Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
24-8-2016
Paradero 59 y húmeros a la buena
Se hace luengo ya el recorrido.
Arribar al Paradero 59 no es sólo inercia, se requiere humor, tesón, fe, terca
y porfiada voluntad optimista y esperanza en la victoria de los ideales
trazados desde el ayer irrepetible, hasta el hoy transitorio y oteando el
porvenir indescifrable.
César Vallejo en Piedra
negra sobre una piedra blanca, afirmaba: “Jueves será, porque hoy,
jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto a la mala…”.
Parafraseando, desde mi humilde banco de ciudadano, puedo decir que llegado que
soy al Paradero 59 tengo, aún, los húmeros a la buena. Y es miércoles de
agosto.
Charlando con un líder empresarial
llegamos a la promesa humana que todos aquellos que alguna voz tienen en el
concierto de sus acciones profesionales, políticas o amicales, deben poseer la
ternura enérgica de no decaer jamás, de mirar más allá de lo que el común ve y
en donde todo es llanto quejumbroso, extraer la iniciativa portentosa para el
cambio y la revolución. Y para la risa creadora de avenidas y alamedas.
¡No hay pecado más horripilante
que la depresión terminal y la debacle, antes que morir en la gloria procurando
el éxito y peleando, palmo a palmo, la conquista de las ambiciones con que se
construye un país! Y en Perú todo está por hacerse.
Ha poco en Tacna, en la
explanada del Alto de la Alianza, entre el ulular del viento frío y la
reminiscencia de lo que fue una cruel derrota el 26 de mayo de 1880 contra los
invasores sureños, echaba a volar la imaginación y me preguntaba: ¿cómo
pudieron ser tan irresponsables las pseudo élites de mantener en la ignorancia
y en la esclavitud a millones de hombres y mujeres?, ¿qué clase de ineptos son
los que nos han gobernado?
Y la respuesta que hubo que
pedirle allí a los muertos fue que había que enmendar y corregir radicalmente
esos estropicios que vienen desde cientos de años atrás y el compromiso que
poner el alma entera en el empeño es el desafío, agitando conciencias, elevando
el espíritu a la acción cívica, impulsando el paso potente de las juventudes y
que si se llegó al Paradero 59, hay que continuar hasta el final que será, a no
dudarlo, cuando otros tomen la posta y el relevo sea muy superior.
Compruebo con alegría que hay
savia que viene indetenible. La luxación del hombro derecho apenas si la
recuerdo de meses atrás. Nada se puede hacer por el bolsillo fracturado in aeternum y por eso, en uno de los
innumerables juicios penales a que fui sometido por la concesionaria del
Aeropuerto Jorge Chávez, Lima Airport Partners, mi brillante defensor, el
doctor Guillermo Olivera Díaz, pudo exclamar, entre risas de bronca voz: “A Mujica NO le van a sacar un carajo”. En líneas generales, vamos bien,
sin prisa pero sin pausa.
Con salud juvenil en el
Paradero 59 y con los húmeros a la buena, renovada está la promesa que la fe
del carbonero garantiza cuando echa con método y arte, el mineral al fogón para
que la locomotora no amaine su discurrir de canto y poesía, historia, pasado y
presente, y atalaya de un porvenir que nos debe una victoria.
Gracias a la vida.
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