Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
5-9-2024
¡Racismo: crimen sin atenuantes!
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Desde hace la friolera de 203 años, el racismo, esa tara que
practican anormales y mediocres sin excusas, signa una de las peores taras
sociales en que se expide nuestra historia. Desconocer el asunto es
pusilanimidad monda y lironda.
Los alfiles del racismo merecen el más categórico desprecio.
La gente no vale por el color de la piel u ojos, apellido, lugar de vivienda o
montos localizables en sus cuentas bancarias. ¡De ninguna manera!
Tampoco por los vehículos que conduce o clubes a que
pertenezca. No son pocos los patanes y desequilibrados sin mesura que
fundamentan su “escalafón” en esta clase de “méritos”.
El daño protervo que hicieron el racismo y sus esbirros es
de tal magnitud que gruesos sectores populares “asimilaron” que tal
comportamiento era parte de su pesada cruz irreversible y sin compostura.
Si el imperialismo racista de que fueron grandes
protagonistas activos los nazis, hubiera triunfado, los latinoamericanos,
llamados inferiores por esos fanáticos atroces, no existiríamos o nuestra
posición sería de absoluta inferioridad y completa desesperanza.
Releyendo el texto del abogado Iván Oré Chávez, del 9-9-2006,
bajo el título El racismo de la oligarquía: faceta fascista, encuentro afirmaciones que bien vale la pena
reivindicar:
“Sabido es que la colonia fue
profundamente racista, dividió la sociedad en estamentos de blancos (españoles
y criollos) indios, negros y las castas (las mestizos resultantes de estos
estamentos). Dentro de estos había aculturados, miembros no
pertenecientes a la casta blanca que intentaban ser como ellos, aunque sólo
alcanzaran desprecios unidos a carguitos que se les daba en premio a su
sumisión, lo cual se traducía en su esfuerzo en incorporarse a la
civilización.”
Testimonios públicos revelan que
la tara estupidizante del racismo anida en “estrellas” de la televisión a
quienes hay que oír sus muy “cultas” sentencias.
Un secretario político negro de
un, otrora, partido político muy popular, se quejaba humorísticamente de la
discriminación en sus filas: “a ustedes los blancos, los juzga la historia; a
nosotros, la Secretaría de Disciplina”.
Puntualiza subrayando Oré Chávez:
“Pero la casta tuvo que
organizarse políticamente, entonces nació el civilismo, que en verdad surgió
gracias al racismo que hacía a muchos aculturados auto-despreciarse en
beneficio de la casta oligárquica.
Toda la juventud estudiosa, en
Lima, era civilista y rechazaba al militarismo corrupto y opresor, pero, al
mismo tiempo, era racista. El profesor de griego de Carrión, en Guadalupe, por
ejemplo, escribió en su Diccionario de Peruanismos, al definir el vocablo Cholo:
Una de las muchas castas que infestan el Perú… seguida de una larga
disquisición sobre las características sociológicas denigrantes, según dicho
autor, de la casta que “infesta” nuestro país. En el salón de clases, con
seguridad, ese entonces joven nieto de Hipólito Unánue e hijo de un patriarca
de ascendencia española como Mateo Paz Soldán, vio sentado a su alumno cholo
Carrión, que hablaba con acento serrano y que tenía graves dificultades,
seguramente, en pronunciar el griego. (Uriel García-Cáceres, Historia de
“…. el racismo asolapado de un grupo que aún mantiene ese
germen fascista, el cual los peruanos debemos cuidar no vuelva a surgir en
nuestro país. Y no lo haremos siendo racistas con ellos mismos, pues el racismo
es un prejuicio estúpido sin sentido. La oligarquía necesita del racismo (sea
del quechua-aymara contra el blanco o viceversa) y lo alimenta, es así como
puede seguir desintegrando a la sociedad para, de esta manera, evitar que se
una y adquiera conciencia del enemigo común: un numéricamente reducido
factor parásito de individuos que unidos genético culturalmente tienen el
control del crédito y del comercio exterior
gracias al cual mantienen el dominio de 28 millones de personas”,
agrega Chávez Oré.
Bien vale la pena preguntar
¿quiénes y a qué grupos de la sociedad ha pertenecido, la inmensa mayoría de
gobiernos, gabinete de ministros, grandes gerentes de las principales empresas
del Estado y que han actuado, casi siempre contra el Perú, en nombre del Perú?
¿No es la plana gerencial
del más grande banco peruano, integrada exclusivamente por gente de pellejo blanco,
apellidos sonoros y emparentados entre sí?
¿Distingue el hambre, cuando
no hay recursos con qué satisfacerlo, entre blancos, negros, amarillos o de
cualquier otro color o apellidos? He visto mendigos en muchas calles de Estados
Unidos y la frialdad de una sociedad que rinde culto a la tarjeta de crédito y
respeta con mucha devoción Thanksgiving (Día de Acción de Gracias), es
categórica.
Escapismo falaz,
despreciable, ruin, el racismo es arma de quienes mantienen la desunión del
Perú cuya base fundamental debe ser el trabajo creado para que cada familia
cumpla con los deberes fundamentales. Y es un crimen sin atenuantes.
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