Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
22-5-2017
¡El
titiretero francés y los pasaportes electrónicos!
No es infrecuente la intromisión en política
peruana de funcionarios foráneos. Es más, se pasean como Pedro por su casa, por
redacciones periodísticas, cabinas de radio y sets de televisión. Son metiches
y aprovechan del color de su piel y de las gratitudes que pueden mostrar,
eventualmente, para conquistar la simpatía de jefes de noticieros, editores en
mesa, directores de diarios.
Cuando un extranjero, digamos un o una
embajadora, se invitan solos al debate en licitaciones que conciernen al Estado
y a las empresas proveedoras, incurren en asunto vedado. Por más representantes
que fueren de sus países, hay una ley de contrataciones del Estado que
instituye muy bien quiénes son los que participan en un concurso internacional
de bienes a favor o solicitados por el Estado. En buen castellano ¡zapatero a
tus zapatos!
Pero ¿qué ocurre que so pretexto de
celebrar una buena pro un diplomático(a) se haga presente ante los medios para,
como es obvio, hablar bien de sus connacionales de la empresa ganadora?
Primero, es una impertinencia absoluta. Segundo, demuestra las fracturas éticas
del medio que recibe o invita maliciosamente al embajador(a). Tercero, que hay
combinación para hacer pasar como entrevista o reportaje lo que a las claras es
apología interesada en determinados negocios y documentos.
Pues bien aquí en Perú con el acápite de
los pasaportes electrónicos en Migraciones y Cancillería, ocurrió con
frecuencia en diversos medios con la aparición militante, fanática y desmedida
del embajador de Francia, Maurice Fabries y la titular de la Comunidad Europea
en Lima, Irene Horejs en el 2016 y 2017.
Pero, para ser justos con el lector, es
preciso recordar que en octubre 2015 se entregó la buena pro de pasaportes
electrónicos al consorcio franco-mexicano Imprimerie Nationale-Gemalto; y que
en diciembre ocurrió lo mismo con Cancillería en un proceso plagado de
irregularidades, a deshoras, sábados navideños, feriados, prisas apuradas y, como
cereza de la torta: ¡un jamás desmentido sobreprecio de casi US$ 16 millones de
dólares!
Encargados o por cuenta propia, no lo
sabemos del todo, el embajador francés Maurice Fabriès y la titular de la
Comunidad Europea, Irene Horejs, parecían dos propagandistas entusiastas y
celebraban que el monopolio Imprimerie Nationale-Gemalto, hubiera ganado el
capítulo de los pasaportes electrónicos.
El pretexto fue muy controvertido porque
en diciembre del 2015 Perú debía ya estar fabricando el pasaporte electrónico.
El ridículo no pudo ser mayor: mientras que el presidente de Colombia, Juan
Manuel Santos, en Bruselas, celebraba con su comitiva, la Exención de la Visa
Shengen por su documento biométrico, el jefe de Estado peruano, Ollanta Humala,
también en la capital belga, pedía disculpas porque no se había podido cumplir
con la exigencia europea.
¿Qué propaganda hacían entonces Fabriès
y Horejs?
En 1945, en Buenos Aires, el embajador
norteamericano, Spruille Braden, empezó a hacer de metiche bocón vía radios y diarios
en la política argentina. Y hasta tuvo el atrevimiento de pedir cita en la Casa
Rosada con Juan Domingo Perón ante quien hizo los reclamos que la política
oficial de su país, Estados Unidos, deseaba imponer allí mismo. Perón le
escuchó y luego le respondió: a quienes piden eso, en mi país se les llama
“hijos de puta”. Colorado de indignación, Braden abandonó con mucha prisa la
casa de gobierno y dejó olvidado su sombrero que sirvió para que los edecanes
de Perón jugaran una pichanga con dicha prenda que quedó absolutamente
deformada.
Como se ve este asunto de los bocones y
metiches en nombre de intereses privados no es un asunto nuevo en
Latinoamérica. No somos tan boca sucia como los platenses, pero ¿estarán
esperando los embajadores susodichos que les digan lo mismo?
¿Sabrá Emmanuelle Macrón en qué andanzas
camina su embajador en Perú? Hay que hacérselo saber, lo antes posible. Merci.
Au revoir.
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