Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
8-8-2016
Nuestra deliciosa
estupidez criolla
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama dijo ha poco
que el TPP (Tratado Transpacífico) es un arma contra la influencia económica de
China en Asia. Hillary Clinton demócrata y hasta el bufonesco gringo
republicano Donald Trump, también rechazan la ratificación del mismo convenio
que deberá hacerse en Capitol Hill.
Apenas comenzado el gobierno del presidente Kuczynski se
anunció que uno de los primeros viajes será con destino a China. ¿A qué se comprometerá
el jefe de Estado si los chinos le preguntan por la postura oficial del Perú?
¿O epígono de Gringolandia o por un derrotero autónomo?
Nuestra deliciosa estupidez criolla está muy ocupada en
criticar si la gimnasia del gabinete se llevó a cabo con zapatillas de una u
otra marca. Para los que no practican deporte, es decir que carecen del sentido
superior que significa mens sana in corpore sana, el tema es atrabiliario y
baladí.
Hay que reconocer que Perú tiene singularidades que no sabe
o no puede explotar. Por ejemplo, los politólogos crecen en las ramas de los
árboles y tambien suele encontrárselos debajo de cada piedra a lo largo y ancho
de la Nación. No obstante, cuando tienen que callar, callan y lo hacen con una
simultaneidad que conmueve por lo organizada. ¿Se han planteado reparos
respecto de esta variable geopolítica con el vecino poderoso del norte y el
próximo viaje del jefe de Estado a la antigua Catay?
No. No lo han hecho. Es que aquí mandan las encuestas que
direccionan nuestra deliciosa estupidez criolla hacia picos de vulgaridad poco
vistos en la historia humana. O, los miedos de comunicación se solazan en la
nadería de programitas que resaltan el músculo brutal o la belleza simplona de
personas que no saben hacer otra cosa que exhibirse. Puestos en el reto de
enhebrar pensamientos, sólo emiten disparates ¡y de qué calibre!
Imprescindible recordar que en los últimos días del Congreso
anterior, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Elías
Rodríguez, alanista por La Libertad, urgió por la inmediata ratificación del TPP
por el Congreso. ¿Cómo podía reclamar semejante actitud aquél si nadie conoce
el tratado que fue elaborado casi en secreto? Es evidente que don Elías jamás
ha confesado sus prisas.
Muy interesante denotar que Rodríguez integra la mesa
directiva del Parlamento actual de absoluta mayoría fujimorista. Y que el
repitente legislador sigue en las filas alanistas y como vocero del Sr. -6%.
¿Pura casualidad? No parece tanta. Hay hasta otros dos militantes de esa
alicaída agrupación en importantes puestos de dos ministerios.
Como dicen los de El Panfleto, para los politólogos es común
repetir: “menos mal que estamos en democracia”. Nuestra deliciosa estupidez
criolla produce hornadas de trebejos listos para hilvanar cualquier monserga.
¿Qué hacer? El sentido común indica que al ser el TPP un
tratado que implica serios cambios o reformas económicas a las leyes peruanas,
tiene, necesariamente, que ser debatido, in extenso, por el Congreso. Su
ratificación depende de una equilibrada y versátil discusión que analice pros y
contras. No hay forma posible ni razonable que se dé un sí a ciegas compulsivas
o inducidas por agentes infiltrados.
Además, el pueblo quiere saber de qué se trata. Y, estoy
seguro, no resultaría mala idea plantear serias reformas a la difusión del
canal del Estado, ahora con nueva y muy profesional y prestigiosa dirección.
A nuestra deliciosa estupidez criolla conmueven las
traiciones amorosas que se hacen entre ellos mismos, los protagonistas de
bodrios mayúsculos en la televisión basura; pero NO prioriza los grandes temas
de la agenda nacional.
Oponerse y pelear contra la deliciosa estupidez criolla no
es un asunto de pura declamación poética, es un ejercicio enérgico de romper el
pacto infame y tácito de hablar a media voz y de llamar al pan, pan; y al vino,
vino.
Y tan malos son los topos embajadores de los clubes
electorales que empiezan a inundar los ministerios, como la ignorancia en que
se mantiene a la población vía televisión adocenada, consentida y ejecutoriada
con fruición y complicidad impecable de los medios de comunicación muy
interesados en vender productos. ¡Y que la verdad se vaya al demonio!
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