Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
17-8-2020
Cuanto el gato no
está, los ratones están de fiesta
El gato, es decir el gobierno, tiene, al decir popular, un
“huevo” de quehaceres, responsabilidades, omisiones y preocupaciones. No es
suficiente su acción y la ineficacia está a ojos vista. Pero no vamos a caer en
la vulgar avenida de echar más gasolina al fuego que ya está suficientemente
abrasador.
¿Qué hay de todas las instituciones del Estado, o sea las
que paga el pueblo con sus impuestos, y que están de fiesta y que suministran
su tradicional y muy mal servicio a otro peor y sin posibilidad de queja
ciudadana, protesta efectiva o devolución de dineros mal cobrados a veces
coactivamente?
¿Nos referimos exclusivamente a las empresas públicas? Me
temo que en Perú eso sería irreal. Las firmas privadas han hecho su agosto
(peruanismo que designa un plus exagerado de ventas y ganancias) desde que
arreció por nuestros lares la pandemia del coronavirus.
¿Quién puede negar que las empresas de luz, agua, teléfonos,
cable, etc, etc, etc., no han registrado ingresos “promediados” en demasía y
que provocaron colas interminables de clientes disgustados e indignados? La
famosa ley no escrita pero mandatoria “pague
y luego reclame” se enseñoreó insolentemente en todos los ámbitos, sobre
todo en los bolsillos, de nuestra conturbada gente.
Entonces los privados cobran los que les da la gana.
¿Y qué ocurre en el Estado y las municipalidades? Por
ejemplo ¿qué está pasando con los términos de referencia para licitaciones que
tienen nombre y apellido? ¿Es cierto que malos funcionarios ediles están “ofreciendo
asesorías” para “agilizar” trámites y engordarse los bolsillos de manera
hamponesca? Los ratones (léase mafiosos) están de fiesta porque el gato (léase
gobierno) está muy congestionado en otros temas de mayor envergadura o
“importancia”.
País raro el nuestro. Nos distraemos en algunos asuntos,
convenientemente alentados desde una televisión boba y sangrienta y medios
escritos o radiales –con raras excepciones- sensacionalistas y violentos y no
reparamos en cómo se incuban accidentes trágicos, quiebras y desempleo
altamente nocivos para la gente común y corriente.
¿Qué dicen los clubes electorales? ¡Nada de nada! Fieles a
su precarísima estructura de ganapanes sólo tienen preocupación en llegar al
recinto de Plaza Bolívar o a Palacio porque además la fiesta sólo dura 5 años.
Entonces materias de cómo se roba a los usuarios en la empresa privada y
pública por servicios esenciales ¡no interesa para nada! Salvo cuando haya que
ganar votos y entonces se promete el oro y el moro.
Es obvio que no son tiempos normales para nadie en el mundo.
Pero sucede que lo usual y acostumbrado en Perú –no sé si en otras partes
acontezca igual- es que la quinta rueda del coche sea quien paga, recibe mal o
pésimo servicio y encima resulte despojado del mismo si no paga. En síntesis,
los que viven del dinero de los impuestos, aunque no trabajen –y hay decenas de
miles que no lo hacen en todo el país- viven de los tontos. ¡Y los tontos, de
su trabajo!
Por eso cuando el gato no está, los ratones –o ratas- están
de fiesta
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