Saturday, October 04, 2025

¡Chamba después de los 40!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

4-10-2025

 


¡Chamba después de los 40!

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Probablemente las opciones que brinde el ámbito digital, la inteligencia artificial y otras nuevas herramientas tecnológicas, procuren chances y caminos pero la génesis es bastante joven.

 

Cruzar las cuatro décadas, y hacerlo sin chamba, es en el Perú, también pretexto de discriminación, olvido, desprecio, compasión y poco importa el color de la piel o el origen cuando se posee este inevitable pasaporte que nos regala Nuestra Señora la Vida.

 

No sólo hay elusión con los cuarentones, cincuentones o sexagenarios, sino que para las empresas globalizadas y tan modernas, siempre será más barato –léase rentable-, contratar a un par de mozalbetes que juntos no llegarán a lo que valdría sufragar la capacidad experta de un profesional con esos años a cuestas.

 

¿Quién se preocupa de los derechos humanos de estos hombres y mujeres con diplomas, maestrías, viajes, posgrados, que están muertos en vida, sin poder transmitir su sabiduría a las nuevas generaciones? Esta lacerante verdad toma caracteres de aberración inverosímil y cotidiana, muy corriente.

 

Muchas veces hemos comentado acerca de esos compatricios creativos que buscan en el comercio ambulatorio, una salida honesta para no discurrir por el crimen desbocado. Además, no todos pueden ser estafadores, monreros, racistas, panzones aprovechadores de dólares o euros foráneos como los “luchadores” de las organizaciones de nuevos gángsteres, por la simple razón que entonces dejaríamos de ser una sociedad, para transformarnos en una tierra o un páramo en que nada es respetable.

 

Agreguése, pues, la edad, como un factor que a partir de cierto guarismo, conspira contra sus dueños, haciéndolos pasibles de despidos, obliteraciones e injusticias al por mayor. Basta con peinar canas o poseer cabellos níveos para la pregunta automática: “¿qué edad tiene?”.

 

La maldición de los 40, 50, 60, tiene una particularidad irrefutable: ¡todos van a pasar por ella a menos que la parca los reclame antes! Por tanto, bien vale la pena reparar en cuanto vamos diciendo sobre este asunto.

 

En nuestros días ¿se acaba la vida a los 40, 50, 60?.

 

¿A qué edad culmina la capacidad de entrega y realización del ser humano?

 

A mí me seduce y, hasta ahora no hay quién me persuada de lo contrario, (y he escuchado respetables opiniones de personas honestas): sólo el día en que uno se muere, finaliza el viaje.

 

¡Ni antes, ni después! ¿Con qué derecho un país de crisis institucional permanente puede darse el lujo de matar en vida a miles de científicos, maestros, profesionales de todo orden, por el hecho dudosamente criminal de haber pasado los 40, 50, 60?

 

En otras culturas, quienes tienen más edad, más o menos concitan la atención porque se los reputa o reconoce por el camino transitado y también se estima que pueden aportar a la construcción de un país con conciencia patriótica y ciencia adquirida en el estudio académico y de campo. ¡A los 50, 60, 70 u 80!

 

Para los que apenas cruzan el umbral fresco de la veintena, los cuarentas, cincuentas o sesentas, están muy lejanos o son apenas figurables. Eso es obvio, pero en un tris tras, porque los años pasan raudos, las hebras níveas asoman y la tranquilidad conquista –le llaman reposo o reflexión-, a buena porción de estos de la segunda edad y de repente cada quien puede contar su historia mirando hacia atrás.

 

La vida no da tregua y sus fuegos queman al amanecer de los encantadores 20s cuanto que al atardecer temprano del adiós que empieza su génesis tímida en los 50s. Pero la vida es una sola ¡y hay que vivirla!

 

¿Cuántos miles de hombres o mujeres que aún quieren contribuir con su patria, con lo que aprendieron, estudiaron y trabajaron, desean seguir haciéndolo?, ¿por causa de qué no involucrar a estas columnas preparadas para la cruzada constructiva y forjadora en el esfuerzo de renacimiento espiritual y moral que el Perú necesita con tanta urgencia, so pena de morir como país y conjunto social?

