¿Para quién trabaja
ministro Giuffra?
Anunció el ministro de Transportes, Bruno Giuffra, que Perú
y Kuntur Wasi, habían rescindido por mutuo acuerdo el contrato para la
construcción del Aeropuerto de Chinchero. ¿Qué razón tuvo el oficialista para
agregar que “no hay divorcio gratuito”? Hasta donde se sabe Giuffra es pagado
con el dinero de los contribuyentes peruanos.
Hasta podría, con suspicacia, cualquier persona, suponer que
Giuffra está cuidando las espaldas no del Estado peruano y el Ejecutivo al que
pertenece, sino que al consorcio foráneo que recién comprende que Chinchero iba
por muy mal camino.
Reza el dicho: la mujer del César no sólo debe serlo, sino
parecerlo. Y aquí no caben medias tintas ni excusas tímidas para quedar bien. O
defiende al Perú y que cada cual haga haga lo que crea conveniente, o mejor nos
dice el ministro que él está encargado de cautelar la supuesta compensación
monetaria que inscribió en su apreciación “no hay divorcio gratis”.
Que Kuntur Wasi y su entorno legal hagan lo que mejor les
parezca. Más aún el Estado peruano también tiene que incurrir en la abolición
de contratos muy mal hechos y que desencadenaron protestas e inestabilidad
mayúscula, pero que los pregoneros de intereses extraños al Perú no nos
sorprendan con ruidos incomprensibles. Cuando se trabaja para el Perú se
defiende a la Patria. Así de simple.
Imposible olvidar que el gobierno del presidente Pedro Pablo
Kuczynski abogó por el tema de Chinchero y la construcción en Cusco del
aeropuerto. No obstante esa postura tuvo en Martín Vizcarra su primer inmolado
y no es posible descartar que el fuego siga achicharrando a otros de menor
rango.
¿Quiso dar un guiño o incurrió en ligereza el ministro
Giuffra? ¿O está anunciando que a pesar del mutuo acuerdo de rescisión, Kuntur
Wasi piensa llevar al Estado ante algún arbitraje? Tradicional es que Perú
pierda con frecuencia escandalosa casi todos los arbitrajes. ¿Por qué habría de
ser esta vez la excepción?
La política genuina de defensa del Perú no sólo reivindica
como obligatorias las normas decentes de comportamiento público. Y si hay
quienes creen lo contrario, que presenten sus reclamos por conductos regulares.
Cierto es que el país no necesita de quinta columnas en el Ejecutivo ni el
Legislativo. ¡Ni en ninguna parte!
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