Friday, November 19, 2010

Industria del terrorismo



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From: Alexandro Saco <alexandro09538@gmail.com>
Date: 2010/11/19
Subject: Industria del terrorismo
To: Alexandro Saco <alexandro09538@gmail.com>


Industria del terrorismo

Alexandro Saco

Es evidente que en el país existe una industria periodística y política que vive en parte de los dividendos que le genera el terrorismo, en el sentido de levantar fantasmas con el claro intereses de desprestigiar a los grupos de izquierda o alternativos al modelo. Esa industria es parte del modelo mismo, que desde la época de Fujimori se ha ido perfeccionando, y que en la mayoría de medios de comunicación tiene su caja de resonancia. Pero explotar el terrorismo, además de infundir miedo injustificado en la población, hace que aquellos dedicados a esta industria sean hoy los principales aliados de SL o del MRTA.

Ello porque si queda algún rezago de ambos grupos, justamente a quienes deben agradecer su visibilidad, es a los que han creado esta industria que cada semana bota nuevos titulares sobre la base de dudosas investigaciones y capturas policiales que produce el Ministerio del Interior. Para no caer en la manipulación abierta, la industria del terrorismo utiliza el eufemismo de grupos narco terroristas, cuando desde las autoridades hasta los directores de Perú 21, Diario 16, Correo, La Razón o Expreso saben que estos capturados y exhibidos son acaso ex senderistas o emerretistas hoy vendidos por unas cuantas monedas.

Qué significa entonces que buena parte de la prensa nacional y algunos que fungen de expertos en terrorismo, se dediquen a levantar algo que saben es una exageración. Evidencia un grado de irresponsabilidad alucinante, en un país que ha enfrentado una guerra interna tan compleja como la que vivimos; evidencia que a los que ejercen y alientan esta industria lo último que les importa es la dignidad de miles y miles de peruanos y peruanas que sufrieron y hoy siguen sufriendo las consecuencias del terrorismo y de la indiferencia del Estado.

Temporada alta

La industria del terrorismo incrementará su producción mientras más se acerquen las elecciones presidenciales, porque su ánimo es tal que no tiene mejor arma política que el mismo miedo que los senderistas o emerretistas utilizaban vilmente. Y es que generar miedo o actuar con violencia, independientemente de dónde venga y de cómo se haga, es condenable lo haga el director de un diario o un encapuchado en medio del VRAE. Los radicales de derecha promotores y accionistas de esta industria, son conscientes de que sus argumentos políticos a estas alturas del modelo, no se sostienen, por lo que crean fantasmas donde no los hay o insinúan traiciones a la patria.

No habrá manera de superar el trauma nacional producido por la guerra desatada por SL, si se sigue aceptando la presencia cada vez más desembozada y paradójicamente normalizada de esta industria. Es como si un padre aterrorizará a su hija adolescente cada noche al salir de la casa diciéndole que no llegue tarde porque si lo hace la violarán nuevamente, porque los violadores están agazapados tras cualquier esquina por la que ella transite. Así de semejante es la situación a la que industria del terrorismo somete a los peruanos y peruanas que vivimos aquellas épocas o fueron víctimas de terror. Lo más triste es que esta industria les llena la cabeza de miedos y medias verdades a los jóvenes que no conocieron esa circunstancia.

Paso de vencedores

Los propietarios de la industria del terrorismo se escudarán en sostener que lo que hacen es prevenir, que nunca hay que bajar la guardia frente a SL o el MRTA. Pero como Cantinflas hay que decirles a estos despistados que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Una cosa es estar atentos, contar con servicios de inteligencia que funcionen y políticas que permitan ir aminorando los caldos de cultivo de la violencia, y otra, absolutamente distinta y contraproducente, es sembrar el miedo gratuitamente con el único ánimo de mantener el modelo, lo que en buena medida significa que nada cambie para que los que hoy se benefician indebidamente sigan haciéndolo, amparados en un irreal por incompleto discurso de progreso.

Esto es lo que sucede cuando un modelo político y económico se construye sobre la visión de los supuestos vencedores, que no triunfaron pero se atribuyeron una victoria sobre SL y el MRTA, derivando de ella su actual y prolífica imaginación: Perú a un paso del primer mundo. La fragilidad del orden económico y político, es inversamente proporcional a la dureza que la industria del terrorismo usa para condenar a muchos y generar miedo desde portadas o programas de TV. Muestras de sobra tenemos de esa fragilidad, pero el asunto es que el daño social e individual que producen es enorme, y afecta antes que nada la libertad de pensar, de aspirar a cambiar el modelo y construir una idea de país sin un chantaje industrial tan descarado.

18 11 2010 


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