 

¿Quién enseña a la juventud a respetar a los mayores? ¡Antigüedad es clase!

 

¿No es acaso este drama una realidad lacerante a lo largo y ancho del Perú? Con ellos y en homenaje a estas legiones de compatriotas, de los que soy parte –por razón de edad, aunque mi locura es congénita e intransferible y eso sí no cambia-, este humilde reconocimiento a su entrega perenne.

 

Nótese un hecho irrefutable: son algo así como 400 mil peruanos, jóvenes, los que abandonaron el Perú y se fueron para buscar, en tierras ajenas y con otras legislaciones, el porvenir a que tienen derecho, ellos y sus familias.

 

Un cálculo de hielo nos llevaría a las conclusiones que si porque pasas los 40, 50 ó 60, cada día tienes menos posibilidad de chamba, ocurre algo similar en los más jóvenes que por todo expediente resolvieron irse del Perú.

 

Mientras que gobiernos profundamente mediocres alienten las cortinas de humo, los psicosociales perversos y sigan empujando regímenes en que minorías insolentes acaparan la inmensa mayoría de ingresos y el resto sobrevive, la debacle persistirá cuesta abajo la rodada.

 

Y en el fuego de la promesa de persistir en el esfuerzo informativo, la agitación de banderas, lemas y cánticos de gracias a la vida, ayer, hoy y siempre.

 

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

 

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

 

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

Thursday, October 02, 2025

Comida ¿futuro del país o buen negocio a secas?

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

2-10-2025

 


Comida ¿futuro del país o buen negocio a secas?

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Aunque parezca cándido, es obligatorio preguntar si el negocio de la comida generará los cientos de miles de puestos de trabajo principal y colaterales, como para que el país piense que es un camino de solución válido, moderno, ensamblador, unificador, temas de los que se anda predicando cada día más.

 

En mi modesta opinión, el tema gastronómico no escapa de ser una fórmula muy bien publicitada que retrata el mérito de hombres y mujeres talentosos en el arte culinario pero dudosamente aquello equivale a la provisión de soluciones integrales y transversales de las que Perú urge y de las que el país está a años luz.

 

Reflexionemos sobre algunos asuntos.

 

La indefensión militar de la Patria no es ningún secreto, años de descuido, planteamientos aberrantes, concepciones burdas, han logrado hacer precarísimas nuestras extensas fronteras contra la invasión de cualquiera que desee hacerlo. Y hay precedentes históricos.

 

No sólo eso. Al habitante se le embute la especie que vive en un país con cifras económicas espectaculares y que lleva la delantera a otros muchos. Lo que no se le dice es que poco o nada de esos guarismos mayestáticos le benefician o le hacen un ciudadano incluido y con derechos en la bonanza.

 

Y las supercherías contribuyentes y publicitarias no cesan su encanto timador de buenas voluntades, de suerte que la Marca Perú con su logotipo, el lomo saltado y el cebiche, nos prometen con más restaurantes y enriquecidos cocineros, la panacea divina capaz de solucionar los gravísimos problemas de desigualdad e injusticia social que tradicionalmente fracturan a la Nación.

 

En casus belli, el invasor, al quebrantar fronteras de manera violenta, agredir a los habitantes, perseguir a los incómodos de opinión discrepante con su tropelía, romper la cadena de mando democrático que se da cada país ¿no estaría violando los derechos humanos de 33 millones de peruanos?

 

La seguridad individual sería una quimera, la colectiva una ilusión, la judicatura manejada a cañonazos y la quintacolumna al servicio de la bota foránea, nuevamente, nos devolvería al sempiterno estado de somnolencia y estupidez cotidianas de lamentar, luego de los hechos, por causa de qué se tomaron las previsiones y cómo no anticipamos lo que se veía venir desde mucho atrás.

 

¿Qué pasó en Perú entre 1879-1883?

 

Los partidos políticos que debieran ser escuelas de líderes son hoy apenas vulgarísimas factorías que producen pícaros hábiles para escamotear leyes y enriquecerse a costa de los impuestos que paga la gente.

