Friday, April 17, 2020

Alan García liquidó al Apra


Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
17-4-2020

Alan García liquidó al Apra

¿A cuánto porcentaje llegó el alanismo, bajo el mascarón de Apra, en el último comicio?: a la mísera cifra de 2.8%. De resultas que no colocó ningún parlamentario y si las cosas hubieran sido correctas, habría perdido hasta la inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones. Fue parte de la torva herencia del autoeliminado Alan García Pérez.

A algunos el pusilánime suicidio de AG se antoja como un “sacrificio” o ridiculez sucedánea. Aquél señor incapaz de afrontar la consecuencia de sus actos, optó por el camino más rápido y fácil. Lo arduo, heroico y valiente habría sido afrontar los juicios y demostrar que todo lo que se sospechaba era falso o invento malhadado. Ni lo uno ni lo otro.

Los alanistas, esa turba exaccionadora que le acompañó en dos gobiernos y fuera de él con afanes ventajistas y mercantiles, no son apristas, son activistas ocasionales, compadres de negocios y contratos con nombre y apellido y bobos que no alcanzan a comprender que el Apra fue una esperanza, una fraternidad una herramienta movilizable por un Perú libre, justo y culto.

Mientras coordinaba la edición de Correo Aprista, a mi cargo, escuché a Víctor Raúl Haya de la Torre refiriéndose a Alan García: “este tipo es raro, se esconde las cosas”. Aludía el fundador del partido a una inconducta del mozallón. Atisbaba, de repente, la fragilidad ética de aquél.

He escrito desde largos años atrás:

"Uno de los contrabandos más eximios, de esos que parecen verdad pero son más bien aparentes que reales, ha sido la especie que pretende mimetizar al aprismo con la carrera particular, personal, absolutamente angurrienta de mando del señor Alan García Pérez, ex presidente del Perú, durante el bochornoso, por aventurero, quinquenio de ejercicio gubernativo entre 1985-1990. Así, la noche de 1992, cuando la fuga del Mozallón por los techos, tras una incómoda estancia en un barril sin agua, hacia Colombia, se estudió bien el destino. Entre 1949-1954, Haya de la Torre fue inquilino forzado de la Embajada de Colombia porque la dictadura odriísta lo mantuvo virtualmente preso. Pero Víctor Raúl fue creador de una doctrina con atisbos audaces de propuesta latinoamericana. Al conjuro de su voz y de su formidable presencia moral, las multitudes encaminaban sus protestas, entonaban sus cantos, marchaban a la revuelta, morían frente a los paredones o se pudrían en las ergástulas. Eran los tiempos en que el destino de una buena parte de peruanos era: encierro, destierro, entierro." ¡El aprismo es aprismo, no alanismo!

Y es preciso, al menos como humilde testimonio de parte, escrito y público, reivindicar la fecha, porque ahora hay antialanistas furibundos que sombrean su pasado vergonzante cuando no pocos saborearon las mieles que da el poder efímero en dos gobiernos 1985-1990, 2006-2011, signados por la improvisación primero y luego por el favoritismo a los grupos de poder. En ninguno de ellos se verificó ¡ni siquiera! los barruntos de un Estado Antimperialista o la conformación del Frente Unico de Trabajadores Manuales e Intelectuales.

Cuando Alan García entra de lleno, a partir de 1976-1977 a la actividad partidaria escaló puestos y mandos. Logró en 1979 escamotear el triunfo para ser candidato presidencial a Andrés Townsend Ezcurra y ubicó a Armando Villanueva. Recordar tan sólo que Belaunde nos ganó por casi 800 mil votos, grafica el yerro mayúsculo de entonces. Nunca Alan García respondió sobre el asunto que anunciara ante la televisión Townsend.

El señor García hizo todo lo posible por desdibujar no sólo la ideología y moral apristas, sino que eliminó los valores tradicionales del partido: su fraternidad, lealtad a la figura de Haya de la Torre, entonación de sus cánticos con su Marsellesa y los reemplazó por tonadas distintas que sólo hicieron culto a su figura. Enajenó, en buena cuenta, una acción que con sus errores y éxitos, había logrado conformar un potente tercio en el electorado peruano durante 50 años.

Los dos gobiernos de Alan García se distinguen por la cantidad de escándalos y sospechas de asaltos al erario nacional. ¿De qué otro modo explicar que cuando a un ciudadano se le menciona la palabra Apra, sin mayor reflexión ni duda, pronuncia el término ladrones? ¡Hagan una encuesta y no disimulen una pesarosa realidad!

Alan García pulverizó un capital humano que tenía que ver con sus movilizaciones dinámicas y territoriales en todos los ámbitos de la vida nacional: sindicatos, clubes de madres, asociaciones de índole multidisciplinaria, sedes vecinales, en todas partes se encontraba siempre un cuartel del Ejército, un templo y un local del Partido Aprista. No ha mucho, en Trujillo, un viernes a las 7 pm., encontré cerrada la casona de Pizarro 672.

¿Será mucho pedirle a los alanistas análisis u honradez respecto del profundo daño acometido contra lo que fue clarín, sueño y esperanza de muchas promociones de hombres y mujeres que no cejaron en su fe aprista y en su sentido de sacrificio con honradez?

De no conjurarse la sombra maligna de cuanto aconteció bajo la férula de Alan García, es casi inevitable el entierro y desaparición del movimiento aprista peruano. Lo que no pudieron hacer ni las persecuciones ni los enemigos, lo logró con creces y egoísmo psicópatas un elemento muy nocivo.

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