Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
2-12-2023
Analfabetos políticos
https://senaldealerta.pe/analfabetos-politicos/
Si miráramos la
abstrusa situación política, con ojos de análisis y la habitual indignación y
asco, acaso la coyuntura no podría ser más interesante: los burros y borricas
prescinden del antifaz y nos obsequian con todas las taras de que son dueños,
defectos que los retratan genuinamente.
El tema no es
difícil. Hablemos del analfabeto político
Escribió el gran Bertolt
Brecht: "El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla,
no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida,
el precio del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los
remedios, dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y
ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia
política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los
bandidos: el político corrupto,
mequetrefe y lacayo del gran capital".
¿No tenemos aquí a quienes
prefieren llamarse tecnócratas o independientes? Y, ¿a la postre, con el
analfabeto político, no son tres variantes de lamentable unidad? Esos que
hablan con números y no revelan a nombre de quién o por encargo de alguien, son
elementos desconfiables.
¿Qué tan independiente es
el independiente de quien sabemos a qué clubes pertenenece, para quiénes ha
rubricado con firmas en pronunciamientos públicos y de qué pata cojea cuando de
claudicar se trata?
¿Y esos tecnócratas cuya
responsabilidad funcional es la de proveer “soluciones” para que los
entreguismos parezcan virtudes democráticas y acción para el beneficio de
nuestros pueblos? ¿No son los tecnócratas los que siempre anticipan las buenas
pro, las licitaciones bajo cuerda y aseguran la cautela de sus dólares
copiosos?
El compendio de esa
imbecilidad con patas se llama el
analfabeto político tan bien resumido por Brecht.
El independiente, el
tecnócrata y el analfabeto político, forman parte de esa siniestra sinfonía
perenne de que la república sufre desde que inició como tal y que ha hecho al
Perú: somos lo que somos porque las castas gobernantes y pandillas
delincuenciales así lo determinaron. No es el Perú casualidad o producto de la
mala suerte o el infortunio.
Un paso fundamental es el
reconocimiento de estas frágiles como visibles circunstancias. Sabiendo bien
nuestras taras, podremos elevarnos sobre su mala influencia para plantear
caminos sinceros de solución.
Eludiendo, como hasta hoy,
con libracos, charlas bobas y consultorías inanes y costosas, sólo conseguimos
un Perú como el actual: de plástico, de juguete, listo para satisfacer el ego
de cualquier charlatán y sus embustes.
¿Tiene rumbo Perú? Es un
cuestionamiento a cuya respuesta negativa han llegado decenas de miles de
compatriotas a quienes les pareció que la única alternativa era irse. Aproximadamente
500 mil compatricios dejaron el país en los últimos meses.
Con franqueza, no sé qué
creen que encontrarán en tierras ajenas, de psicología diferente y en lugares
donde el billete es el único que reina. Carecer de dinero es un pasaje al
infierno. No pocos harán y transitarán por los más humildes trabajos. De otro
modo se morirán, literalmente, de hambre.
El dicho reza: Bien está
Pedro en Roma; aunque no coma. En nuestra tierra hay tíos, primos, padres o
abuelos. En otros sitios, simplemente existe la indiferencia que no se conmueve
por nada.
¿Qué le ofrece al
ciudadano Perú? Poco o nada. Es lamentablemente una verdad imbatible y
pesarosa. En consecuencia los hombres y mujeres en la cosa pública, deben idear
los mejores caminos para la creación de puestos de trabajo, industrias con gran
desarrollo y una estabilidad que desafíe todos los retos y los venza en buena
lid.
El onanismo político
nacional es patético: los analfabetos graznan, los independientes ladran y los tecnócratas
berrean sobre señales, escenarios, re-diseños, deslindes y otras monsergas que
se repiten de cuando en vez, especialmente si hay elecciones.
En nuestros días el
espectáculo bochornoso de decenas de delincuentes en el ministerio público
revela en toda su crudeza, el lodo de que están hechos. La sartén le dice a la
olla, no me tiznes y a la postre, todos salen embarrados.
El analfabeto político
compendia gran parte de las taras del ser común y corriente peruano. Lo
simboliza malamente, lo precisa en la pobreza abominable de sus limitaciones.
¡A esos hay que atacarlos proponiendo caminos solidarios y responsables de
avenida por y para el Perú!
¿Se persuadirá el lector
común y corriente que sí puede ser parte de esta gran corriente renovadora y
revolucionaria del país?
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
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