Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
21-10-2022
La sociedad tartufa
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La sociedad tartufa
peruana (hipócrita y falsa) que idolatra la mentira, la construye con acendrada
vocación falsaria, no se ha preguntado ni cuestionado ¿hasta cuándo la farsa
“construye” al Perú.
Cada vez que se pretendió
democratizar la tributación y que los que tengan más posibilidades den cuotas
mayores en impuestos, los grandes lobbyes soltaron a sus perros abogadiles a
entrampar las leyes, su reglamento y la efectividad de cualquier cobranza
coactiva.
Estado: ¡cuántas fortunas
ilícitas hay en tu nombre!
Si los hombres y mujeres
públicos, los que viven del impuesto que paga el resto y malgasta la burocracia
corrupta, tienen por norma hacer trampa y consagrar esas prácticas como las más
“eficientes”, es indudable el porvenir fallado que aguarda al país.
Una de las especies más
comunes pero más monstruosas es aquella por la cual, todo debe dejarse como
está porque “así es la política”. ¡Como si no hubiéramos tenido damas y varones
honestos en el cumplimiento del deber!
Las elecciones recientes
consagraron en Lima a un alcalde que debe más de 30 millones de soles en
impuestos y no los paga ¡porque no le da la gana! Y tiene amigotes en los
juzgados, en las comisarías, en todas partes. Prueba de ello es que nadie le
exige el abono que sí honra el resto de mortales.
¿No hubo un presidente a
quien, a cambio de favores dinerarios, le preguntaron “¿cómo es la mía? ¿No fue
el que en acto de cobardía se autoeliminó? Los viejos militantes de su partido,
conocieron el encierro, el destierro y, por último, el entierro. ¡Qué lejos
esos ejemplos!
A no pocos les parece una
picardía perdonable que varios ex mandatarios estén requeridos por la justicia
penal por robos y estafas. La vergüenza mundial es onerosa. No es ningún
consuelo que en otros países ocurra lo mismo. Mal de muchos, consuelo de
tontos.
Los partidos políticos
–más bien, clubes electorales- de cuya crisis no hay la más mínima duda; las
instituciones de todo pelaje y denominación,
Si la familia es célula
fundamental de la sociedad ¡precisamente! ésta está siendo demolida por unos
inmorales a quienes el país no importa, pero sí son de capital importancia sus
negociados.
Conviene preguntar de
frente y sin ambages tartufos: ¿tan bajo estamos cayendo como Estado que se ha
perdido todo referente a una estructura valorativa de auto-estima?
Las sociedades tartufas
que premian la hipocresía; elevan a estúpidos a la talla de prohombres o
intelectuales sin que lo sean, lastran su existencia, envilecen su presente y
su futuro porque acomodan su pasado con memoria selectiva pero, lo que es peor,
producen eructos históricos de ínfima calidad.
No parece raro, entonces,
que pandillas de necios que viven de dólares foráneos se hayan aupado y creído
el papel de formadores de opinión o que políticos ignaros y tímidos, no puedan
exigir un comportamiento moral porque simplemente carecen de aquél por gráciles
concesiones que otorgan bajo el supuesto muelle que nadie reclama.
Los sectarios, mediocres y
corruptos (semecos) encontraron en Perú abrigo y aliento, cuando debieron haber
sido expulsados por las buenas o por las malas.
Quienes no medramos de la
mermelada que pagan las empresas transnacionales que sufragan a borrachitos
sociales o que declinamos los favores compradores de conciencia, tenemos la
hermandad espiritual y el compromiso indeclinable con don Manuel González Prada
de romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Aunque eso moleste,
urtique o soliviante las faltriqueras de paniaguados por doquier. Arriba o
abajo.
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