Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
1-6-2025
Tercos y necios como mulas
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Cautivos de sus
sacrosantas “verdades”, esclavos de sus miopías, aherrojados a muchos
compromisos antelados, hay tercos y necios -como mulas- que no se atreven a dar
el audaz salto de la renovación con limpieza y una vuelta a los orígenes
transparentes.
No solo en la
política, en que es muy fácil inferir que el 2026 será la consagración del
diseño perverso, masificador pero anemizante, de un sistema que en nombre de la
democracia y abriendo puertas de par en par, la debilitará criminalmente.
¿En qué país del
mundo una segunda vuelta con dos agrupaciones, ninguna de las cuales superará
el 20%, representará a su nación? Pertinente recordar cómo el profesor Castillo
ganó pero su base popular fue incapaz de frenar el golpe parlamentario, la asonada
antidemocrática y el embate feroz de los grupos de poder.
No consignar que
el ex presidente Castillo se rodeara de malas juntas, de vividores
profesionales de consultorías y dinero de los gringos, también constituiría una
omisión culposa.
Vamos el 2026, a
una justa electoral con pronóstico más o menos parecido a lo que ya vivimos.
Pero las mulas tercas, no se dan por enteradas.
Otra inminente
debacle en el 2026, estriba en que decenas de clubes electorales recabarán, sin
pena ni gloria, su certificado de defunción.
¿Cómo puede una
sociedad tan acrítica, ir al cadalso con fondo de bombos y platillos?
Lo hemos dicho en
diversas oportunidades: la desunión garantiza que los grupos de poder mantengan
intocable su captura del Estado y de los gobiernos porque son los únicos que
tienen alguna idea de unidad en la comisión de sus delitos. ¡Y de cómo defender
esos mecanismos delictuosos en todas las plataformas!
¿Cómo harán quiénes,
de buena voluntad y entusiasmo, diría hasta sincera consagración partidaria,
sientan que el fango de una atroz y calamitosa derrota, les muestre la realidad
de su pobreza electoral, pierdan la inscripción y consumen el mentís más
miserable a cientos de miles de héroes cívicos por sus ideales?
¿Saldrán bien
librados de la sacudida votacional que grafique que su tendencia a desaparecer
se confirma irremediablemente?
Primero
acontecerán los llantos, las declaraciones de consuelo, los dicterios a los
directores fallidos de una campaña que nunca debió ser sino reorganización
interna y apartado, antes que hambre angurrienta por diputaciones y senadurías.
Luego algún
congreso, con los que queden, y las promesas consabidas. Nada de esto cambiará
los presumibles resultados negativos. Ninguna encuesta actual puede torcer la
realidad de la calle que exhibe un patético alejamiento de las bases populares
que antaño conformaban un sólido tercio a nivel nacional.
Decenas o
centenas de veces, hemos clamado por un examen meticuloso de las circunstancias
así como de las consecuencias de no adoptar planes y previsiones. Si los
llamados a oír, merced a su estrecha óptica, no lo hacen y ¡peor aún!, actúan
como si estuviéramos en el mejor de los mundos, el apocalipsis está a un paso.
Ni la mejor buena
intención o voluntad férrea pueden reemplazar la dura realidad que consiste en
absoluta desorganización, ninguna coherencia nacional, olvido de cualquier
principio ideológico e intentos ridículos de convertir en mártir a quien por su
pusilanimidad, apeló a la autoeliminación.
Tirios y troyanos
asumirán por igual la fetidez de un fracaso anunciado.
Los delincuentes,
esos que viven medrando de las curules o escaños, de los cargos públicos y
sobre todo del añejo delito del tráfico de influencias, necesitan “garantizar”
que ninguna de sus hazañas sea investigada al detalle. Ni ahora, ni mañana, ni
nunca.
Reputaciones
dudosas, trayectorias hechas de barro, glorias que no fueron, son la base de
los prestigios de quienes hoy insisten en que tienen “experiencia” de gobierno.
Cualquier
observador se preguntará: ¿y por qué el pueblo castigó con votaciones famélicas
de algo más de 5% y luego 3.2%, las últimas veces? El pueblo es más sabio que
todos los sabios y si actuó así es porque ¡simplemente! flageló a los réprobos.
Ni siquiera
acápites tan importantes como la lucha contra todos los imperialismos, el tema
del Canal de Panamá y la gravitante e imprescindible unidad económica y
política de Indoamérica, suscitan un rescate intelectual y político de quienes
estarían obligados a hacerlo.
Años de heroísmo
en plazas y calles, epopeya popular desde las bases, educación política desde
las universidades populares porque la tarea era llegar a la conciencia del
pueblo y porque el camino a Palacio se conquistaba con oro y con fusiles,
estaciones todas de una fragua a punto de hundirse en la ciénaga irresponsable
de unos ambiciosos traficantes de la política.
Que el resto del
mundo analítico no se adentre en estos caminos para su estudio, es un asunto
que se verificará más temprano que tarde.
Para entonces,
acaso sea tarde e inútil cualquier esfuerzo.
Mientras tanto la
señal de alerta frente a un panorama de conmoción permanente como es la
realidad peruana.
¡Bah! Hay tercos
y necios como mulas.