Friday, October 13, 2006

Biografía - El despertar de la identidad por Cecilia Bustamante(c) *

Biografía - El despertar de la identidad por Cecilia Bustamante(c) *
Extramares@aol.com www.cecilia-bustamante.com

Mi padre fue Carlos Alejandro Bustamante Vernal (1898-1986), mi madre
Gabriela Josefina Moscoso Velarde (1911-). Mi familia proviene de
Santillana del Mar, Cantabria. Mi rama tiene ya 9 generaciones en el
Perú. Vinieron al Perú en el siglo XVII a Iquique y Tarapacá, hoy
Chile. Un hermano quedó en Chile, el otro se fue a Arequipa, Perú.
Familia muy activa en la vida cultural y política de mi país y por
donde han ido. Somos trashumantes.

Mis antepasados los Vernal y García y los Vernal y Castro fueron
dueños de las salitreras de Iquique y Tarapacá. Los ingleses y los
alemanes ocasionaron la Guerra de 1879 entre Chile y Perú; porque
querían el salitre, lo que fue una lástima ya que poco después los
alemanes descubren los fertilizantes artificiales. Luego de la Guerra
con Chile muchos en el territorio conquistado por Chile quisieron
seguir siendo peruanos y así lo solicitaron a Chile y se radicaron en
Arequipa y Lima. Pero aún tengo familia en Chile.

Había el amargo recuerdo de que Alfonso Ugarte Vernal, el heredero de
la tal fortuna testó al Perú, antes de la Batalla de Arica, lo que
quedaría por negociar con Chile, la derrota era prevista. Sus restos
nunca fueron encontrados ya que se arrojó desde el Morro de Arica por
salvar la bandera peruana. Habían muchos otros cuerpos destrozados de
soldados, abajo, a la orilla y entre la espuma del mar. El había
vestido a su Batallón Iquique y sus prendas personales llevaban su
monograma que muchos soldados portaban como parte de su vestimenta.

Somos de raza longeva, en nuestro escudo de armas dice "Ya se divisan
los estandartes/de los fuertes Bustamante…" etc. Muy resistentes
somos. El ex Presidente Bustamante y Rivero vive aún cuando escribo
estas cuartillas. Estuve en Lima no hace mucho y fui a verlo en el
Hospital Militar donde estaba hospitalizado. Pese a su ancianidad
conserva su prestancia y mucha lucidez. Recordaba la Barcelona de 1971
aquel año que él pasó por allí. Tampoco olvidaba que yo era 'la
poetisa' - fue el lazo que establecí temprano con él desde cuando
estaba en el colegio. Le complacía mucho que escribiera. De pronto sus
recuerdos retrocedieron quién sabe a cuándo y me preguntaba por mis
abuelos como si toda esa generación estuviese viva. Mi abuelo Carlos
Eugenio Bustamante Gandarillas murió a fines de los 40s. y José Luis
creía que el ayer era hoy.

Cuando salí del colegio me presenté a la Univ. de San Marcos y me
hicieron cambalache con mi examen, un tal Prof. Saberbein o algo así.
Reclamé hasta hartarme al Secretario General y como no resolvieron el
asunto, una mañana me vestí con mi nuevo vestidito rosado y me fui
caminando hasta Palacio, tendría 16 años, y poca idea del protocolo.
Entré muy suelta de huesos y dije "quiero ver a mi tío" Se acercó un
edecán uniformado y guapo que se llamaba Ricardo Bouroncle, luego que
le expliqué el motivo de mi queja, me dijo, algo divertido, "muy bien,
pero se necesita tener audiencia, así que ya te llamo." Cuando me
llamó me bloqueron la llamada por mi audacia y por comportarme como
una trepadora. Así se transtornó mi vida. Mas tarde él guapo edecán se
casó con la hija de Pepe Lucho.

Mi madre es natural de Caravelí, un valle hermoso en Arequipa. Se
llama Josefina Gabriela Moscoso Velarde. Se casó con mi padre cuando
era una chiquilla famosa por su belleza. La fue a conocer atraído por
la fama de la "Muchacha de Caravelí". Estaba trabajando con un grupo
de ingenieros en la construcción de lo que mas tarde fue parte de la
Carretera Panamericana, con su amigo el Ing. Edgardo Portaro Mazotti.
Eran muy jóvenes y venían de terminar trabajos en el norte con el
legendario Ing. Fermín Málaga en el Santa, era éste ing. precursor de
las modernas comunicaciones viales del país. Ilustremente olvidado. Mi
abuelo materno Abelardo Moscoso era minero en las minas de oro de
Acarí, murió con la "enfermedad de la mina."

