Monday, January 03, 2011

Espanto en San Marcos



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From: Alexandro Saco <alexandro09538@gmail.com>
Date: 2011/1/3
Subject: Espanto en San Marcos
To: h m <herbertmujica@gmail.com>



 

Espanto en San Marcos

Renovación ideológica y lastre organizativo

La herejía de una generación es la ortodoxia de la siguiente. Sigmund Freud.

Hace unas semanas en la Universidad de San Marcos se desarrolló un encuentro de jóvenes de izquierda, motivados por la búsqueda de la unidad de este espectro político para afrontar el proceso electoral de 2011. Iniciativa que se dio teniendo en cuenta que ya se habían visibilizado las diferencias entre los grupos de izquierda en la campaña municipal, haciéndose claro que existen dos corrientes, una que opta por acciones para un cambio drástico en el modelo y otra que se sustenta en un reformismo progresivo.

Uno de los resultados del encuentro debía ser un llamado a la unidad de estas fuerzas, pero esto se vio opacado por la súbita aparición de un alto dirigente de uno de estos grupos, que llegó, no se sabe si por propia voluntad o previa coordinación con la cúpula partidaria, para conminar a los jóvenes de su grupo a que no se les ocurra firmar un pronunciamiento que exhorte a la unidad de todas estas fuerzas. Ello debido a que las líneas establecidas por el partido debían respetarse y un llamado de este tipo podría ser utilizado por algunos con distintos fines.

Si bien esto último puede ser atendible en la lógica decimonónica con que los partidos peruanos se manejan, tranquilamente pudo haberse evitado el bochorno, y en todo caso ante el llamado a la unidad de los grupos de jóvenes ahí reunidos el partido pudo hacer alguna aclaración o deslinde antes que mandar un emisario al ceno del encuentro. Acaso para los que han trajinado toda su vida por estructuras partidarias este acto sea normal, pero para otros a los que antes que el partido nos interesa la libertad de pensar, decidir y proponer, la actitud de ese dirigente causa espanto, ya que ataca frontalmente la capacidad de los jóvenes para contradecir o recomendar a las dirigencias, y con eso castiga la posibilidad de crear alternativas en política.

Pero este hecho sirve para analizar dos cuestiones que tienen que ver con la llamada renovación de la política que muchos piden sin saber a qué exactamente se refiere. Si bien el tema es amplio y complejo, necesario es explorarlo:

¿Renovación generacional o ideológica?

Mucho se ha expresado en las últimas décadas en relación a que no se ha producido una renovación generacional en la política, y que ello impide que contemos con ideas y figuras nuevas. Tengo toda la sensación de que el asunto de la renovación política sea en la izquierda o en la derecha, no pasa por el tema generacional sino por el ideológico. ¿De qué sirve a la renovación de la política contar con muchachos y muchachas de menos de veinte o treinta años que persisten en ingresar a ésta bajo el manto de las ideas que se alumbraron hace un siglo o medio siglo, y que sobre esa base pretenden construir una nueva visión del país y del mundo?

Pues parece que no sirve de mucho. Es más, diera la impresión de que las nuevas generaciones han renunciado a proponer una distinta interpretación del mundo, que puede tener como fuente los legados marxistas, socialistas o liberales, pero no para repetir y repetirse sobre ellos, sino para hallar nuevas entradas a la realidad que pretenden modificar, ¿o acaso las ideas que ahora muchos jóvenes defienden no fueron puntos de quiebre con los paradigmas anteriores? Pues al parecer eso es lo que no se asume, y bajo la sombra marxista socialista, que ha aportado mucho pero se ha desgastado, pretenden cambiar las correlaciones del poder y de la economía en el país y en el mundo.

Muestra clara de ese desgaste ideológico es lo que ya se ha analizado: frente a la crisis más honda del capitalismo producida en los últimos años, las corrientes opositoras o altermundistas  no han tenido la mínima oportunidad de crear una corriente de pensamiento y acción que pueda justamente evidenciar los límites del capitalismo tal y cual hoy opera. Y eso no es producto de un tema generacional, sino de un desgaste ideológico. Para decirlo claramente: pretender cambiar el mundo hoy desde el marxismo, comunismo o socialismo tal y como los conocemos, es un desgaste innecesario. Las sociedades cada vez optan y buscan mayores grados de apertura en todo sentido, por eso descreen de discursos totalizantes, que pretenden encerrar la realidad desde una interpretación univoca de los hechos y de la historia.

Ello no significa desconocer que en el mundo persisten una serie de arbitrariedades y despropósitos que afectan a los que menos tienen y benefician a los que ejercen el poder desde instancias que influyen directamente sobre las estructuras estatales y sociales, y que una serie de intereses claramente determinados están haciendo del planeta y de muchas comunidades ambientes invivibles. Lo que quiere expresar este acercamiento es que el discurso y la ideología de izquierda tradicional han sido rebasadas por una realidad diversa, que la vertiente marxista trata de reinterpretar sin poder superar los lastres que la acompañan. Entelequias como el campo popular, el pueblo o las mayorías, son limitadas frente a sociedades diversas en las que las expectativas personales y colectivas tienen que ver con asuntos de libertad, justicia y derechos, pero no desde supuestos sólo colectivizantes.

