Testimonios
de Guerra: Alfonso Ugarte I
por Juan Carlos Flórez Granda; jcflorezg@yahoo.com
23-12-2015
Director SEHCAP
Nadie duda de algunos actos
sobresalientes de nuestros personajes peruanos durante la pasada guerra con
Chile en 1879. La historia oficial ha nombrado un sinnúmero de veces las
proezas de muchos de ellos como Grau, Bolognesi, Alfonso Ugarte, entre otros. Y
precisamente sobre este último se le recuerda por haberse lanzado al vacío desde
el Morro de Arica durante la toma chilena el 7 de junio de 1880.
Ugarte era un acaudalado empresario
nacido en Iquique el 13 de julio de 1847, administrador de las empresas
salitreras de su familia. Durante la guerra dejó sus responsabilidades
empresariales para contribuir a la defensa de su tierra. Para ello, junto a un
grupo de empresarios, crearon el batallón Iquique No.1, conformado por personal
de las empresas, siendo jefe del mencionado batallón con el grado de coronel.
Se desempeñó valientemente en las
batallas de San Francisco y Tarapacá, inmolándose la mañana del 7 de junio en
el Morro de Arica.
Bajo el título de “Testimonios de
Guerra” presentaremos relatos oficiales de sobrevivientes que han participado
junto a ellos, mostrándonos aspectos poco conocidos, datos interesantes y sobre
todo, dibujado el perfil de cada personaje, todos de igual valentía y méritos
como los que lo narran.
Como los relatos carecen en general de
puntuaciones, estilo y tiempos, he retocado ligeramente estos para que se pueda
entender el contexto. Principalmente tenían como finalidad obtener un
reconocimiento de participación en las batallas, de acuerdo a las solicitudes
de las distintas comisiones que se formaron a principios del siglo XX.
Los archivos originales se encuentran en
distintos repositorios militares, familiares y algunos encontrados en ferias de
provincia, casas de antigüedades y lugares donde venden libros de segundo uso,
los cuales he ido fotografiando a lo largo de más de 15 años y que conforman
una base digital de más de dos mil expedientes.
En todos los casos indicaré su origen
para que el que desee pueda leer los originales.
El artesano
Abraham Trillo Villamonte, cuando principió la guerra, declara que se
encontraba en el puerto de Iquique en compañía de su esposa y de un niño, el
mismo que tendiéndolo en sus brazos se asustó cuando apareció la Escuadra
Chilena. Entregué mi hijo a mi esposa y le dije: “El deber me llama, suenan los
clarines voy a defender a mi patria”. Y sin vacilar me dirigí al cuartel
Batallón “Iquique No.1” que comandaba el Coronel Alfonso Ugarte.
Me
dieron un rifle. No hubo lugar a hacer fuego porque los buques chilenos no nos
hacían. Nos dedicamos a perfeccionarnos en el manejo del arma y la construcción
de trincheras, para cuando el enemigo rompiera los fuegos.
Trascurrieron
algunos meses cuando se alistó la escuadra peruana y rompió el bloqueo sobre los
buques chilenos “Covandonga” y “Esmeralda”. El “Huáscar” arremetió contra la
Esmeralda echándolo a pique. La Covadonga escapó, siendo perseguida por la “Independencia”,
que encalló en hora fatal.
El
batallón Iquique No.1 al cual yo pertenecía se encontraba en la plaza del
Mercado. Mi coronel Alfonso Ugarte hizo traer varias barricas de cerveza
celebrando el triunfo del Huáscar. Más tarde supo la desgracia de la
Independencia y dándose una palmada en la frente dijo: “…Estamos perdidos…pero
no importa, ADELANTE…”.
Dejamos
Iquique y emprendimos marcha a Tarapacá, sufriendo penuria y media. Nuestro
armamento estaba completamente sucio por la gran cantidad de arena que soplaba
en esas pampas. Al amanecer limpiamos las armas. En esa faena estábamos cuando
a las 9 am poco más o menos, tocaron a las armas. El enemigo se presentó. Tuvimos
un día de combate derrotando al enemigo.
Estando
en la línea de batalla, una bala vino a la frente del coronel Ugarte,
agujereándole el sombrero blanco que usaba, hiriéndole en la frente. El
comandante La Torre, viendo bañado en sangre al coronel Ugarte, le dijo que
bajara a la quebrada a curarse, a lo que él contestó: “…Deje comandante, tengo
que morir en mi línea…”
Avanzamos
hasta el campamento enemigo abandonado, donde encontramos colchones y víveres.
Seguimos la marcha a Arica, donde después de algunos días preguntó el coronel
Varela al coronel Ugarte, si tenía algún soldado que pudiera instruir a algunos
que no estaban prácticos. El coronel Ugarte le contestó que tenía un
distinguido: De esa manera pasé al batallón Artesanos de Tacna.
En
un pequeño descanso que tuvimos, fuimos a pasear a Tacna.
Cuando
los chilenos peleaban en ese lugar, el batallón Artesanos de Tacna pasó a Arica.
Nos tocó pelear en el Morro con tanta suerte que ninguna bala me llegó. Subimos
al Morro. No se veía un solo chileno. Transcurrió poco tiempo y divisamos a un
regimiento chileno que avanzaba, y como yo estaba de guardia con dos de mis
compañeros, al ver acercarse al enemigo, le dije: “Bajemos”. Y lo hicimos por
un lugar denominado la Lisera.
Bajamos
a la villa del mar. Los chilenos subían al Morro, nos divisaron y nos hicieron
fuego. Nos salvamos tras de una peñas. Por esos lugares encontramos a la
ambulancia peruana, la misma que nos indicó una cueva llamada “Reina”. De esa
manera pudimos salvarnos, pues todos los compañeros que caían en poder del
enemigo eran pasados por las armas.
Optamos
por dirigirnos a Tarapacá en compañía de dos tarapaqueños, Cirilo Mueco y uno
apellidado Mariano Cauitín, que como conocedores bien del camino, me acompañé
con ellos hasta un lugar llamado “Tirana”, donde llegamos en un estado
calamitoso, muertos de hambre, de sed y sin zapatos.
Todas
estas tragedias las pasé a los 23 años de edad. Es a pequeños rasgos como puedo
comprobar mi estadía en la guerra fatal del 79.
Fuente: Archivo histórico del
Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, letra “T”. Archivo digital
Juan Carlos Flórez Granda.
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