Mi padre trabajó desde los 15 años por todo el Perú. Cuando niño
cazando palomas en su fundo Muñoz regalo de su padrino Fermín Vernal,
se voló tres dedos de su mano derecha y por eso le llamaban "el Mocho
Bustamante." Matucana, las minas de Casapalca, Atacocha a 5,200 metros
de altura sobre el nivel del mar lo vieron pasar. Era aventurero, de
vitalidad exuberante y una natural alegría que le permitía disfrutar
de todo como un niño. A mí no me parece que él hubiese muerto el 9 de
diciembre de 1986. Por teléfono me dijo "ven, te espero..". Viajé
difícilmente y hasta hubo incidente en el avión en que iba, estaba
cargado de drogas y lo detuvieron en Port au Prince y nos quitaron el
equipaje. Yo pensaba que mi padre ya no me iba a esperar. Pero llegué
a Lima temprano el 9 de diciembre y luego de vernos, murió ese mismo
día. Cuando me escribía firmaba "tu padre, el Quijote y poeta."

Cuando viviamos en Parihuanás en los Altos de Frías en las sierras de
Piura, tenía yo 3 años y medio y lo veía irse de madrugada en su
caballo, perderse en la niebla del campo. Aprendí a levantarme para
tomar desayuno con él; luego me sentaba en los escalones de piedra de
esa aislada casa hacienda en Piura. Cuando regresaba sentía el
tintineo de sus espuelas de plata. Y le decía cuando se apeaba, en mi
media lengua algo que él siempre repitió al acordarse de mí "…mamo
tomá yayuno güeta" (vamos a tomar desayuno de nuevo). Todo era de
plata entonces. Los orfebres de Chulucanas derretían bolsitas llenas
de monedas de plata 425 que mi madre enviaba para que le hicieran sus
cubiertos. Yo sólo tengo una cucharita de café que ya di ya a mi nieto
Gabriel Pumawari Dávila Bustamante.

No he conocido nunca a otro ser humano, enlazado como él, con todo lo
que vive. Nada hermoso podía pasar por alto, así fuera una piedra, una
planta, un pájaro, un arroyuelo, una nube, un abismo, una cantárida,
la luna. "..y la luna cambió entonces con la dama, la amistad de una
mirada..".

Sin fin eran su amor y su asombro. Amaba a sus padres con devoción,
como si les diera las gracias por haberlo traído a este lugar tan
hermoso. Pasaba por alto todo lo desagradable y veía solamente el lado
bello. Un espíritu libre. Sus ideas eran nacidas en una época en que
las tales llegaban de Europa bastante atrasadas. Lo escuché desde que
tengo recuerdo, hablar entusiasmado de cómo el mundo iba a cambiar
para que hubiese mayor justicia y cómo la riqueza no podía ser solo
para unos pocos y cuán necesaria era la educación. El no fue un
revolucionario, sino un visionario: introdujo cultivos nuevos en la
zona en que vivimos luego, alla por el Valle del Huallaga, su idea del
auto-abastecimiento, es como el desarrollo sostenible mas de medio
siglo después. Creó su periódico "La Voz del Centro" en Cerro de
Pasco.

Al viajar desde niña con él por los accidentados caminos del Perú, a
veces a caballo, a veces en desvencijados camiones o en el increíble
Ferrocarril del Centro, realmente mis padres "me abrieron el corazón
para el mundo" se inflamó mi imaginación infantil. Conforme iba
avanzando el ferrocarril nos iba relatando cómo Enrique Meiggs había
dirigido esa hazaña humana, una de las maravillas del mundo era
entonces y cómo los trabajadores fueron diezmados por la verruga,
conquistando los Andes, construyendo el puente del Infiernillo.

Volviendo a mi madre. La Muchacha de Caravelí Doña Chepa vive aun* en
Lima; tuvo con mi padre once hijos, yo soy la segunda. Ocho hijas y
tres hijos. Tienen muchos nietos y biznietos. La familia de mi madre
proviene de Pontevedra, Galicia. Su familia radicó en Arequipa. Su
padre fue Abelardo Moscoso Correa y su madre Natalia Velarde Ramírez.
Mi bisabuela materna Dña. Pascuala Correa enviudó tres veces, casó con
un señor Franco, Linares, y con un señor Ramírez. Mi madre quedó
huérfana y ella la crió realmente como una madrastra de los cuentos.
También había pues, ceniza en la niñez de La Muchacha de Caravelí.

