Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
21-7-2025
¡Silencios que acusan!
https://senaldealerta.pe/silencios-que-acusan/#google_vignette
La estridencia de nuestros personajes públicos contrasta con
los silencios que acusan cuando se trata de los intereses creados, que pagan
mudeces y que actúan al caballazo, con la violencia legal y al servicio de los
mandones en Perú.
¡Ni siquiera el periodismo se salva! Critican y “denuncian”
pero el equivalente de sus silencios es monumental, pétreo, inmoral y
dolarizado. La mermelada es parte del salario.
Empresas poderosas que protegen sus imperios corruptos vía
coimas, sobornos, compra de plumas y programas enteros, pueden hacer
desaparecer a comunicadores en un tris tras, por un rayo o por un infarto
calibre 45. El silencio que acusa, levantará cortinas de humo y fuegos
artificiales. ¡Y, a otra cosa, mariposa!
El aforismo mafioso sostiene que muerto el perro, se acaba
la rabia.
Pocos, si es que hay alguno, los espacios burocráticos y
estatales no contaminados por la corrupción. Autoridades que se hacen las
bobas, funcionarios que cobran coimas y que carecen de cualquier vergüenza.
El silencio que acusa, institucionalizado por decenios de
años, ha permitido la construcción de un Perú paralelo, surreal, insólito,
repugnante, en que nadie ve, oye o habla. Nuestros organismos de control, hacen
o fabrican leyes que contravienen otras.
Y en esta mala forja, el Congreso, sus comisiones mediocres,
infestadas de ignorantes o topos, tienen cuota vergonzosa y desleal con Perú y
su pueblo que con sus impuestos, paga sus remuneraciones.
Pero, eso no importa. El aforismo dura lex, sed lex (dura es
la ley pero es la ley), en Perú no sirve para nada, sólo da lustre a quien lo
emite porque parece “que sabe bastante”.
¿Para qué sirve la tecnología si no se la establece en
aplicaciones útiles al país e implacables en su cometido contra cualquier clase
de corrupción?
Evitarlas mañosamente como hacen las naves foráneas,
especialmente las asiáticas, representa cientos de millones birlados al Perú.
¡Claro está, que los silencios que acusan, ayudan a la tarea inmoral!
¡Y si no hay versión oficial estricta, entonces “NO” ocurrió
el evento y menos se lo podrá consignar en las páginas oficiales de las
instituciones.
Tengamos en cuenta:
Difícil refutar el axioma contemporáneo que establece que si
no publica su verdad, testimonio, documento, discurso, foto, propaganda o
filmación promocional o lo que fuere, simple y llanamente ¡NO existe!
Los diarios tienen su página web, las revistas ídem. Los
programas televisivos se alojan on line y ni qué decir de los radiales. Quien
se respete un poquito y entienda que esta es la cultura comunicacional de
nuestros días, busca en Internet y sus redes sociales toda clase de sucesos,
opciones de compra o supervisa quién será candidato a formar parte de su
plantel laboral.
En buena cuenta si
¡No publica, NO existe!
Severo y riguroso fue Umberto Eco cuando sentenció sobre estas
opciones:
"Las redes sociales le
dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el
bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen
el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.”
El empresario sabe muy bien que
el camino publicitario es caro y en tiempo de vacas flacas, urge vigilar el
gasto. El Estado NO se puede dar el lujo de alojar a pillos que permitan
asaltos y robos millonarios contra el mismo Estado que les paga sueldos.
¿Qué pasa cuando lo que debe
publicarse, por razones de Estado, no se hace y maliciosamente se dinamiza esta
práctica corrosiva?
Las empresas o entidades del
Estado buscan referencias e informes en Internet, porque es tarea
imprescindible perseguir a los ladrones o depredadores.
Umberto Eco puede tener razón
pero ni todas las redes sociales están infestadas de idiotas puros, lenguaraces
genéticos o aspirantes a escritores que desprecian la ortografía y la gramática
que jamás aprenderán y no hay forma de descartar el recurso on line.
Basta con escoger buenos e
idóneos comunicadores que puedan, con apego indesligable a la verdad,
transformar el producto, la idea o el planteamiento, en una herramienta
comunicacional de alto voltaje en fondo y en forma.
El comunicador, y por fuerza el
operador burocrático del Estado, instala, merced a su inteligencia, el mensaje
cuyo único requisito constituye la certidumbre y probanza de su aserto.
Recordemos que en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.
Aquellos que navegan hoy por una
dirección y mañana por la opuesta, son pasibles de desconfianza y hasta de desprecio.
La coherencia también es indispensable en el comportamiento público.
El silencio que acusa es
transmisor letal de la corrupción. ¿Alguien lo duda?