Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
29-12-2014
¡La juventud vota con
los pies!
Los pueblos votan en las urnas pero también, como en el caso
de la juventud peruana y sus multitudinarias marchas, lo hace con los pies,
expresando su repudio y protesta por la llamada ley juvenil. Ningún adefesio
que se "edifique" sobre la violación o enajenación de derechos adquiridos
puede pretender legitimidad. Y los muchachos en las calles así se lo han hecho
saber al episódico gobierno de Ollanta Humala.
La tal disposición está herida de muerte y debe caer, sin
pena ni gloria, con sólo descaro porque su propósito fundamental ha sido
favorecer a empresarios especialistas en sacar la vuelta a los beneficios
laborales y eximios en explotar, rotar, echar y abusar de la fuerza de trabajo
de los desempleados, en este caso de los más jóvenes. Ellos, por su propia
dinámica han dicho que ¡No!
Sin capacidad de respuesta o con anémicos arrebatos en esa
dirección, el gobierno de Humala debiera tomar nota del asunto que no se
circunscribe tan solo a la ley juvenil: de ahora en adelante, los intentos
golpistas, los sueños de perpetuarse por angas o por mangas, en Palacio,
tropezarán dura y tenazmente con una juventud que no es ni cándida ni estúpida.
Estúpidos sí son los asesores y sus devaneos pro-empresariales.
Más de una vez he sostenido que las generaciones que están
en la cosa pública desde hace más de 40 años ¡han fracasado! Es hora del relevo
generacional, los perdedores, los que no pudieron plantear y navegar con
bitácora genial al Estado, sólo exhiben las lacras de sus robos y estafas que
no sólo se verifican en las exacciones sino también en lo que dejaron de hacer.
El balance de la producción "intelectual" -de algún modo hay que
llamarla- es insuficiente y asimétrico: las mediocridades son mayoría infame.
Por tanto, todos los que ya fueron ediles, alcaldes,
presidentes regionales, parlamentarios, presidentes del país, debieran entender
que ¡nunca más! pueden albergar sueños reeleccionistas. ¿Cómo se concilia la
palabra renovación con el onanismo de tagarotes y buscones a quienes les
encanta vivir de la cansada ubre del Estado?
Una pregunta fundamental deviene obligatoria: ¿ha entendido
la juventud que tiene que licenciar, jubilar, echar por todos los medios
posibles, a quienes hoy representan el oscurantismo y la garrulería en lugar
del certero paso de los vencedores? Esta interrogante es fundamental. ¿Han
entendido los jóvenes que la hora ha llegado? Lo anticipó Manuel González Prada
quien dijo ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!
Pero ¿quién o cómo se resuelve la brecha generacional? Me
atrevo a pensar que un rasgo generoso, genial, rector y capaz de soldar
voluntades, tendrá que ocurrir cuando los jóvenes despidan a los viejos
derrotados pero pidiéndoles el consejo de su experiencia. Mal que bien eso no
se puede borrar y acaso constituiría una fuente muy rica para que los noveles
no incurran en yerros abominables. Entonces, llegará la hora del ¡abrazo
generacional! y las trompetas de Jericó anunciarán al nuevo Perú libre, justo y
culto.
Ciertamente, la mamadera del Estado es uno de los placeres
más ricos para los parásitos que viven invadiendo, cada cierto tiempo, los
sucesivos gobiernos. Peluqueros sociales, impostores, intelectuales a la carta,
tecnócratas vendepatria, logreros de toda laya, han enflaquecido al Estado
succionando sus jugos vitales y todo el dinero de los contribuyentes.
Con una juvented votando su indignación y su condena a leyes
que violan otras conquistas sociales, se marra un retroceso. Y todo indica que
el susodicho esperpento no tendrá otro camino que la tristísima anulación. Y,
por consiguiente, la derrota política ¡y en las calles! de una administración
que advino plena en esperanzas, muchas de las cuales han sido tronchadas y
traicionadas.
A los jóvenes, a los adalides nuevos toca la responsabilidad
de no dejarse manipular por veteranos pelafustanes. Repitamos la palabras
esenciales del Himno de los Estudiantes de 1922:
"Juventud, juventud torbellino,
soplo eterno de eterna ilusión;
fulge el sol en el largo camino,
que ha nacido la nueva canción.
Sobre el
viejo pasado soñemos,
en sus
ruinas hagamos jardín
y
marchando al futuro cantemos
que a lo
lejos resuena el clarín."