Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
29-11-2021
¿Y qué de nuestra Salud Política?
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Los psicólogos, académicos, erre con erre, los que están
pegados al curso universitario dentro de los pocos que enuncian la Salud Mental
como política de Estado, no van más allá de ese límite. ¿No creen que dentro de
este ámbito la salud política de la
ciudadanía, en un país de confundidas gentes, merece un interés subrayado y
sobresaliente?
Sin falta, cada semana, un gorila politicante desde el
Congreso nos anuncia una sorpresa en forma de documento legislativo, verbi
gracia: hay que vacar al presidente Castillo por incapacidad moral y en su
“fundamentación” alegan peligrosidad de este ciudadano que no tienen como
probar o evidenciar. Hay daño a la salud política del habitante común y
corriente que asimila un bombardeo diario de mamarrachos que se llaman
políticos y defensores de la democracia.
Simios y mandriles que no pagan impuestos porque NO les da la gana, convocan a marchas y
movilizan patotas de matones que no hesitan en agredir en las puertas de sus
casas a quienes ellos consideran nocivos a su causa. ¿Y cuál es el designio de
estos trasnochados?: aniquilar a los comunistas, senderistas y terroristas que
ven debajo de cada piedra o en cada rama de los escasos árboles que aún quedan
en Lima. Motejan esa actitud de “democrática”.
¿A alguno de los cabecillas de la marcha derechosa del
sábado se le ocurrió –siquiera- recordar a los héroes que en Tarapacá un 27 de
noviembre de 1879, lograron un triunfo frente a las tropas chilenas? Pero la
historia, madre y maestra, es una fuente vetada para delincuentes listos a
proponer la vacancia por, literalmente, ¡cualquier cosa!
Entonces ¿no es la salud política de 33 millones de personas
la zaherida con alevosía y perversidad cada día, semana y mes en el Perú? No
comprender que la salud política constituye capítulo imprescindible para el
análisis médico y psicológico cuanto que cívico y urbano, deviene en suicidio y
enorme pusilanimidad intelectual.
Conozco un caso patético. El otrora movimiento levantisco,
doctrinario, antimperialista y de izquierda democrática, el Apra, sin
representación parlamentaria, en gobiernos regionales o municipales, hoy
“marcha” tras los diestros del caradura que no paga sus impuestos a la Sunat y
clama por vacancia. Al alimón con una señora que manda “al carajo” al
presidente Castillo y que se refocila mostrando fotos con hampones reconocidos,
dicen tener futuro con esta actitud reaccionaria y carencia de salud política
de una agrupación que ha perdido hasta la brújula más elemental.
Un escenario formidable en que debieran aplicarse normas de salud
política es el área de las redes sociales. Se dice cualquier cosa, con
asesinato cruel del idioma, gramática y ortografía, numerosos autoerigidos
“líderes”, musitan sus posturas “ideológicas”. Y construyen lugares de vulgaridad
cotidiana. Lo que es peor, la enfermedad está tan adentrada en estos pobres de
espíritu que ¡se aplauden entre ellos!
La salud política
debiera formar parte de la Salud Mental como Política de Estado. No es
suficiente enunciarla, hay que estudiarla a fondo para encontrar o descubrir
los métodos de acción realistas que permitan el saneamiento paulatino de tantas
mentes enfermas y enajenadas.
¿Se atreverán los grandes académicos ortodoxos a agarrar al
toro por las astas? Si lo miran bien, pacientes enfermos cuasi terminales, los
tendrán en el Congreso, en la burocracia de las grandes empresas estatales y
privadas, nacionales o internacionales, en el Ejecutivo (¿o no es carencia de
salud política que un secretario “guarde” miles de dólares en un baño?), en
buen romance, el ingreso por terapias personales, grupales o industriales, está
absolutamente garantizado.
Bien vale repetir: ¿y
qué de nuestra Salud Política?
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