 

El Congreso alberga decenas de ganapanes, con excepciones minoritarias, que hesitan mucho para entender que su representación es más bien ficticia que real y que no sirven casi para nada.

 

No pocas de las organizaciones de la sociedad civil apuntan a otros temas, con especial acento en los derechos humanos y descartan automáticamente cualquiera referido a una invasión militar por fuerza extranjera.

 

En Perú no se comprende que deviene imperativo la organización de un Estado Resistente:

 

“No hay tarea más urgente, como su nombre lo indica, para un Estado integral, que el de pilotear la resistencia como lucha nacional por la soberanía política, geopolítica, empresarial, comercial y popular. El Estado Resistente, por encima de parroquias o fratricidas divisiones debe congregar un frente único de capitales nacionales, trabajadores, empresarios, diplomáticos, periodistas, fuerzas armadas, organizaciones civiles y profesionales que construya los parapetos de la defensa doctrinaria y material y acaso, en horas no descartables, lidere el combate desalojador de los invasores. Ninguna creación, en la hora presente, será más gloriosa o heroica, que forjar esta ambiciosa e imprescindible herramienta de Resistencia Nacional como política de Estado.

 

En no pocos casos, los empresarios nacionales son desplazados por grandes empresas que no tienen nombre o apellido y sí poseen, en cambio, miles de millones de dólares en respaldo y Estados armados hasta los dientes para defenderlas en cualquier caso. Quien conoce de responsabilidades y planillas, sabe muy bien, que esta amenaza no puede enfrentarla sin ayuda de un marco legal legítimo y saludable para sus negocios y, sobre todo, para sus trabajadores quienes prestan a cambio de salarios a veces bajísimos, una contribución importante.

 

¿Cómo es que hasta ahora el periodismo no se hace presente en la defensa informativa de la Patria? ¡No sólo es que los sucesivos gobiernos consideren prescindible a la prensa sino también la dejadez e ignorancia indiferente –y cómplice- de los medios! La dictadura publicitaria yugula el 95% de las buenas intenciones, impone vallas y dicta qué se lee y cómo se envilece el saber público con escándalos, cortinas de humo, distractivos y morbo al por mayor con crímenes, acuchillamientos, atropellos y sangre por toneladas las 24 horas del día.” El Estado Resistente y urgencias premiosas http://www.voltairenet.org/El-Estado-Resistente-y-urgencias?var_mode=calcul

 

Con plantones, marchas con velitas y pancartas, megáfonos o lemas eufónicos, será difícil repeler la invasión.

 

Puede que la modesta sugerencia sea imperfecta. Acaso debieran pensar en otra. ¿O esperan a las tropas de ocupación y sus regímenes opresivos y yuguladores de todos los derechos humanos?

 

Comida ¿futuro del país o buen negocio a secas?

 

Una cosa es el buen olfato y tino para hacer billetes al por mayor y otra disfrazar con atuendos, mascarillas y música de fondo que parecieran invitar al hombre y mujer de a pie en un comercio puramente enriquecedor de sus dueños.

 

 

 

Wednesday, October 01, 2025

¡Quien roba no es político, es ladrón!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

1-10-2025

 


¡Quien roba no es político, es ladrón!

https://senaldealerta.pe/quien-roba-no-es-politico-es-ladron/

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La variopinta oferta de ladrones que hay en la cosa pública del Perú es nutrida y si fuera requisito para ingresar a las grandes organizaciones económicas del mundo, rato ya que nuestro país fuera asociado meritorio.

 

El periodista debe informar, no enmascarar ni condicionar, hechos y recompensas sucias, a la ciudadanía. El culto a la verdad, por encima de pequeñas parroquias debe presidir la acción de los hombres y mujeres de prensa. Celebrarlo todos los 1 de octubre ¡no basta!

 

Robar el dinero público o estafar la fe del elector, no es hacer política, es ser LADRON a secas.

 

La supuesta criollada o viveza con testaferros, es un crimen abominable. En cada ministerio o dependencia oficial, debiera haber un letrero gigante que proclame: ¡AQUÍ NO SE ROBA!

