Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
12-11-2025
¡Estupidez camina por calles y plazas!
https://senaldealerta.pe/estupidez-camina-por-calles-y-plazas/
Se dice, como hace más de dos centurias, que el impulso
anti-corrupción es divisa y cometido del gobierno. Se ha preguntado, amigo
lector, ¿dónde hay cientos o miles de ladrones aprovechadores de la
indisciplina burocrática? ¿No es en el aparato del Estado en las diferentes
administraciones?
Las profundas convulsiones que sacuden al Perú contemporáneo
no tienen nada de originales. Nacimos en turbulencia en 1821 como república,
con una parte del país ocupada y una desorientación que ha marcado 204 años de
vida llamada “independiente”.
Nuestros pillos, con y sin uniforme, consideraron la
presidencia como el fin fundamental de sus vidas y apenas llegados a Palacio
(por las buenas o las malas), asaltaron la caja fiscal, aseguraron sus futuros
y compraron títulos nobiliarios o bienes inmuebles a los que hoy hacen nombrar
patrimonio nacional.
Generales asaltantes o civiles sórdidos, unos y otros
compitieron por exaccionar al país y nos metieron en guerras que no pelearon y
en su lugar sacrificaron como carne de cañón, al pueblo que todo lo paga,
incluidos sus robos.
Con las modernizaciones cosméticas de los años, Perú siguió
viviendo como pudo y casi siempre al margen del Estado y de los sucesivos
gobiernos con linajes inventados, anticholos y profundamente deshonestos.
¿Podría sorprendernos hoy que en plena ventisca y con aguas
amenazantes a los cuatro vientos, algunas ratas, tomen las de Villadiego,
esgriman persecuciones y amenazas a quienes, dicen ellos, no han hecho nada
ilegal? ¡Por supuesto que no!
¿Cómo puede una pandilla de miedos de comunicación prestar
oídos a mediocres cuya única virtud fue traficar influencias, vivir a la sombra
de su miopía cívica y por ser audaces en ciénaga de zancudos ponzoñosos?
En un país de plástico como el Perú en que abundan los
gestos, muecas, disfuerzos e ignorancias a granel y el idiota es analista y el
plagiador, sabio, lo anterior puede parecer resentimiento o amargura. No
obstante la premisa es atroz: somos una
sociedad en que los rateros y todos sus parientes, gobiernan al margen de quien
esté en Palacio.
¿Una suma de ladrones?
Dos centurias de estafas a la fe del pueblo, signan nuestra
conformación incompleta, débil, enrarecida como país. Mientras que en el mundo
y en comunidades vecinas, el proyecto nacional levanta a multitudes, aquí nos
confunde, sumerge en el fango y los amigos de lo ajeno resultan siempre los
beneficiarios.
¿Y el pueblo? Básica y fundamentalmente un buen recurso
político, poético, literario, excusa ineludible a la hora de las promesas. No
obstante, esas masas pagan todos los impuestos, mantienen a delincuentes en los
sucesivos gobiernos y jamás ¡siquiera! atisban la realidad de las ofertas.
Los chicos malos, esos que vienen justificando sus mentiras
de justicia con libracos mal escritos y bien financiados, con viajes por todo
el mundo y no pocas veces a Washington D.C., donde queda el Departamento de
Estado, hacen lo propio pero arropados en la envoltura social y de futuro.
¡Pamplinas!
Los de siempre les gritan a los otros “caviares”. ¿No será
que unos y otros no son sino limosneros profesionales que viven de la cansada
ubre del Estado y de no pagar impuestos y de asegurar sus vidas a través de
asesorías eternas y paliativas?
Todos han bebido de los fondos de USAID, directos o
indirectos.
La borrasca se puso muy fuerte en Perú. Fiscales, jueces,
policías, legisladores, burócratas, todos metidos en el zafarrancho de la
corrupción, saben que las cabezas están rodando y que Sansón tiene también aquí
sus filisteos con destino inevitable: la cárcel.
La estupidez camina por calles y plazas e infecta casi todos
los ámbitos de la vida nacional.
Pero todos los días amanecemos con crímenes por ajuste de
cuentas, reyertas entre candidatos que sueñan con ser senadores y diputados y
trifulcas por aumentos de sueldos abusivos a jueces y diplomáticos cuando, unos
y otros, incurren en torpezas de marca mayor, sin significativo aporte al país.
El timo colectivo del diseño electoral para el 2026,
consagrará, con la complicidad de miles de candidatos, un país en añicos,
incapaz de oponer desde calles y plazas la fuerza popular contra el oprobio de
minorías que solo persiguen fines egoístas.
Pero las infinitas vanidades de postulantes huérfanos de
carisma, tartamudos, ignorantes, serán parte de esta mazamorra indigesta que se
viene cocinando bajo la supervisión atenta y minuciosa de los grandes poderes.
Somos ferozmente buenos para
analizar porqué se produjo la masacre o cómo el Estado no atiende a las
poblaciones lejanas.
Pero también ostentamos el dudoso
privilegio de ser inútiles para emprender reformas genuinas y ser cobardes para
señalar con el dedo acusador a los traidores y ladrones que abundan en la
burocracia, en el Congreso, en los ministerios y en la cosa pública en general.
No hay ideas, sólo armazones que
se usan para la ocasión y de acuerdo al facilismo que otorga una globalización
desnacionalizante y pulverizadora de cualquier civismo o apego creador a la
tierra, a la historia y a nuestras tradiciones constructoras de país central en
América Latina.
¡Rompamos el
pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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