El sueño tecnocrático liberal y sus viudas dolientes
por Samuel Morales Chavarría;
samuel_morales_ch@yahoo.com
21-2-2017
El cortejo de viudas
dolientes del mundo unipolar y su sucedáneo casero, los del sueño tecnocrático
liberal, camino al cementerio, se ha enzarzado más que en una desavenencia
ideológica en una disputa de comadres procurando explicar e identificar
responsables de cómo empezó la corrupción, cómo se desarrolló y cómo es que no
nos dimos cuenta.
Como si estuviéramos en la
edad de la inocencia quieren hacernos creer que la mega corrupción que nos
asola es producto de una desviación del modelo liberal que nos rige y no su
consecuencia directa, cuando de lo que se trata es no de la corrupción del
modelo, sino de que estamos inmersos en un modelo para la corrupción.
¿Quiénes a inicios de los 90
y acatando más que con fe, con sumisión completa los mandamientos del Consenso
de Washington, demolieron el Instituto Nacional de Planificación y lo
sustituyeron por el SNIP (“el maldito SNIP”)?, ¿quiénes implementaron el
Sistema Integral de Administración Financiera –SIAF-, sistema bajo el cual no
se gasta un solo sol sin que se sepa quién originó el gasto y en qué se gastó,
sistema del cual puede decirse que constituye el único logro tecnocrático real,
pero que además venía con un retraso considerable, ya que su antecedente
temprano se aplicaba en Panamá desde por lo menos 10 años atrás?, ¿quiénes
fueron los que dispusieron que todas estas funciones estuvieran únicamente bajo
jurisdicción del MEF?, ¿quiénes obedecieron sin rechistar las disposiciones que
a tal efecto daba el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional?, y, a
modo de postre, ¿quiénes hicieron polvo la Contraloría General y designaron
como su autoridad máxima a Víctor Caso Lay, fugado y preso por corrupto?.
Finalmente ¿quiénes desde la academía, las ONG y la gran prensa callaron todo
esto en 7 idiomas?, preguntamos: ¿pueden tener derecho a gimotear como Boabdil
o merecen la misma réplica?
Y no será Jaime de Althaus
quien deje de sorprendernos cuando con exceso de candor sostiene “que los casos
de megacorrupción ocurrieron a pesar de y en contra de la opinión de la
tecnocracia”, pues allí donde Althaus quiere ver oposición, y casi un acto de
heroicidad, cualquier guionista de Netflix le dirá que simplemente se trataba
de los reclamos y pequeñas zancadillas de un sector (tecnocrático además) que
no habría sido considerado en el reparto de la torta, y que para eso estaba el
organigrama del poder, para establecer a quiénes correspondía el bocado del
tiburón y a quiénes el de las rémoras.
Observación final: lo más
fantástico e increíble de todo es que luego de diseñar e implementar el modelo
a nivel de toda América Latina -los estrategas del Imperio siempre hacen las
cosas globalmente (podían hacerlo- ya no)- crearon para su control e infinitas
posibilidades de desestabilización un
único instrumento bajo control absoluto del amo imperial: el artículo 311 de la
ley conocida como ACTA PATRIOTICA, por la cual todos los bancos del mundo deben
informar al Departamento del Tesoro EEUU, de las transacciones que se realicen
en dólares. Así que desde fines del año 2001, el Departamento del Tesoro, mes a
mes estuvo en capacidad de identificar cada una de las redes de corrupción que
se iban configurando en el mundo. Puesta la trampa sólo quedaba esperar cómo
los ratones iban tras el queso. Ahora y en perspectiva luego de 15 años de
estar bajo la mirada del Imperio, puede afirmarse que el desarrollo y
crecimiento de estas redes estaba dentro de los cálculos del Imperio, y
mientras no chocasen contra sus intereses fundamentales, tenían asegurada una
mirada complaciente. Caso contrario les ocurriría lo que sucede en Brasil.
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