 

¿Qué es lo único que el adalid, líder, guía, debe poseer como distintivo fundamental de su influencia en los demás? ¡Su optimismo, fe invencible y determinación de triunfar!

 

A más dificultades o escollos, más entusiasmo contagioso a su alrededor.

 

¿Qué diferencia al líder, del seguidor común y corriente? Tengo la viva impresión que el adalid siempre sonríe, piensa y mira al horizonte.

 

Hacer y organizar son columnas de su pensamiento y, sobre todo, es un ser ético que NO roba dinero o bienes ajenos y que tampoco estafa la fe del pueblo.

 

Los grandes capitanes del pueblo, en el ámbito en que se desempeñen como dirigentes o gerentes, carecen del "derecho" al derrotismo.

 

El problema del Perú es que las pandillas, taifas, colleras o bandas de elementos delincuenciales, fueron audaces, atrevidas y se hicieron de la administración pública, de no pocos ministerios y en grupo y de manera masiva, desde Palacio de Gobierno, exprimieron al pueblo.

 

Los clubes electorales, alias partidos políticos, también sufren el imperio de entornillados dirigentes, viejos, anacrónicos, deshonestos hasta la médula, pero pretenden seguir como diputados o senadores, esquilmando al Estado.

 

Los discursos bellos, muy eufónicos, con voz engolada y juegos de diafragma muy bien entrenados ¡ya no convencen a nadie!

 

El último ejemplar que envileció la oratoria hasta niveles nauseabundos, prefirió por cobardía y mala conciencia, meterse un tiro, antes que afrontar sus picardías ante los tribunales de justicia.

 

Delincuentes en la cosa pública, por generaciones, han forjado un Estado servil para con el mandato de los poderosos y obsecuente con quienes pagan sus impuestos para mantenerlo.

 

La gran contradicción es mostrada como "normal" por los miedos de comunicación que embrutecen al lector, televidente u oyente vía los ríos de sangre que propagan durante las 24 horas del día y así en el decurso de meses y años.

 

Para hacer política no es necesario robar, transitar por los derroteros culposos de la coima ni el conchabo que edifica asociaciones ilícitas para desplumar al Estado.

 

Debe recordarse que el Estado es una convención ciudadana, una herramienta para cualquier gobierno y que su definición torna fundamental para saber qué clase de Estado o Estado de qué clase queremos.

 

¿Es posible ser honrado en la cosa pública en Perú? Una simple revisión de las principales entidades estatales nos daría un dictamen abominable.

 

Encontrar funcionarios honestos es casi una aventura porque o roban o dejan robar o se hacen de la vista gorda ante saqueos que malgastan el dinero del pueblo.

 

¿Cuántos pillos o pillas dejaron a su “gente” en los puestos claves para tapar sus trapacerías y ponerse a la expectativa de un retorno cuando se tiene amistades en los altos puestos?

 

El liderazgo auténtico requiere el mantenimiento perenne de conductas éticas tanto en la cosa pública, como partidaria o empresarial.

 

Perú tiene que fulminar de sus instituciones, a ladrones que llevan años en los puestos más altos. Y que han perfeccionado los métodos para robarle al Estado.

 

Paradójicamente ¿no es el dinero que elude pagar impuestos, a cargo de las empresas poderosas y sus gángsteres serviciales, tan o más grande que el que se recauda mensualmente?

 

Con esos billetes dejados de cobrar por el Estado, se podrían construir hospitales, escuelas, carreteras. Pero los cacos arrasan con el efectivo.

 

La sonrisa, el optimismo constructor, el entusiasmo edificante que amalgame voluntades que griten al unísono por la conquista de sus ideales, una tarea imprescindible y a la que no pueden renunciar quienes deben estar a la cabeza y en la primera fila de la responsabilidad en la marcha por las calles, en el micrófono de la tribuna parlamentaria o en el Ejecutivo en Palacio.

 

Hay, por último, lecciones en la historia del Perú de líderes que manejaron un estilo (“mesianismo constructor”) sin dañar a nadie e incluyeron en sus ejercicios democráticos a cientos de miles o millones, en la fe y en la convicción.

 

¡Por un Perú libre, digno, justo y culto!