Recordando al c. José García Zegarra
por Jesús Guzmán Gallardo; jeguzga@hotmail.com
27-11-2010
Llegué al Club Infantil 23 de Mayo el verano de 1960, con mis 11 años a cuestas, para integrarme a la academia de ingreso a secundaria que la CHAP sostenía con su propio esfuerzo; y fue así que conocí al c. José García, relación que solo se interrumpió con su muerte acaecida en febrero de 1985.
Era otro el Partido Aprista que cobijó a esta organización de niños, única en su género, totalmente alejada de las ambiciones mezquinas y episódicas como de los antivalores que degradan al ser humano y que podían encontrase aún en otros niveles de nuestra agrupación política como en cualquier otra. Y digo que era diferente el Partido, por la forma cómo se manejaba éste en un ambiente de confianza y respeto a las normas partidarias y a sus dirigentes; y que siempre reconocieron la eficiente labor educativa de la CHAP con los niños más pobres, en clara coherencia con el testimonio de la vocación de un movimiento revolucionario que auspiciaba la atención privilegiada a los niños humildes y desheredados del Perú.
Es por ello que siempre se calificó como apostolado auténtico la labor del c. José, habida cuenta que lo dejó todo para dedicarse con absoluta transparencia y sin reticencias a un trabajo propio de gigantes, que nadie ha podido ¡siquiera! imitar en su nobleza, desprendimiento y entrega sin dobleces.
Nos enseñó todo lo que la misma escuela o el colegio no podía entregarnos, es decir: a ser generosos sin abdicar del coraje con que hay que enfrentar las dificultades, inclusive las tragedias, como lo fue la muerte sin sentido de nuestros hermanos Cachay y Pintado en un accidente de tránsito en circunstancias que se desplazaban para llevar alegría y entretenimiento a otros niños. Fui testigo de excepción del dolor sin límites que sintió nuestro c. García en aquellos tristes y difíciles días durante los cuales no durmió ni probó bocado alguno, privaciones de un elevado espíritu que nos legó con su ejemplo el significado de la responsabilidad y el sacrificio.
Fue un maestro a carta cabal como muy pocos, nos enseñó a despreciar la adulonería, el halago fácil y la obsecuencia propia de los espíritus débiles. Aprendimos a valorar el trabajo con alegría y disciplina, el sentido fructífero de la puntualidad, así como el de la unidad y la fraternidad que emergía del trabajo en equipo, esfuerzo espartano y desinteresado que gestó el amor por nuestro club. Supimos del cariño y recuerdo por nuestros héroes y mártires en lecciones interminables, en largas noches de tertulia pedagógica. Nos hizo comprender y entender, siendo adolescentes, porqué valorar, admirar y respetar a Víctor Raúl, a los lideres y dirigentes en razón de su lealtad, honestidad, entrega y sacrificio por el ideal abrazado a temprana edad, cosa que hoy no existe en los ilegítimos y pseudo dirigentes.
Su personalidad labrada en la lucha contra el tirano Odría, imprimió a la Chap de una fortaleza y rebeldía frente a las injusticias de adentro y de afuera, no se aferró a las conveniencias de los cobardes, ganándose, por lo tanto, el afecto respeto y veneración de los que lo conocimos. Su docencia trascendió los linderos del local central del Partido, lo que explica por qué tantos padres, muchos que no eran apristas, confiaran a sus hijos en la seguridad que estaban en buenas manos.
Nadie que haya pasado por sus aulas, podrá olvidar los campamentos, las actuaciones y las giras al interior de la república, en cuyas presentaciones despertaba nuestro club gran expectativa e impresión por la forma disciplinada que los chapistas exhibían sus habilidades y destrezas en el teatro, banda de músicos, orquesta, etc. En suma, recibimos una educación que no se asemeja en nada a la que tienen Alan García y sus corruptos corifeos, que nunca supieron nada de la CHAP porque nunca pertenecieron a ella, ni menos a una organización juvenil o universitaria.
Este 27 de noviembre, fecha en que recordamos el natalicio del c. José García Zegarra, renovemos nuestra adhesión a nuestra alma máter, que es única y no pertenece a nadie en particular, llamemos la atención a los que la han dividido y que sepan que estamos atentos a su conducta que no corresponde a la de un verdadero chapista.
Mi homenaje y recuerdo permanente al fundador del Club Infantil 23 de Mayo, querido c. José García Zegarra, maestro incorruptible y enseña sin mácula de sus discípulos. Este día volvamos a entonar el himno de la CHAP con el corazón henchido de orgullo que nos recuerda nuestra intransferible misión: "Vamos chicos, vamos a marchar, somos la vanguardia de la Libertad…….".
¡Hasta siempre c. José García Zegarra!
2 comments:
gracias por todos estos recuerdos y de veras como hace falta personas como el c. Jose Garcia Zegarra
la vida
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