Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
7-7-2024
¡Trujillo 1932: a sangre y fuego!
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Escribí en el 2001, narrando cómo se hizo El Partido
del Pueblo. Historia Gráfica del Aprismo: “En febrero de 1932, el año de la
barbarie, los constituyentes apristas fueron apresados y deportados. Víctor
Raúl perseguido fieramente, cayó preso en mayo. A los pocos días, la marinería
se subleva y fusilan a 8 de ellos por el delito de alzarse en nombre de la
democracia.
La madrugada del 7 de julio, los cañeros, estudiantes
y militantes apristas se alzan en Trujillo y toman a sangre y fuego el Cuartel
O’Donovan. Manuel Búfalo Barreto es el primero en caer y su valentía bautizó a
los apristas por décadas pues la tradición oral consagró como “búfalos” a todos
los del partido.
Y la barbarie estalló ensañándose con crueldad rayana
en lo más oscuro del alma imaginable contra Trujillo. El pueblo fue bombardeado
por la aviación y los combates se sucedían a diario.
Fue entonces que el heroísmo dio lecciones y escribió
su impronta para elevarse como huella imborrable a los fastos de la historia
popular del Perú. Es historia que no se lee en los textos escolares, porque el
odio cainita pudo más y se ha pretendido negar que esto ocurrió. Y sin embargo
así fue.
Los estudiantes que fugaron con los fusiles de sus
prácticas pre-militares disparaban contra los soldados desde las copas de los
árboles y caían cuando el agotamiento de sus fuerzas era un hecho o porque el
parque de municiones había colapsado.
A la hora suprema de la lucha, acudieron premunidos de
su hombría o femeneidad para decir presentes en la ocasión del sacrificio. Las
mujeres como Agripina Mimbela bramaban carajos instando a no bajar la guardia y
alimentando a sus combatientes.
Los insurgentes se turnaban en las guardias para
avisar de los avances militares y de la presencia de soplones, esa raza maldita
que encontró en Montesinos y en Fujimori, sus patrocinadores más sucios en los
últimos tiempos. Los médicos socorrían a los heridos y los más jóvenes
enlazaban al partido con sus dirigentes cuando se podía. La persecución no daba
tregua.
El Comercio se encargó de difundir historias absurdas
que engañaron a muchos peruanos sobre la verdad de lo ocurrido en Trujillo. En
cambio nunca habló de los paredones que empezaron a fusilar por decenas y
centenas a los trujillanos. Ni las lágrimas ni los ayes más dramáticos pudieron
hacer nada contra las draconianas órdenes que Lima impartía.
Había que escarmentar a los apristas y la única forma
era fusilándolos. A casi 100 años de 1932, no hay en Trujillo familia alguna
que no tenga entre sus integrantes a algún caído en
Trujillo, cuna y tumba del fundador del Apra, fue,
pues, la respuesta insurreccional y bravía de un pueblo malamente armado pero
galvanizado en su aspiración de justicia social hasta la más íntima fibra.
Un importante autor, Blasco Bazán Vera anota algunas
conclusiones críticas del suceso:
-Los protagonistas de ambos bandos guardaron un
sepulcral silencio de todo lo acontecido. No un silencio cómplice, sino,
prudente, pues, luego de los heroicos episodios que cada grupo realizó en julio
de 1932, optaron por callar, concientemente todo lo sucedido.
-El interesado y sibilino criterio de casi todos los gobiernos de negarse a
sacar a luz la verdad de los hechos, dio lugar a la aparición de muchos libros
sobre historia del Perú pero, en ese capítulo, deformaron la narración de
muchos episodios y en otros, no los presentaron.
-La determinación irracional de muchos interesados de señalar a los
revolucionarios como causantes de la cruel masacre que sobre los militares se
perpetró la madrugada del domingo 10 de julio. Esta leyenda negra persiste aún
hoy sellando a los insurgentes como culpables de tan cruel acto por lo que se
hace imperativo desterrarla definitivamente.
-Trujillo, como ninguna ciudad del mundo en aquel
entonces, fue castigada por aire, mar y tierra por la fuerza militar de su
propio país. Caso semejante aún no había sucedido en América.
-Aparecieron libros tratando este incidente social
como si los sucesos hubieran sido producto de la imaginación. Entre esos libros
incluimos los editados por Guillermo Thorndike, Leoncio Rodríguez Manfourt,
etc, que dieron lugar a la casi aproximación de querer narrar estos
acontecimientos pero más imperó la imaginación y lo novelesco en sus escritos.
-Jamás, en la historia del Perú se llegó a fusilar a tanta gente, ya sea
por la ley dictada por la tristemente célebre Corte Marcial instalada en
Trujillo o por los que sin ley dictada, fueron trasladados en camiones, sin
contemplación alguna, para ser pasados por las armas en las ruinas de Chan
Chan.
- Ninguna autoridad militar, ni política, ni aún
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