Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
14-6-2017
¿Es Perú un país
posible?
¿Qué conexión hay entre un
tumbesino y un puneño? La trabazón entre un natural de Iquitos con otro
connacional de Tacna es rara. Hay costeños que aún siguen mirando a Lima como
el “eje” central de desarrollo del país y el resto del territorio y sus
habitantes, les importan poco. Mejor dicho, nada. Para millones la casualidad
de haber nacido en Perú no es más que eso: un accidente y una “cruz” a cargar
de por vida.
Pocos han sido los períodos
con gobiernos ambiciosos de estructurar o vertebrar al país en su inmensa
riqueza racial, multilingue, cultural, folklórica, etc. El Perú de todas las
sangres de Arguedas parece confinarse en un título literario sugestivo y
limitado. Más bien Ciro Alegría acierta cuando habla que el mundo es ancho y
ajeno y narra sucesos e injusticias del ámbito serrano eternamente ensimismado
como bello por su pluralidad de expresiones hasta hoy no reivindicadas por
completo.
Una conclusión evidente e
inconcusa la es que el Perú es lo que han hecho sendos gobiernos de todo tipo
durante su llamada vida republicana. Esperpentos metidos a líderes, militarotes
que interpretaron con yerro evidente que la presidencia y el comando de la
Nación eran premio a sus luchas independentistas, mamarrachos que arribaron a
Palacio para meter las uñas y exprimir las cansadas ubres del Estado. Y es
pertinente recordar que ese Estado ha vivido del dinero de los contribuyentes.
¿Y dónde han estado los
líderes? Incómoda pregunta para quienes se llaman a sí mismos adalides de tal o
cual tendencia sin plan estratégico, sin visión nacional, huérfanos aberrantes
de cualquier mirada geopolítica de un Perú central en Latinoamérica, hasta hoy
incapaz de romper “paradigmas” de desarrollo con industrias contaminantes,
incapaces de generar puestos de trabajo masivos y sueldos dignos para la
satisfacción del alimento, educación y salud de sus protagonistas.
El mosaico que siempre ha
sido lo que desde hace casi 200 años se llama Perú, tuvo alguna vez un designio
imperial impuesto por el consenso sabio administrado por los incas o por la
fuerza persuasiva de tropas que conocían bien su tarea: la conquista. Y se
llegó a extensiones enormes que abarcaron partes de las hoy repúblicas de
Chile, Argentina, Ecuador. Si los peruanos de ayer tuvieron una concepción
ambiciosa y supieron con las herramientas de entonces, imponerlo velis nolis,
¿qué puede haber ocurrido para que hoy las “clases dirigentes” sean tan
mediocres e ignorantes?
Perú es un desmadre que
asemeja un barco escorado por todos lados. No hay norte, tampoco sur, este u oeste.
La nave se maneja al viento de los mafiosos que creen que el Estado es un botín
y el pueblo una masa informe sin opinión ni dignidad alguna. Y para eso cuentan
con medios de comunicación aleves y violentos que cercenan el libre pensamiento
o la crítica valiente y sepultan en vida a los disidentes.
¿Cómo revertir y cambiar esta
desventura? He allí el gran reto y desafío contemporáneos. ¿Es Perú un país
posible?
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