Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
23-6-2016
Inseguridad ciudadana de cuello y corbata
En Perú, en sus calles,
plazas, cruceros, distritos, provincias, regiones, en todas partes, los
asaltos, cogoteos, hurtos, monras y crímenes, son moneda común de forma
cotidiana y violenta. Raro es el día en que no hay asesinatos y menos que los
medios de comunicación hagan de estos sucesos un motivo para su “cobertura”
exhaustiva.
Los medios, absolutamente
todos, son tuertos, porque miran con ojo escrutador y condenador la ratería del
bajo pueblo, el zafarrancho del delincuente o del desempleado, del degenerado o
violador, pero no “ve” cómo los hampones de cuello y corbata, que se cuentan
por miles en las burocracias gubernamentales, congresales, regionales, municipales
y de toda índole y que, literalmente, nos roban el proyecto de vida, los
recursos y la fe pública, cuando desvían millones y millones hacia bolsillos
particulares sin ningún beneficio para los pueblos.
Imposible dejar de recordar
los grandes escándalos y robos habidos en varios gobiernos regionales.
¿No vemos cómo los grandes
pillos y esquilmadores de la fe pública jamás van a la cárcel y siempre tienen
jueces que los amparen, legisladores que los blinden, gobiernos que los apoyen?
El ladrón independiente,
pocas veces asociado a bandas orgánicas o coordinadas, roba en pequeña escala.
El caco de cuello y corbata,
con refinada dicción, modal convincente y descaro impresionante, ataca al
cuerpo social cuando fabrica coimas y promueve tajadas de contratos que tienen
nombre y apellido, dedicatoria macabra, porque cada moneda hurtada es menos
presupuesto para construir colegios, hospitales o llevar agua potable a un
hogar peruano.
¿Cómo arreglamos esto?
¿Bastan las leyes? No
pareciera ser una gran solución. Escuchamos las quejas que los delincuentes
salen con mucha rapidez de las comisarías o prisiones y porque “no hay” motivos
para detenerlo o, peor aún, procesarlos. Los abogángsteres conocen muy bien
estas puertas abiertas y las usan, previo pago de efectivo. ¡Qué importa que
esos dineros sean sucios o nazcan de crímenes, el profesional vive de su
trabajo!
Entonces, ¿cómo castigar al
ladrón fino, al que tiene estilo, universidad y posgrado en el extranjero?
Información contra corrupción
Fundamental será que el
Congreso y gobierno del Perú concuerden en instituir que los crímenes contra el
Estado ¡no prescriban jamás! Y que el rufián culpable esté prohibido
vitaliciamente de trabajar para el Estado y en cualquier gobierno. Creo que le
llaman muerte civil.
Más aún. El castigo moral al
funcionario hallado culpable debe ser la vergüenza urbi et orbi, su nombre
publicado en El Peruano y su foto en todos los portales del Estado. Quien no la
debe, no la teme. Información contra corrupción.
Como las leyes no son
retroactivas, nos evitamos quedarnos sin muchísimos políticos inmorales y
cínicos o burócratas acostumbrados a robarle al Perú con el privilegio de
negocios sucios, debajo de la mesa. Aquí es donde las nuevas tecnologías de la información
pueden jugar un rol fundamental en llevar un registro completo de la
trayectoria de todos los funcionarios públicos: debería bastar con una simple
verificación para juzgar si una persona es o no elegible para trabajar en el
Estado.
De calles y
escritorios
Llamemos la atención a los
medios y a los hombres y mujeres honestos en todo el Perú: los tahúres de
cuello y corbata también son ladrones tan iguales como los de más bajo rango. Y
hay que castigarlos a todos.
¡Erradiquemos la delincuencia de las calles y escritorios! El reto está
planteado, si el país no ataca estos problemas de raíz, nunca avanzaremos hacia
la Patria que queremos construir.
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