Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
30-11-2024
¡Caos con C mayúscula!
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Lo pintorescamente
ridículo que son los entuertos en la cosa pública peruana, Ejecutivo, Legislativo
y Judicial, no necesita ser exagerado para configurar un desmadre total.
¡Cualquiera es un señor, lo mismo un burro que un gran profesor! (tango
Cambalache, Enrique Santos Discépolo, 1934)
Podemos crear exquisitos
platos para todos los gustos, pero también aderezamos desaguisados como un
suculento ¡arroz con mango! O un caos con C mayúscula.
Tengo pocas dudas que
exista un país latinoamericano que se nos compare: aquí tenemos miles de
analistas, escritores, poetas, artistas, ensayistas, estrategas, literatos,
periodistas, especialistas y demás istas de toda índole y pelaje.
Y no pocos de esa fauna,
edificada sobre hilachas y precarias construcciones de propaganda, han
"realizado” sus “exitosas” vidas y carreras. Forman opinión o la inclinan
hacia sus aficiones, que son –a veces- cualquier cosa.
De esa pléyade académica
(grandes “triunfadores”), 90% basa su hoja de vida en jirones, piltrafas,
menciones ad hoc que se hacen entre sí, alimentando un incienso frágil,
incierto, anémico, pero salpicado en “artículos, tesis, libros” y demás
tonteras que engordan egos, superlativizan mediocridades y endiosan a tarados
doctos en la media ciencia. ¡En el país de los ciegos, el tuerto es rey!
¡Haga la prueba! Siéntese
a leer los diarios, vea televisión y los programas políticos y comprobará que
el menú de soluciones para arreglar el país está servido. Los tecnócratas
lloran a lágrima viva por su Dios Mercado, sin nadie que les salga al frente.
Los oficialistas de turno
y de todo régimen que los beneficie, correctamente uniformados, cantan loas y
salmodias. Y están listos para no solo mostrar los dientes por sus defendidos
sino que se “sacrifican” por la “institucionalidad”.
Los empresarios, esos
aprovechadores que rara vez ponen de la suya sino la del Estado, berrean por
menos impuestos cuando nunca los pagan y los palafreneros de las
transnacionales en los ministerios, en la burocracia estatal y privada, ONGs y
demás pandillas, sólo se hacen dar leyes para sus respectivos cotos de caza.
Por eso están gordos, llenos de propiedades, con varios pasaportes y con un
conocimiento mundano en los cinco continentes.
¡Como lo anterior no
parece importar a nadie, da la impresión que cuanto se diga, es voz que clama
en el desierto! El mensaje es que las nuevas generaciones tienen que usar
fanales que les alumbren el camino de la liberación. No hacerlo es ser cómplice
de la destrucción.
Con travesura llamé a ese
conjunto de seres (intelectuales de quiosco, ideólogos de folleto, asistentes a
cursillos y seminarios con diploma vistoso y aprovechadores frecuentes de todos
los viajes) como los célebres integrantes del taradocrático arroz con mango
peruano.
¡Y por cierto, ahora todos
son demócratas y luchadores sociales! ¡E íntegros y leales! ¡Qué importa que
hayan cobrado del régimen dictatorial de Fujimori! ¡O que hayan mal usado el
dinero de la cooperación internacional en sus autos, casas de playa, viajes de
todo tipo y en uno que otro folleto soso y engañabobos! Como tienen prensa, se
prodigan elogios entre sí, con un concepto de escogidos mafiosos que no admite
a nadie más. ¡Porque ellos son y punto!
Además, fehaciente y
desvergonzada legislación con nombre propio, ¡no pagan impuestos! Y en esta
aventura hay vocación democrática: hay taradócratas de izquierda, derecha,
centro, de todas las sangres.
El inventar personajes
sólo conduce a un inevitable cometido: falsear, torcer, distorsionar la
realidad monda y lironda como es. Y basta con ver a los políticos, gran parte
de ellos dice una cosa, pero hace otra.
El resultado es un Perú
como el que conocemos, con una taradocracia que lo gobierna y que no reconoce
derechas o izquierdas, todos sus integrantes son zafios, egoístas, rufianes. ¡Y
qué decir de nuestros intelectuales! ¡Gran parte son de juguete! ¡Ventrílocuos
hábiles, copiadores sinverguenzas, escritores mediocres!
Probablemente tengamos
miles de análisis y exégesis sobre la tragedia del Perú. ¡Todos aciertan! ¡Cómo
si fuera difícil, definir que mientras que los delincuentes, los veteranos y
los reciclados, persistan en su mando malhechor, Perú continuará declinando,
nos solazamos en esas lecturas!
Hacer y organizar son máximas
del combate social. Pero no el de folletitos como los que hacen las
organizaciones de nuevos gángsteres.
Un país no se rescata con
velas encendidas ni estribillos cacofónicos: es una tarea dulce, lectiva,
sacrificada, pensando en cómo levantar un Perú digno, justo, culto y libre.