Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-10-2017
Fino maquillaje y
haute couture para robos en Perú
Que la trasnoche camina en el día y que aquí llueve para
arriba son tesis imbatibles. Charlatanes sospechosos de robos gigantescos
cuando pasaron por la cosa pública, son “formadores de opinión o políticos con
experiencia”. En nuestros pagos hay esmero sobresaliente para disfrazar
raterías vulgares del dinero público con secretismos, garrulería abundante y
desverguenza a prueba de balas.
Conozco muy de cerca un caso: los pasaportes electrónicos y
el hasta hoy jamás desmentido sobreprecio de US$ 16 millones de dólares en su
compra en diciembre del 2015 en la Cancillería. Es decir hay un grupúsculo de
delincuentes que se levantó esa suma y hasta hoy no está en la cárcel,
expulsado de su entidad y publicados con foto, nombres y apellidos en los
medios de comunicación, sus integrantes o cabecillas.
Recordemos, a guisa de mínima referencia: en octubre del
2015, la Superintendencia Nacional de Migraciones, compró 1’200,000 pasaportes
electrónicos al consorcio francés –que luego se convertiría en monopolio
proveedor- Gemalto-Imprimerie Nationale, a un precio (véase la infografía) y en
diciembre del mismo año, entre gallos, villancicos y media noche, la
Cancillería hizo lo propio para 400 mil unidades y con el jamás refutado
sobreprecio de US$ 16 millones.
En junio de este año 2017, ante la Comisión de Relaciones
Exteriores del Congreso, el anterior Contralor, Edgar Alarcón, expuso in
extenso, documento impreso de por medio, este caso de la Cancillería y anunció
que la carpeta 023 ya obraba en los dominios del Ministerio Público. Varios
congresistas nos han aseverado que ¡desde entonces! el asunto no ha sido visto
nunca más en el Parlamento.
En castellano fácil, Contraloría puso su auditoría a
disposición del Ministerio Público. Más aún, hizo lo propio con el examen que
practicó a la Superintendencia Nacional de Migraciones por el mismo pasaporte
electrónico y cuyo origen está –tal como lo ratifica una carta- en las
denuncias que hizo el periodista que escribe.
Las licitaciones para pasaportes electrónicos con las
desverguenzas, irregularidades, direccionamientos y demás fiascos, fueron
públicas y también las denuncias que se hicieron. El pasaporte es un documento
de alta seguridad pero NO ES SECRETO. Quien lo necesita lo pide y accede a él
vía el pago de los derechos.
Cabe preguntarse que SI NO ES SECRETO el pasaporte electrónico, por tanto, la investigación
sobre sus procesos de producción, expedición, software de respaldo y los
presuntos delincuentes incursos en el tema, tampoco pueden recibir blindaje o
protección de anonimato ¡y menos del Estado agraviado! si el afectado es el
público contribuyente.
Me llegan alarmantes versiones que TODAS las investigaciones
o auditorías o procesos penales en torno a la Superintendencia de Migraciones y
Cancillería, tienen ahora el alegre marbete de SECRETO. ¿Por qué arte de
birlibirloque se pretende dar secretismo a un documento que no es arma de
fuego, ni artilugio satelital o piedra filosofal para aliviar innúmeros males?
¿Qué hace el Congreso? La pregunta, directa y sin ambages,
también debe ser enderezada a la sociedad civil (periodistas, ONGs
anticorrupción, sociedades amantes del país, y un sinfín de etcéteras), ¿qué
hacen por combatir el supuesto secretismo a investigaciones que no debieran
serlo?
El SECRETO sólo protege a los rateros y estafadores. Que
deba guardarse prudencia es una cosa pero con los temas apropiados. Mañana, la
compra de alfileres o pañales o papeles higiénicos para las altas direcciones,
también podría ser SECRETO y entonces ¿quién dice esta boca es mía?
Por nuestra parte y premunidos de la absoluta convicción en
defensa del interés público, continuaremos en las pesquisas e investigaciones.
Que a nosotros NO nos asustan las amenazas o los juicios (en todos hemos salido
victoriosos). Quien le roba al pueblo, en SECRETO o en público, es un vulgar y
miserable delincuente.
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