Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
16-2-2023
Urgencia de Salud Mental en Perú
https://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/urgencia-de-salud-mental-en-per%C3%BA
¡Ni qué decirlo, Perú carece de salud mental! Hay violencia
generalizada tanto en calles y plazas, como establecimientos públicos y
privados, con mala atención, precios desorbitados e insatisfacción plena.
En un ambiente gris, sin ideas, bien vale la pena ensayar
esta iniciativa para revertir la involución que degrada la vida en Perú.
La política no vislumbra soluciones, el Congreso no adelanta
elecciones y el gobierno de doña Dina Boluarte, tampoco posee claridad ¡ni la
más mínima!
Los tradicionales planteamientos ideológicos como doctrinarios
en la política nacional no pasan por el mejor momento, su descrédito es
profundo.
Apenas si sobreviven y sólo como material de lectura.
Nos guste o no, esa es una circunstancia que nadie puede
negar. Salvo torpeza y falta de entendimiento.
Por tanto acaso sea llegada la hora de volver a interpretar
al Perú como entidad de más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados,
más de 33 millones de habitantes y poseedor de todos los climas ecológicos y
una insuperable biodiversidad que abarca sus tres regiones tradicionales Costa,
Sierra y Selva.
Abarcando todos los pisos ecológicos desde el Mar de Grau,
hasta las cumbres nevadas de miles de metros, a las orillas de ríos navegables
y portadores de vida, incluyendo los cielos soberanos, un conjunto privilegiado
de zonas que nuestra población debía saber mejor conservar y también explotar cuidando
los recursos renovables, la flora y fauna.
Sin dejar de tener en cuenta la proyección hacia el
Atlántico y la presencia del Perú en la Antártida.
Luego de la pandemia del covid19 y sus horribles secuelas,
la violenta crisis política nos aprisiona sin soluciones a corto, mediano o
largo plazo.
La persona humana es el fin supremo de la sociedad. El
mandato constitucional es inexcusable. Los derechos humanos giran en torno al
respeto a los derechos y a la exigencia del cumplimiento de los deberes de
hombres y mujeres con miras a la consecución de un Perú libre, justo y culto.
Pertinente preguntar si la Salud Mental refiere o engloba a
esos derechos humanos considerados en su integridad: desde el vientre materno,
hasta el nacimiento, desarrollo, educación y vida de los ciudadanos en su
multiculturalidad, idiomas diversos, heterogeneidad de origen y al margen de
confesiones o creencias.
La respuesta categórica es sí, Salud Mental, entendida como
una política de Estado, sí trata globalmente de estos y muchos otros aspectos
en beneficio de la persona humana.
Entonces si la persona es el objeto fundamental o fin
supremo de la sociedad y la Salud Mental tiene en su margesí de disciplinas, a
la persona, deviene lógico y macizo inferir que la Salud Mental, entendida como
una ejecutoria del Estado, puede, debe y resulta una fórmula potente, sana y
revolucionaria.
Importante recordar una vieja conseja: no hay que pensar cuánto va a costar hacer tal o cual cosa, hay que
pensar cuánto va a costar no hacerlo.
¿De dónde los recursos? Esta tarea deberán acometerla los
técnicos más calificados. Es de sobra conocido que muchos ministerios no están
a la altura de sus cometidos y lo mismo ocurre con los gobiernos regionales y
municipales que ni siquiera gastan al 100% los fondos destinados desde el
gobierno central.
La realidad, consejera más poderosa que cualquier libro o
teoría, nos confiesa que mucho dinero revierte al fisco porque hay una
vergonzosa incapacidad de gasto en los elementos descentralizados.
¿Dicen algo sobre el asunto los partidos políticos –clubes
electorales- sin ideas y huérfanos de cualquier sentido de trabajo social?
Salud Mental no es sólo la procura de los medios contra las
enfermedades, sino y sobre todo, el tratamiento de quienes han sido lesionados en
sus proyectos de vida.
¿Cuántos empleados, operarios, trabajadores, contados por
cientos de miles y millones pueden afirmar que están incólumes ante los
trágicos sucesos de dolor y muerte que vemos a diario a lo largo y ancho de
todo el país?
¿Cuántos están en condiciones de seguir siendo productivos
en sus responsabilidades? Sorprenderían las respuestas desesperanzadas y
negativas.
Batallones de voluntarios, miles de médicos y la sociedad en
su conjunto a través de un Plan Nacional de Salud Mental como Política de
Estado, tendrán que reconvertir las ruinas en que vamos quedando y ser los
arietes contra la pobreza, mala salud y el hambre.