Las barras bravas: búsqueda de una solución
por Walter Gómez Quispe; waltergomezquispe@hotmail.com
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2-11-2009
Pocos saben en el fondo lo que son las Barras Bravas. Yo les quiero mencionar algo del caso de lo que sucede en el Cerro el Pino, donde hay una Barra Brava de la U, la llamada LOCURA. Una barra que fue, hasta donde tengo conocimiento, fundada hace más o menos cuatro años. A su líder, cuyo nombre reservo por respeto a su anonimato, lo conozco, es un joven de tan solo 17 años.
Muchos escriben sobre las Barras Bravas, en verdad, pero sin conocer casi nada sobre estas. Yo no me creo dueño de la verdad, pero puedo decir, pues convivo con ellas en el Cerro El Pino y también en el Cerro San Cosme, donde activa una Barra del Alianza, llamada los GRONES DE SAN COSME, que la problemática es mucho más compleja de lo que se supone. Mi experiencia como promotor social apoya mi opinión.
Las Barras en su mayoría están compuestas por gente con dificultades de integración en la sociedad, desempleados, sin norte, jóvenes que, en muchos de los casos, viven ahí prisioneros de la droga y el alcohol de mala calidad que consumen, en medio de la indiferencia de sus padres. Estos jóvenes se reúnen generalmente de noche, a partir de las seis o siete, pues durante el día por razones diversas están ausentes.
Muchos de ellos, desgraciadamente, consumiendo alcohol y drogas, se dedican al robo, para lo cual utilizan generalmente motos, quizás robadas. Un ejemplo de esto se puede ver en el último reportaje que salió en el programa Cuarto Poder sobre la Banda denominada Los Malditos del Pino. Jóvenes como estos forman en su mayoría las Barras Bravas, tanto de la U como del Alianza.
La mayoría de estos jóvenes provienen de familias de origen provinciano, cuyos miembros migraron hacia nuestra capital en busca de mejores oportunidades. Viendo a estos jóvenes con problemas de adaptación social, me pregunto si se puede hacer algo para resolver o ayudarlos encontrar solución a sus problemas, porque, valgan verdades alguna solución humana se le tiene que encontrar, más allá del orden necesario que se tiene que imponer ahí.
Digo esto porque sé que es posible imaginar soluciones que pueden ayudar a solucionar el problema que generan estas Barras. Yo lo he intentado y sigo haciéndolo a pesar de los obstáculos que he encontrado y la poca colaboración de la Policía Nacional del Perú y la indiferencia del Municipio. Específicamente me refiero al Comisario de Yerbateros, quien por nada del mundo ha querido apoyar los esfuerzos que se han desplegado para agrupar a estos jóvenes y permitirles que canalicen de otra forma sus energías.
Su falta de colaboración no solo ha generado desorientación, sino también más violencia. Este señor, oficial de la PNP, sabe muy bien de lo hablo. El sabe que hace tres meses, más allá de que el BARRISTA de tan solo 15 años fuese o no un delincuente, la muerte de este joven se pudo evitar. El comisario de Yerbateros sabe muy bien que esa bala que impactó en la frente de ese joven nunca debió ser disparada. Como tampoco, luego de la muerte de este, los cuatro policías, nunca debieron ser golpeados por una turba de jóvenes barristas enardecidos y enloquecidos por el dolor. Ni mucho menos una de sus motos quemada aquel día.
Lo que yo propongo, sin negar para nada que al que delinque hay que castigarlo haciendo uso de la fuerza pública en nombre del respeto de la ley, es la necesidad de llevar a cabo un trabajo de tipo social en las localidades donde estos grupos de jóvenes viven. Esa es la única solución, créanme no hay otra que se reclame viable si no contempla la participación activa de los dirigentes de estos grupos llamados Barras Bravas. Se les tiene que tomar en cuenta.
Al hacerlo, considero que hay que hacer este trabajo en estrecha coordinación, entre el Comité Central del Cerro El Pino, la Iglesia, el Gremio de Construcción Civil, la Municipalidad, los directores de los colegios, los directores de los centros de salud, el Presidente de la Junta Vecinal de la Zona y el Presidente de todas las Juntas Vecinales y Ciudadanas del Distrito de la Victoria, y, sobre todo, contando con la presencia activa de la Policía Nacional del Perú y la Gobernación del Distrito.
El problema de las Barras Bravas es un problema que hay que resolverlo todos en conjunto, pues es un problema de naturaleza social. Nadie puede mantenerse al margen de este problema que ahora tiene más de 15 años de existencia. Yo creo que si hubiésemos iniciado un trabajo de campo de este tipo en las zonas donde estos grupos están presentes, hoy no estaríamos lamentando una muerte más como la de la joven contadora Paola que hace poco falleció, victima al parecer de la acción proveniente de un miembro de la Barra Brava de la U.
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