Friday, May 18, 2018

Eslabones de soledad y alcohol sobrante


Eslabones de soledad y alcohol sobrante
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com

18-5-2018

Yo quiero construir. Pero no soy sino una parte insignificante pero importante de un todo del que todavía no tengo conciencia. Frida Kahlo

Pablo, tiene 38 años y se esconde detrás de unas gafas azules, trae sombrero, bigote y barba, pero los destellos de un hombre pleno, inteligente, joven y en sus cabales saltan a la vista, erróneamente pensé que tenía algo menos de 30, le pregunté ¿cuál era su secreto de juventud? y con sonrisa radiante me respondió: “es que llevo 15 años sin beber alcohol”.

Nació en 1979 en una familia adinerada en Pozuelo de Alarcón, zona norte de Madrid y sus padres murieron en un accidente. A los 13 se quedó completamente solo y sin nada, desde aquél día se dedicó a beber, moraba en un refugio de alcohólicos anónimos, el alcohol fue su hogar durante una década.

Pablo rompió en llanto contándome todo lo que le sucedió, yo disimulé que hacía mucho calor y que al igual que él debía  ir por mis lentes de sol y en ese trayecto me escondí detrás de la puerta y mis lágrimas fueron inevitables, en aquel momento solo pedí fuerzas, para que él no me vea llorar por su dolor, para que no observará mis sentimientos de mujer, me sentí vulnerable y al mismo tiempo impotente, supe que él era como un león encerrado en una jaula, su capacidad se notaba en su forma de hablar y reflexionar, le alenté a que sea mucho más fuerte y que se anime a salir de aquel recinto, que era hora de volar con sus propias alas y que no tuviera miedo, que él podía ser capaz de vivir fuera de 4 paredes.

Su profundo y triste testimonio me recordó el mío. En circunstancias completamente diferentes, alguna vez tuve una muy breve época de niña rebelde y mi manera de escapar fueron las fiestas y el alcohol, mi vida no tenía sentido a pesar de tener todo, era inmensamente infeliz, lo curioso es que la resaca me hacía sentir peor que nunca y todo era como una cadena con eslabones de soledad y mil preguntas a Dios y a la vida, todas ellas sin respuestas, supe a muy temprana edad que el dinero no daba ningún tipo de felicidad.

Fue así que empezando los veintes decidí una noche no volver a tomar ni una sola gota de alcohol, ni por navidades, años nuevos, cumpleaños, ni en mis bodas tanto civil como religiosa. Nunca brindé ni tomé alcohol con aquél que fue mi esposo por largos años y no me arrepiento, ya que en el año 2004 tomé las riendas de mi destino y le di la espalda a la mentira e ilusión que trae la diversión, no por religión ni fanatismo ,solo por pura convicción y me da satisfacción ver que hoy cumplo 14 años de vivir sin alcohol y no morir en el intento, por lo tanto creo que sí se puede, yo no necesité quedarme en mi casa encerrada para evitar la tentación, yo me arriesgué y me lancé por el camino de espinas, empedrado y estrecho, fui tentada miles de veces pero no caí, la fortaleza de un ser humano radica en ser consecuente con lo que se promete y compromete.

Le conté mi historia a Pablo y quedé contenta de ver que con un granito de arena pude ayudar, ya que hoy, dos meses después, Pablo ha conseguido un trabajo, empezó a estudiar y tiene un lugar dónde vivir, es independiente, estable y coherente con una vida en la que él tiene control y dominio de sus propios errores y aciertos, buenas y malas decisiones, ahora es un león en plena jungla.


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