Tuesday, July 23, 2024

¡Como loros y cut and paste!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

23-7-2024

 


¡Como loros y cut and paste!

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El mal hábito de repetir y repetir locuazmente lo que mal oye o interpreta erróneamente, es una costumbre de los tiempos “intelectuales” que vivimos. Imposible dejar de considerar el teléfono malogrado en que un término o palabra, resulta, luego de tantas reiteraciones ¡en absolutamente lo opuesto!

 

Hay miles de voluntariosos navegantes en las redes sociales cuya principal virtud consiste en cut and paste, cortar y pegar. No analizan contextos, idiosincracias, espacio o tiempo de la ocurrencia. Con falta de crítica simplemente cortan y pegan cualquier disparate.

 

Son épocas en que el disparate es ciencia y la estupidez catecismo de los sabios de la ciencia infusa. En nuestros pagos se les llama politólogos, estrategas, analistas, expertos, etc. y etc.

 

Siempre me he preguntado ¿cuáles las virtudes de esos personajes que premunidos de una pantalla gigante y una computadora pequeña, balbucean mecánicamente cuanto se ve reflejado en el plano?

 

No pocas veces los relatores son tartamudos, tienen pésima dicción y del castellano no entienden gran cosa. Sólo pretenden leer cuanto refleja el haz de luz en la superficie blanca.

 

Estos parlantes modernos usan facilismos retrógrados que envilecen el lenguaje a cacofonías gestuales de las cuales les es imposible apartarse. Si acaso un corte de luz o interrupción subitánea de su “presentación”, entonces, acaece la desgracia y el fracaso.

 

Incapaces de improvisar, su disco duro no admite semejante alternativa, hemos llegado al nivel en que apenas superamos a los loros y la escala zoológica no nos favorece si nos comparamos con estos pajarracos.

 

Algo parecido sucede en Internet. Los escolares de hoy y los universitarios de estos días, han perdido el buen y constructor hábito de la lectura. Todo se reduce al cut and paste y como original sólo pueden reclamar que ponen su firma a textos que no revisan, que asimilan acríticamente y que transcriben bajo el supuesto que por estar en la red son datos exactos e impolutos.

 

La ociosidad, madre de todos los vicios, ha venido a instalarse en el colectivo juvenil que ya no escudriña en la lectura y no ha aprendido a indagar con ojos de duda para premunirse de verdades sólidas e imbatibles.

 

Un estudio privado en temas comunicacionales de larguísima experiencia y trayectoria determina que sólo minúsculas porciones escuchan los programas políticos y que más pequeños aún son los que aprehenden algo.

 

No poco de esto débese al lenguaje primario, casi simiesco de nuestros políticos, absolutamente ignorantes, huérfanos de cultura elemental y moderna y lastrados por arquetipos anclados en 30 ó 40 años atrás. Como las pirámides que se ríen del tiempo, a la inversa el tiempo –y la modernidad- no fructificaron en los políticos.

 

Si unimos ambas circunstancias de comunicación insuficiente, mecánica acrítica, entre quienes se suponen son los instructores y el público llano, podemos explicarnos la aberrante pobreza del lenguaje de nuestras juventudes que abominan del castellano para usar interjecciones en cada frase o sentencia o de la falta de lógica que los hombres y mujeres públicos denotan a cada instante.

 

Los haraganes modernos creen comunicarse merced a facilismos guturales cuando en realidad lo que hacen es destruir los cimientos educativos de cualquier sociedad reemplazándolos con muy frágiles y anémicas sustituciones efímeras.

 

Días atrás me ofrecieron la chance de ir a un colegio y hablar sobre el tema de la difícil vecindad geopolítica con nuestros vecinos y el futuro inmediato marítimo. Los invitantes preguntaron si necesitaba del consabido cañón para las imágenes de la computadora. Mi categórica respuesta fue de negativa cortés.

 

Agregué que era hora de volver a los cánones antiguos en que la energía y habilidad del ponente motivaban en el auditorio la comprensión merced al buen manejo del lenguaje, a la precisión expositiva y, sobre todo, al esfuerzo mayúsculo que demandaba entablar empatía con el oyente tan acostumbrado, hoy por hoy, a las pantallas y a esos loros que repiten como autómatas y que no acometen ¡esfuerzo de cualquier clase!

 

Sospecho por los generosos aplausos al final del encuentro que la cita fue provechosa para todos.

 

¿No será hora de licenciar, aunque sea por horas, a esos supuestos modernos que usan abusivamente facilismos retrógrados? Lo que llega fácil, fácil se va. Las imágenes también se olvidan y, en todo caso, afincan por algún tiempo hasta que advienen otras más impactantes.

 

Los conceptos, ideas, arquitecturas de análisis también tienen que aterrizar, como era antes, por la deseable vigorosidad del exponente y porque, además, tienen el reto fundamental de confrontar la inteligencia del oyente que así practica y razona. Y no repite servilmente cuanto hay en textos que otros preparan.