Frente a ello el reto claramente no es generacional sino ideológico. La renovación de la izquierda, de la derecha o del centro, pasa necesariamente por proponer una nueva interpretación que se nutra de ideologías anteriores, pero que busque ser cancelatoria o al menos superadora de los planteamientos iniciales de aquellas. Si eso no sucede, el capitalismo y el neoliberalismo la tendrán cada día más fácil para deslegitimar propuestas y discursos que indefectiblemente maman y viven de corrientes aparecidas hace mucho tiempo. La ideología que superará al neoliberalismo, no nacerá del marxismo ni del conservadurismo, sino de otras entradas, en las que las sociedades diversas se identifiquen para así ir creando un nuevo paradigma que permita los cambios necesarios. El caballazo socialista expresado claramente en Venezuela, que las nuevas generaciones de izquierda en buena proporción avalan y alaban, es una caricatura inviable; se necesita más inteligencia y creatividad.

Estructuras partidarias en el siglo XXI

El otro aspecto que permite encarar la anécdota producida en San Marcos, tiene que ver con la estructura desde la que los partidos se organizan y que sigue siendo replicada en otras instancias de la sociedad civil organizada, donde existe un líder elegido o designado, un plenario, una instancia directiva y otra ejecutiva, todas ellas rodeadas de tantas comisiones como necesidad de tener puestos exista. Una de las razones que puede explicar el aletargamiento de los partidos en el Perú y en el mundo frente a la realidad social, es justamente esa forma de organización.

La diversidad local, nacional, regional y global, no es pasible de encasillarse en estas estructuras pretendidamente abarcadoras pero en la práctica a veces excluyentes. Es necesario aceptar que cada realidad necesita de una forma política organizativa ad hoc, independiente, y la ley debe adecuarse a esa realidad y no forzarla. En el Perú se exigen más de 150 mil firmas y unos ciento cincuenta comités provinciales como parte de los requisitos para legalizar un partido. Lo cierto es que la recolección de las firmas no tiene mayor utilidad para que la sociedad conozca qué propone el partido, y la mayoría de los que estampan su rúbrica ante la solicitud de los que se instalan en las calles y plazas, lo hacen con desgano y hasta para poder continuar su camino y dejar atrás a los solicitantes. Y en relación a los comités provinciales, es historia vieja que éstos son casi todos un letrero en una pared y que carecen de la mínima vida política; es decir son una formalidad que se puede superar con las firmas de una decenas de personas que posiblemente nunca más se junten para discutir el país.

Como se observa, las estructuras exigidas a los partidos políticos para reconocerlos legalmente, son casi un acta de estancamiento, la posibilidad de engañarnos: el JNE hace como si los papeles fueran realidad y los partidos se creen ellos mismos que sus papeles y estructuras son reales y guardan coherencia con las necesidades del país. Estamos viviendo un engaño mutuo, frente al que las voluntades de organización deben someterse ya que no existe otra vía para ser reconocido políticamente. Ello puede ser funcional a una democracia limitada como la peruana y dar la sensación de que el Estado hace el esfuerzo por organizar las demandas políticas, pero en el fondo es sólo un acto reflejo, necesario para lo administrativo, superfluo para lo sustancial.

Lo cierto es que eso es en lo que hoy debemos movernos, y que el paso hacia instancias que comprendan las necesidades sociales de libertad, justicia y derechos, tomará un buen tiempo, ya que la tradición política partidaria y jurídica estatal serán las primeras en poner el grito en el cielo ante el señalamiento de su incapacidad para abrir la participación política o al menos aligerarla.

Cayacs y buques

La renovación de la política no es un tema generacional, sino claramente ideológico, ya que podemos tener adolescentes que repiten doctrinas previas a sus abuelos o adultos que buscan superar el peso de aquellas, lo que para algunos dogmáticos de derecha o de izquierda será inaceptable; el hecho sucedido en San Marcos es parte indesligable de aquel paradigma languideciente.

Pero a su vez las estructuras organizativas partidarias son un juego de suma cero, en el que el Estado pone las condiciones sabiendo que el papel que las evidencia aguanta todo, y los grupos con aspiraciones políticas pagan su entrada al sistema con el mayor gusto, y ambos se auto engañan, acaso con buena voluntad, pero dejando que la realidad diversa e intensa pase por su lado como un río trasparente y torrentoso en el que el buque de la formalidad encallaría, pero por el que andan con sus rápidos cayacs las otras corrientes  y formas de hacer política en el mundo de hoy.

Alexandro Saco

30 12 2010





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