Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
5-10-2025
¿Risa optimista en este valle de lágrimas?
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Evidentemente hay que estar
semi-locos u orates completos para aventurar en este valle de lágrimas, cada
cual con sus características, la rueda dislocada que es el Perú entero.
La sola pregunta es atrevida
porque el recuento simple de ocurrencias nos sugiere que quien o quienes lo
afirmen, simplemente ¡les patina el coco!
No hay un día en que un par
de ajustes de cuentas nos sumerjan a lo más oprobioso del crimen. Y las
víctimas son, indistintamente, hombres o mujeres, jóvenes o mayores.
La estadística de robos,
hurtos, asaltos violentos en todo el Perú llaman a zafarrancho de combate y
menudean los alaridos pidiendo que entren los soldados a custodiar nuestras
principales ciudades.
La idiotez se nota ipso
facto: los soldados no están entrenados para perseguir rateros o políticos
delincuentes sino para obras de apoyo e infraestructura y custodia de nuestras
fronteras.
¿Se puede ser optimista en el Perú?
Cuando uno se atrasa con
algún banco, menudean las amenazas de juicio, medidas cautelares de embargo y
de poco sirven los sectoristas malcriados y matones que no “reconocen” los
depósitos que el cliente hace.
¡Peor aún!, sé de casos en
que desalmados clonaron las cuentas, compraron artefactos y toda clase de
cosas, llenaron combustible y el banco no admite que es error de ellos porque
el cliente no usó nunca su tarjeta de débito o crédito!
Cuando el banco y sus matones
en juzgados, policía y sectoristas reclaman, tienen la razón. El cliente
esquilmado debe esperar que se esclarezca su caso y, nadie sabe con exactitud
cuando le devolverán su dinero.
En Surco conozco una tienda
en la carretera al sur que vende unas galletas, Margarita, con 4 paquetes, a S/
6 (seis soles). Un par de kilómetros hacia Lima, en otras tiendas, las
encontrará a S/ 4.30. ¿Qué, la municipalidad no sabe de estos desmanes y robos
descarados?
Cada municipio fija el monto
de los arbitrios. En La Molina, según me dijo una voz autorizada, acaban de
subirlos al doble. Pregunté al interlocutor furioso: ¿te han mejorado los
servicios? La respuesta no dejó lugar a dudas: ¡están cada vez peor!
Cuando se cobra desde el
Estado (municipio), más por menos ¿no es un asalto al ciudadano que tiene que
ver cómo consigue los recursos? Si usted falla, hay cobranzas coactivas y los
matones pueden ir a su casa para asustarlo y eventualmente sacarle en forma de
embargo lo que estos malhechores consideren, garantice el pago de la deuda.
¿Se puede ser optimista en el Perú?
Mirar el olimpo político
nacional nos transporta, como por arte de magia, a la sentina de un navío al
garete. Mentirosos, faranduleros, miopes, tartamudos e ignorantes,
anti-virtudes, todas, que ostentan con brillo insolente hombres y mujeres en la
cosa pública.
Ir a contracorriente no es
una mala práctica, sobre todo cuando se aquilata bien que los fangos y
desperdicios, no pueden ganar la partida por construir una nación que antaño
fuera fanal y centro geopolítico de buena parte de Sudamérica.
¡Nos hemos olvidado de ese
pasado cuyas huellas están a lo largo y ancho de buena parte de nuestra actual
Indoamérica! Entonces a retos gigantescos, hombres y mujeres de vigor
mayestático e invencible.
El peruano tiene el gravísimo
problema que le han negado conocer su historia, la real, no la alambicada por
historiadores primos, hermanos o descendientes de los traidores que se hicieron
cuentos sobre su falseada heroicidad.
Ante auditorio juvenil conté
cómo Nicolás de Piérola, casi a fines de 1881, en Lima y sin mando alguno, no
tuvo mejor idea que solicitar visado a su salida a Europa al jefe de la
ocupación chilena en la capital: Patricio Lynch.
¿Qué escribieron los
historiadores? Muy poco, casi nada, usaron una garrocha y eludieron el
vergonzoso capítulo del huidizo enano perinola.
La conducta errática,
bobamente mesiánica, torpe y miserable de Piérola facilitó que los días 13 y 15
de enero de 1881 y con miles de muertos caídos en la fallida defensa de la
capital, ésta se perdiera y abriera las compuertas de una ocupación extranjera
vergonzosa.
¿Cómo se llaman las
principales avenidas de las ciudades, TODAS, en nuestro país? ¿No llevan el nombre
de este ruin aventurero que la historia plástica, elogia y pone en un nivel del
que carece absolutamente?
Sí creo que se puede ser
optimista aunque se muera en el intento. Introducirse en las tinieblas de la
mediocridad para alumbrar los caminos que recorrerá el hombre libre y porque es
hora del abrazo generacional, los que se van aportando su experiencia con los
que vienen con su juventud aguerrida y, sobre todo, limpia de polvo y paja.
Tiempo de construir un Perú
libre, justo, culto y digno, como anticipó Haya de la Torre en su mensaje del
28 de julio de 1978 ante la Asamblea Constituyente.
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