martes 18 de enero de 1881. St John
escribió que murió de sobreexcitación.
El tribunal franco-chileno y
los casos de Orengo y Gorrio
Después de la guerra, Chile formó tribunales de arbitraje con
Inglaterra, Italia, Francia y Alemania para solucionar los reclamos de los
ciudadanos de esos países por los daños de propiedades y lesiones personales
que recibieron durante la guerra. Entre los casos que se alistaron para presentar
al tribunal franco-chileno están el de Charles Orengo y el de Pierre Gorrio. El
punto débil del caso estaba en que Orengo fue el único testigo del fusilamiento
de Gorrio, del portugués Pereira y de los italianos Descalzi, Chiappe y Marsano
y falleció antes de que se instalara el tribunal.
Para la sustentación de las demandas, la Legación francesa en Lima
contrató al abogado peruano Guillermo Seoane, uno de los más reconocidos
juristas del siglo XIX.
Desde un inicio, Vorges intentó una compensación de Chile para
Orengo, inclusive después de su muerte. “Ninguno de los oficiales citados por
el señor Orengo existía en el ejército”, le respondieron a Vorges en 1881, pero
cuatro años después, Seoane encontró que el capitán Manuel Aguirre estuvo el
año 1881 en el regimiento Esmeralda que integró la expedición Letelier en el
centro del Perú. (4)
En un contra-memorándum de respuesta al memorándum de Jose Eugenio
Vergara, abogado que defendía a Chile de las demandas en el tribunal, Seoane defiende
las reclamaciones francesas. Así narra que en Chorrillos perdieron su casa los
franceses Dominique Ahanneau, Urbain Bon, Pierre Cluzeau, Félix Dibós, Bernard
Gaillour, Gustave Heudebert, Gentil Layet, Félix Léonard, Jean Baptiste Malherbe
y los hijos de Charles Orengo y Pierre Gorrio. (5)
Seoane transcribe varias partes de la declaración de Orengo y para
sustentarla cita a otros testigos de los hechos de aquel día.
El italiano Domingo Massabó confirma que estuvo en la orilla del
mar junto a los franceses Orengo, Gorrio y otros, bajo los peñascos del Salto
del Fraile. Estuvieron una hora en el escondite hasta que se llenó de soldados
dispersos, por lo que decidieron irse, “pero tan luego que salimos al
descubierto, el gran número de balas que veíamos caer al agua, nos hizo
retroceder a nuestro sitio; sólo el súbdito francés Pedro Gorrio continúo
adelante”.
Massabó cuenta que los chilenos les hicieron fuego y una mujer que
iba con ellos rompió un pedazo de fustán, lo amarró en el bastón de Massabó y
se izó de bandera. Un oficial chileno les ordenó que suban al Morro y les
inquirió si sabían de la existencia de minas, a lo que Orengo respondió que en
el hotel Terry podrían haber porque unos norteamericanos estaban allí ocupados
en el trabajo de torpedos. El mismo oficial se llevó a Orengo y a un portugués al
hotel. Según Seoane, el hotel Terry estaba “situado al nivel de los baños, es
decir, muy abajo del pueblo de Chorrillos”. (6)
Fidel Giovanini señala que el 14 de enero obtuvo un pase del
general Baquedano para asilarse en una balandra de bandera alemana y bajó al
hotel Terry, en donde encontró a los franceses Orengo y Gorrio y que el
portugués Pereira lo condujo a bordo, agregando que Gorrio quiso acompañarlo
pero no pudo porque no tenía permiso. Gorrio se había refugiado en el hotel
Terry para alejarse de los peligros de la población, fue detenido por los
chilenos y fusilado el día 14. (7) La casa de sus hijos en Chorrillos fue
incendiada por los chilenos el 22 de enero de 1881, nueve días después de la
batalla. (8)
José Cabañas también estuvo ese día 14 en el hotel Terry, pero
salvó del fusilamiento porque estaba en la cocina cuando llegó la tropa a
llevarse a los franceses Orengo y Gorrio y demás personas. (9)
El Tribunal franco-chileno no dio sentencia alguna, por lo que nos
quedamos con la duda de qué tan ciertos eran los casos de Orengo y Gorrio.
Chile y Francia firmaron un Protocolo el 26 de noviembre de 1887, mediante el
cual Chile pagaba 300,000 pesos de 38 d. (£
47,500) a Francia por todas las reclamaciones de ciudadanos de su país, entre
ellos, los descendientes de Orengo y Gorrio. (10) Francia debía determinar cómo
repartía ese monto entre los demandantes.
Conclusiones
Nunca hubo fusilamientos de bomberos italianos cuando ellos
apagaban los fuegos del incendio de Chorrillos. Lo más probable es que los
italianos muertos en Chorrillos por las tropas chilenas fueran miembros de la
compañía de bomberos Garibaldi que hasta hoy existe y con el paso del tiempo,
la versión sobre su muerte se fue deformando. Inclusive se menciona un bombero
italiano fusilado llamado Giuseppe Orengo, pero tal nunca existió, sino es el
nombre que reemplazó a Charles Orengo.
El testimonio de Charles Orengo permaneció inédito hasta que fue
publicado en 1885 por Guillermo Seoane, pues personalmente he revisado libros y
diarios entre 1881 y 1884 y nunca lo he visto publicado. Lamentablemente, su
falta de publicación generó o aumentó el mito de los bomberos italianos.
Por Orengo sabemos que cinco extranjeros fueron fusilados al día
siguiente de la batalla y revisando documentos de la época veo que los chilenos
también asesinaron a dos ingleses y otros cinco italianos, demostrando que si
bien no hubo bomberos, sí hubo extranjeros, en su mayoría italianos, asesinados
en Chorrillos
NOTAS
(1) En
aquella época, una libra esterlina se dividía en 20 chelines y cada chelín, en
12 peniques.
(2) Puede
ser Paul Boyton, buzo norteamericano quien fue contratado por el gobierno de
Piérola junto a George Kiefer para colocar torpedos marinos. Recomiendo leer la
obra “George Kiefer and the Necropolis of Ancon” de Linda Jacobs para más datos
al respecto.
(3) Public Record Office. 1882. Correspondence
respecting the conduct of war against Peru by Chile 1879-81, pp. 61-63.
(4) Seoane,
Guillermo. 1885. Contra-Memorándum sobre algunas reclamaciones francesas presentado
al Tribunal franco-chileno, pp. 350-351.
(5) Ibídem,
pp. 96-97.
(6) Ibídem,
pp. 344-345.
(7) Ibídem,
p. 346
(8) Ibídem,
p. 98.
(9) Ibídem,
p. 346.
(10) Soto
Cardenas, Alejandro. 1950. Guerra del Pacífico, Los Tribunales Arbitrales
(1882-1888), pp. 235-236.