Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
28-4-2024
Hace 3 años partió Coco Smith Maguiña
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El 24 de abril del 2021, partió prematuramente, el
psicólogo, buen amigo, ensayista e intelectual Jorge Smith Maguiña. en su
homenaje y recordación en este tercer aniversario a quien hizo de la docencia
un ejercicio creador y esforzado.
Entonces pergeñé algunas líneas de tributo (cuyas líneas
principales reitero y sigo esencialmente) hacia quien nunca negó consejo y
sabiduría, tanto en el análisis como en la interpretación de los hechos
cotidianos.
Quienes conocieron –y la legión es numerosísima, aquí y en
todas partes- a Jorge Smith Maguiña sabían de su humor socarrón, sabiduría
feraz y voz persuasiva para exponer sus puntos de vista. El admirado
intelectual, lector impenitente, psicólogo buido, consejero y partícipe de
todas las avanzadas culturales que pudo impulsar, partió ese 24 de abril.
Nuestra bandera se puso entonces a media asta y le hemos
recordado como el alegre compañero y camarada que fue.
Conversábamos con frecuencia intensa. Sabía escuchar y
replicar con ciencia y con humor, apoyándose en los ejemplos que recordaba de
su peripecia mundial en los cinco continentes. No era expediente sencillo
discutir con él.
Políglota eximio, dominaba el inglés, el alemán, barruntos
de chino, italiano y leía en esos idiomas. Profesor universitario, era también
amigo de sus pupilos y siempre llevaba consigo libros y más libros.
Desde hace largos años Coco estimaba que Señal de Alerta debía ser el lugar para
dar a conocer sus artículos extensos, sesudos, entretenidos, preñados de tal
cantidad de conocimientos que había que leerlos dos o tres veces para asimilar
ese margesí enorme de novedades.
Permitió y nunca me objetó, que editara y dotara de mejor
forma periodística sus párrafos luengos. Un artículo “corto” para Coco era un
texto de 15 páginas ¡mínimo!
Jorge Smith protagonizó el caso extraño de un intelectual
potente y que Perú no aprovechó como profesor, persona o creador de iniciativas
culturales, humanas, artísticas y de toda índole.
De humor pícaro y travieso matizaba charlas y discusiones
con salidas que quitaban presión a las polémicas pero que hacían reír a mares.
Cito una de ellas: “Bájame el sueldo
pero NO me grites”.
Los campos de opinión en que arremetió Coco con sus
artículos son variados. Ha poco –el 2021- escribió bellas páginas sobre el
libro último de Barack Obama Promised Land y lo hizo con la destreza propia de
quien conoce y sabe hacer de exégeta agudo del conflictivo mundo
estadounidense. Pero también redactó textos sobre arte, artistas plásticos,
cantantes, arquitectura, ciencia y cuanto suscitaba su curiosidad insaciable.
A propósito de una modesta entrega mía sobre el tango
Cambalache y su cuasi predicción sobre el Perú contemporáneo, Coco tuvo la
generosidad de felicitarme pero, fiel a su estilo, anunció que él escribiría
sobre Piazolla y Borges. El brillante envión puede leerse en ediciones pasadas.
Coco Smith contó cómo conoció la palabra resiliencia y a
quién se la escuchó pronunciar por vez primera en nuestros lares: a Haya de la
Torre con cuyo sobrino, Raúl Arístides, estudió en la Universidad Católica y
con quien solía ir a visitar al líder aprista con regularidad.
No hay cuenta para referir las intensas jornadas que entre
charlas y polémicas, reunían en su mesa en la terraza, a intelectuales,
políticos, periodistas, artistas y todos sabían cuándo comenzaban las citas.
Nadie, eso sí, podía prever cuándo terminaban.
Han pasado 36 meses de su partida. Solía pescar el teléfono
y llamarle para proponer temas para el debate. O venía Jorge a mi casa o –como
en la mayor parte de veces- iba a la suya a compartir sus vastas exégesis de la
hora presente y de anécdotas que en los cinco continentes había recogido desde
muy mozo.
A sus paisanos de Chimbote que le recuerdan cada 24, a los
amigos que hizo con tanta facilidad. Coco era el tipo de personas con las que
era sumamente complicado molestarse. Sus chispas de humor, picardía culta y
sonrisa de plantígrado con lentes y saco, lo hacían inmune a cualquier clase de
cólera.
Una crónica de esta naturaleza debe rendir homenaje a quien
se ha ido antes que nosotros. Coco Smith Maguiña hizo de su vida un ejercicio
pleno al compás de su vigorosa inteligencia. Las reuniones en su mesa fueron
ágora de ideas, polémicas, mucha risa y en un ambiente familiar fraternal
extraordinario. A la señora Hilda, su querida madre, a Raquel y Carola, sus
hermanas, mi solidaridad y congoja perennes por lo que a pesar de estos 3 años,
no deja de ser inmensa pérdida.
Acaso pueda sí subrayar, como lo harían sus amigos, que tuve
la suerte de conocer y tratar a Coco Smith Maguiña.
Descansa en paz querido Coco.
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