Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
10-8-2024
País castrado para ser soberano
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Refirió, años atrás,
en su artículo Colonialismo interno y
traición al Perú, el estudioso Javier Lajo Lazo, conceptos polémicos que
bien vale recordar hoy:
“La traición sucedió en las Constituyentes de 1822-1828,
donde el grupo criollo legislador restauró el colonialismo devolviendo
haciendas, rentas y demás "derechos" ciudadanos a los españoles que
lucharon contra el ejército “libertador” de San Martín. Y, por consiguiente,
persiguiendo, asesinando y excluyendo sistemáticamente a los líderes indígenas,
comandantes de la guerrilla montonera del ejército patriota (proceso criminal
que se extiende flagrante, hasta pasada la guerra con Chile, 1879-1883, con el
mariscal Andrés A. Cáceres como protagonista).
Es en la primera y segunda constituyente, donde se instituye
el fraude que es el “Estado peruano" actual y a su vez es la “matriz” de
toda la gavilla de políticos corruptos que lo usan para "el delito
estatal".
De este contubernio traidor y restaurador de la colonia,
desciende toda esta fauna de políticos corruptos que hoy tenemos que liquidar
(dar de baja) junto a toda su secuela de "Estado centralista y
colonial". Este es el momento histórico, que debemos recordar para refundar
la Patria peruana y acabar con la re-locura de nuestra situación actual.
Son muchos los temas a esclarecer en este “país
consuetudinariamente frustrado”, castrado
históricamente para ser soberano y dispuesto más bien muy "abierto de
piernas", para ser ultrajado y saqueado inmisericordemente o en los
términos más optimistas (a lo Basadre): país que no dejará de ser siempre una
“promesa peruana” (criollamente, prometer es mecer).
Pero comenzaremos a recordar el principio, cual es el tema
histórico, de cómo esta “minoría criolla” organizada en “logias liberales” y
“románticas” logra excluir a los pueblos indígenas, quechuas, aymaras y amazónicos
(tildados de salvajes, bárbaros, etc.) de sus innegables derechos de participar
en el Estado peruano “independiente”, hasta el día de hoy; derechos que aquí y
en todo el planeta, están amparados por los valores irrenunciables de la teoría
constitucional, la democracia representativa, la libre determinación, la
soberanía de los pueblos y el derecho a la insurgencia anti-despótica y anti-dictatorial.
Este recuerdo por más provocador que sea, es necesario para
orientar el debate actual sobre la corrupción, que esclarezca lo que los
indígenas peruanos podemos juzgar como la conmemoración de los doscientos años
de la traición criolla y el apoderamiento y monopolio del Estado y la
gobernabilidad de la endeble y falsa democracia estamental y racista que existe
desde 1821 en el virreinato del Perú “independizado”.
Lo anteriormente descrito, creó un país en donde este grupo
minoritario criollo, con su sociedad, cultura, economía y demás recursos
“civilizatorios”, manipuló “democráticamente” a la inmensa mayoría de mestizos,
indígenas y descendientes de migrantes forzados, imponiendo una suerte de “consenso
de Lima”, o centralismo con el que domina y maneja monopólicamente, con un
magistral y singular despotismo político una economía
mercantilista-extractivista despiadada, un país de mayorías pasivas e
inconscientes (ahuevonadas) que se han convenido y se han ido “acomodando” a
vivir en la marginalidad, cuando no en una condición de pobreza y subalternidad,
astutamente administrada por dichas minorías racistas y “solapas”, que fungen
de invisibles con un racismo subliminal y que se sirven de esta aparente
“normalidad democrática” estructural y sistémica con apariencia de formalidad
legal (colonialismo interno)”.
Gran parte de
nuestra esclerosada casta política, desde hace 200 años, no da más. Está
envilecida en sus recurrentes taras de respuestas de cajón, recursos
oprobiosos, irrespeto consuetudinario a la moral y a los valores y casi todos
gozan de un “lugar” en los medios de comunicación que asienten, cómplicemente,
con la mediocracia abisal que impone su pezuña en el Perú actual.
¡Es hora,
ciertamente, que los viejos se vayan a la tumba y los jóvenes a la obra! Nunca
más vivo, más fuerte, más vibrante que hoy el prócer Manuel González Prada.
Y recordemos:
“No son muertos los que en la dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría,
muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía”, Antonio Muñoz
Feijoó (poeta colombiano, 1851-1890).
Toca a los
jóvenes para no pronunciar estridencias impropias, leer, adiestrarse,
compenetrarse con los jóvenes de abajo, con aquellos pata al suelo que no
tienen parientes que fleten puestos ni curules, con el patriótico propósito de
no sólo parecer joven, sino ejercer ese honor, desde el Congreso, en la lucha
diaria, en la protesta cotidiana y en la forja, dura pero hermosa, de una
nación madre y no madrastra de sus hijos.
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