Derroche de agua hipoteca
porvenir de nuevas generaciones
por David Auris Villegas; davidauris@gmail.com
25-1-2019
Estando próximo a “celebrar” el Día Mundial del Agua,
reflexionamos que irónicamente las personas acaudalas hacen derroche del agua y
pagan menos que los pobres por su consumo en países subdesarrollados como el
nuestro, donde aún no se ha logrado compartir los beneficios de poseer agua,
generando en el 2015, una alerta del Foro Económico Mundial.
La escasez de agua en el planeta está creando grandes riesgos
a partir de un irresponsable y heterogéneo consumo.
Respecto a esta situación los estudios más rigurosos
informan que una cuarta parte de personas del planeta, carece de agua potable.
En su mayoría es en los países más pobres donde se posee grandes cantidades de
agua, como Perú que, según los expertos, el consumo de agua en las capitales de
países en vías de desarrollo es el doble que los consumidores europeos.
Evidenciando una deficiente gestión por parte de las
autoridades del agua que con la tecnología de hoy son posibles, sin embargo no
han logrado hacer frente de manera exitosa a este gran desafío mundial,
olvidando que este recurso natural es una de las necesidades más básicas de la
humanidad y consideradas en los países desérticos, como un regalo divino.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud, recomienda
un consumo de cien litros de agua por persona, no obstante los habitantes de
las capitales de los países en desarrollo como Lima, el consumo duplica con
creces, mientras la personas de la periferia y gran parte de las demás regiones
apenas deben contentarse con agua estrictamente para consumo.
El agua, siendo indispensable para la vida, más allá de la
contaminación y el cambio climático, es el malgasto de agua potable que genera
la escasez, mostrando con desparpajo la enorme diferencia social, producto de
insensibilización humana, pues los acaudalados gastan enormes cantidades de
agua, limitando el acceso de este precioso líquido a la mayoría de habitantes.
Esta carencia de agua potable impide la oportunidad de
desarrollar a los más pobres y débiles. El derroche absurdo de este precioso
bálsamo por parte de los poderosos para sostener vanidades y propiedades,
olvida que tarde o temprano la situación pasará factura a nuestro país,
hipotecando el porvenir de las generaciones futuras.
Aunque gracias a la tecnología desalinicemos el mar como
reflexionaba la BBC a comienzos del 2017 y más allá del esfuerzo de las
instituciones mundiales como el Banco Mundial para hacer uso adecuado del agua
potable, es necesario hacer un uso pedagógico del agua para impulsar un
desarrollo sostenido, concientizando éticamente a la humanidad que al final del
camino, tanto los acaudalados así como la masa de pobres, pereceremos bajo el
filo de la sed que desconoce de clases sociales.
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