A través de mi madre que es de aguda inteligencia, tenemos lazos con
los Tristán Moscoso. La famila que dio a Flora Tristán Moscoso,
precursora del socialismo. Hija de Mariano Tristán Moscoso, Flora fue
abuela de Paul Gauguin, hijo de su hija Alina Chazal por quién una de
mis hijas lleva su nombre. Paul también tuvo una hija Alina. Todas
estas historias de la familia las escuchaba desde muy pequeña, así que
eran parte de la educación y formación de mi identidad. Mi abuela
Josefina Vernal y Luza fue mi educadora, diré con justicia. Era ciega
y escuchaba mucho la radio, le gustaba un programa que tenía de fondo
musical 'Barcarola' de Offenbach…y, claro, seguir el desarrollo de la
Segunda Guerra Mundial. Yo era su lectora de cosas que aun no captaba
bien. Y ésto sucedió ayer.....

Doña Chepa no es triste como la madre de Valdelomar, callada, sí y
sabía también. "Mi padre era callado, mi madre era triste / y la
alegría nadie me pudo enseñar.." dice el autor de "La Ciudad de los
tísicos".

Estas cosas pasaron pues, en mi vida. Las reseño porque desde tan niña
las grabé temprano en la memoria y para que recuerden los que ésto
leen que los niños "ven lo que los mayores no vemos" como dice
Arguedas en "Los ríos Profundos".
*Mi madre falleció en Lima, el 9 de julio de 1998.

Nota - Respuesta fué originalmente un pedido del Dr. Angel Flores (*),
quien iba a publicar un libro para Editorial H.W. Wilson Co. de New
York. Escribió de Albuquerque, New México. Como era una enciplopedia
de una fuerte editorial, pedí pago y se negaron. Así que este recuento
quedó en mis archivos. C.B.
…………………………………………
*Pocos minutos hace (13-10-2006) que hablé con la hija de Cecilia
Bustamante, Cecilia Inés. Me confirmó la tristísima noticia de la
partida de nuestra gran poetisa peruana hacia la eternidad y al
recuerdo imborrable de su producción feraz, patriótica, valiente,
insobornable. Cecilia Bustamante Moscoso es el paradigma de una mujer
de polendas que nos deja el ejemplo de un comportamiento altivo por
humilde, cariñosa por recta, digna por enérgica. Son miles los minutos
en que nuestras voces se confundieron en mil y un planes a los que
Cecilia concurría con su sabiduría legendaria y paciencia de matrona
jugada en mil avatares. Fue el teléfono, el correo electrónico, la
modernidad, los escenarios que me permitieron conocer a una valiosa
portaestandarte de peruanidad. Ahora que se ha ido, la siento cerca,
muy cerca. ¡Descansa en paz, Cecilia! (Herbert Mujica Rojas)

2 comments:

Armando said...

Don Herbert
Hermoso recuento de la poeta Bustamante. Ella estudió en el colegio Miguel Grau, si no me equivoco, cuando la directora era Esther Festini, la primera mujer peruana en obtener un título universitario en educación. En ese colegio estudiaron mi madre y mi abuela. Esta última a principios del siglo XX, siendo mi madre ya contemporánea con Cecilia. Yo no comulgo con sus ideas de izquierda, pero a diferencia de los izquierdistas, comprendo y respeto su posición política, nacida de su rebeldía de "niña blanca" serrana despreciada en Lima (muy parecido al origen social de la mayoría de líderes caviarones y senderistas). Lo interesante para el historiador es su origen tarapaqueño, con apellidos entrañables, como que está emparentada con los Vernal de Iquique y los Luza de Pica. Que pena que haya fallecido (relativamente joven) ya que me hubiera gustado contactarme con ella para conversar sobre el tema de su familia exiliada de Tarapacá. Sangre maravillosa la de nuestra tierra tarapaqueña, que dio algunas de las mejores familias del Perú, destrozadas por una guerra que sólo sirvió para que los ingleses se llenen de plata (y de estiércol, claro).

Herbert Mujica Rojas said...

Apreciado Armando:

Bellas palabras de remembranza que Cecilia hubiera gustado escuchar, atenta, generosa y memoriosa como era ella. Pasados los 73 ò 74 se nos fue Cecilia para no volver sino en el recuerdo de sus obras y críticas, siempre duras y afiladas. Y sobre su familia en Tarapacá, gustaba hablar siempre y con una capacidad de dulzura virtud de almas buenas como ella. Muy amable por sus palabras y para Cecilia, un abrazo, en donde esté. Que sé muy bien que usted comparte esta salutación a la inmortalidad. Gracias.