Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
20-7-2024
Semianalfabetos y pillos
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Acaban, los integrantes precarios del hemiciclo en Plaza
Bolívar de enterrar cualquier responsabilidad de doña Dina Boluarte, en el
abaleamiento militar de ciudadanos pacíficos desde el 7 de diciembre cuando
Pedro Castillo incurrió en maniobra absurda y que le alejó absolutamente del
mando.
Pero, estos mismos caballeros y damas que idolatran sus
escaños como la piedra filosofal que compone todos sus fines de mes y que
facilita el tráfico desvergonzado de influencias en la cosa pública, involucran
a Dina en el tema de los relojes Rolex.
Con una mano látigo y advertencia a lo Orwell: big brother
is watching you (el hermano mayor, te vigila); y con la otra “bondad”
interesada en expresar fraternos sentimientos.
Temas álgidos: nueva mesa directiva, turbulencia protestante
en todo el país, incertidumbre jurídica del Perú en la comunidad internacional.
Aunque se haya dicho hasta el hartazgo, la señora presidente
es una rehén del Congreso; pero el parlamento necesita una persona que pilotee
lo que ellos decidan con la sabiduría y habilidad que el 5% de la masa crítica,
les reconoce.
Un escritor octogenario usó, pocos años atrás, extraños
términos para referirse a los ilustres integrantes precarios del Congreso y les
motejó de “semianalfabetos y pillos”. De que muchos de aquellos eran pillos
redomados, no hay la más mínima duda ni hesitación.
Por extensión aludió a los legiferantes de cuyos deméritos
nadie tiene la más mínima duda, cuando fue cáustico con los ex. Muchos de esos
que ya fueron, no tienen otro título que poner ex en sus tarjetas de
presentación.
No obstante sí que se presenta un problema muy serio cuando
se trata de aquilatar si el término “semianalfabetos” es justo, exacto o una
bonhomía del escritor de las ocho décadas. Es hasta posible que muchos de los
ex parlamentarios supieran leer y escribir (no hay duda que con ayuda de sus
asesores o secretarias), pero manejaban los barruntos esenciales.
Si los legiferantes debieron hacer leyes pensando en el país
y en sus esenciales problemas y no lo hicieron, o incurrieron defectuosamente
en la tarea, por ignorancia o por estupidez genética, entonces se comportaron
como analfabetos
funcionales, dúctiles a un sistema en que la mediocridad prima e impera
a troche y moche.
Entonces ¿cómo llamarles “semianalfabetos” al estilo del
sureño de más de 80 años? Que se sepa es un gran escritor y maneja con
habilidad sobresaliente el margesí de sus presentaciones públicas. ¿Por qué
obsequió un término que no correspondía a los ex congresistas?
Seamos claros. Entre los ex parlamentarios es hasta posible
y con optimismo esperanzado, encontrar una docena de personas capaces de hablar
en castellano, caminar con los dos pies y mirar de frente. Pesarosamente, el
resto constituye lo que se ha venido en llamar el Congreso más mediocre de los
últimos 35 años. Y el título no es gratuito. ¡De ninguna manera!
Los analfabetos en estado de puridad genética y los
funcionales que poblaron el recinto de Plaza Bolívar son militantes de esa
casta a la que describió don Manuel González Prada de los que hasta el caballo
de Calígula sentiría vergüenza de formar parte de tal corporación. Ignorantes,
zafios, miopes, capaces de las naderías más escandalosas y afanosos a la hora
de blindar a genuinos delincuentes y depredadores.
El lector podrá
discernir según su propio criterio si lo dicho por el agudo literato fue una
generosidad octogenaria o un circunloquio elegante para no llamarlos
analfabetos y pillos a secas. De cualquier modo, esos recios ex representantes,
a duras penas balbucean el castellano y ¡menos! sus recónditos entresijos como
para entender definiciones como estas.
¿Qué clase de legisladores requiere con urgencia tremebunda
Perú? La respuesta se infiere con facilidad: gente honesta, capaz de mirar a la
Patria como un todo, mosaico de mosaicos, y de comprender que NO HAY QUE SER RATERO para hacer
política y definir con criterio nacional qué y por qué se hacen las cosas.
Desterrar el vicio del dinero que compra conciencias y a estultos
inescrupulosos, debiera ser otra tarea radical del futuro Congreso.
Si algún destino merece Perú es aquella que intuyó luego de
la guerra entre 1879-1883, González Prada: el porvenir nos debe una victoria y
aquella será realidad cuando las nuevas juventudes tomen el mando, fulminen a
los viejos a la tumba porque encontrarán su derrotero en la acción constructora
de horizonte y futuro promisorio.
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