13-2-2008
La tragedia del 79, Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima
54 Piérola en Lima
Desde que llegó a Lima, el ex-dictador, se aplicó a seguir completando
e intrigando en contra del ejército del centro, pero en ese mismo
período, se dedicó a mantener las más cordiales relaciones con los
dirigentes de la ocupación, comenzando por Lynch y Novoa, y siguió con
las visitas de amigos y allegados. Al respecto Palma expresa: (167).
"En la noche del 14 (enero 1882) llegaron a Lima el presidente señor
Piérola, su ministro Aurelio García, el general Buendía y otros varios
caballeros. Están todos tranquilos en sus casas, sin ser molestados
por la autoridad chilena. El señor Piérola ha recibido numerosas
visitas de amigos".
En esos contertulios decidieron organizar un partido político,
orientando a conquistar el poder en el futuro, cuando los chilenos ya
no se encontraran en el Perú y, mientras tanto, hacer las mejores
migas con los invasores o por lo menos no malquistarse con ellos ni
molestarlos en sus atropellos y desmanes en el territorio nacional.
Ese partido denominado: Partido Nacional Reconstituyente, fue
instalado oficialmente el 5 de febrero de 1882 en Lima, surgiendo las
consiguientes proclamas pierolistas y el incienso de sus partidarios
en especial de Palma, que en forma peyorativa trató a los opositores
que no se sometieron al yugo chileno. Después de hacer loas al
naciente partido que se atribuyó el papel de redentor de la patria y
en el cual figuró como uno de los cuatro secretarios, atacó a los
jefes de la resistencia, escribiendo:
"Que el cielo ampare al comité en sus esfuerzos por salvar la
nacionalidad peruana del abismo en que tres militares extraviados, La
Torre, Montero y Cáceres, se empeñan en hundirla". (168)
Para Ricardo Palma, estando en pleno conflicto y toda la costa ocupada
y pisoteada por los chilenos, los enemigos no eran éstos, sino los
militares que resistieron y combatieron al invasor. Una muestra más de
como el pierolismo hizo la guerra contra los asaltantes del Perú.
El nuevo partido trató de lograr, tras bambalinas y con el pretexto de
armonía nacional, elegir nuevamente a Piérola como presidente del
Perú, para ello se aproximaron a los miembros del gobierno de la
Magdalena y propusieron un plebiscito, sin expresar entre quiénes,
dónde y cuándo, para que el gobierno de García Calderón, por medio de
sus funcionarios aceptara dicho referéndum. Planteamiento rechazado al
amparo de la Constitución de 1860, pues en ausencia del presidente, lo
suplía el vicepresidente Montero, llamado a recibir la propuesta.
Viendo burlada la maniobra, los pierolistas se dedicaron a seguir
desprestigiando a quien no se supeditaba a los caprichos del
ex-dictador.
A fines de marzo de ese año, Piérola emprendió viaje a Europa y Estados Unidos.
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