Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
28-12-2023
Burócrata: ¿comechado o patriota?
https://senaldealerta.pe/burocrata-comechado-o-patriota/
Comechado es el
considerado ocioso, flojo, que vive a expensas de los demás, como quien come
echado, sin mayor esfuerzo.
El término se
endereza al burócrata del Estado con y sin uniforme que muchas veces tuerce su
designio laboral, no hace nada, y lo poco en que incurre está mal y representa
un lastre pesadísimo para todos los gobiernos.
Por mal
ejemplo: ¿quién o quiénes son los responsables de elaborar los reglamentos a
muchas leyes que no pueden ser aplicadas por la recriminable orfandad de esas
disposiciones?
El burócrata
perverso, aquél a quien no preocupa perder el tiempo y tampoco hacer las tareas
porque a fin de mes, invariablemente, recibirá su sueldo (las coimas son tema
aparte), constituye otro modo de robo al dinero del contribuyente.
¿Piensan los
colectivos políticos, clubes electorales, maquinarias asaltantes del fisco, en
educar, corregir y castigar al oficinista y funcionario público que requiere de
un entrenamiento muy exigente para que aprenda a ser patriota?
El burócrata
del Estado no se debe a ningún partido o patota. Su única misión, directa o
indirecta, consiste en servir al público usuario con la eficacia de los
trámites, el aligeramiento de gestiones de salud o de títulos, es decir, en
buena cuenta, el cuerpo social peruano debe contar con una burocracia
formidable, honesta e impoluta.
Durante décadas
hay quienes han hecho de las dependencias del Estado reales guaridas en que se
planean asaltos y robos que pasan desapercibidos o que prescriben bajo castigos
de juguete tan solo en términos administrativos. Quien le roba un lápiz o un
camión o un contrato al Estado, es tan ladrón como el que más, descartado el
truco de la “proporcionalidad”.
Estoy oyendo ya,
las no desinteresadas protestas de los abogados. Sus congéneres, los
abogángsteres, han hecho, de modo individual o en pandilla (grandes estudios),
un ejercicio rentable el saqueo del Estado y en eso son demócratas: ¡con todos
los gobiernos!
¿No hemos visto
cómo, a pañuelazo limpio, llamadas de atención inanes y tapaderas ridículas,
los “sancionados” –felices y raudos- “cumplen” sus puniciones y vuelven,
perfeccionadas las estafas y el modus operandi, a continuar sus latrocinios?
El burócrata
puede ser un vulgar comechado o un patriota. Un miserable ladrón del dinero de
los peruanos o alfil de una potente dinámica que satisfaga el requerimiento de
los clientes.
¿Por qué hay
gobiernos, en los últimos 40 años, con sospechas de deshonestidad, robo,
estafa, favorecimientos indebidos y, en casi el 100% de los casos, una absoluta
ausencia de castigos? O se refugian en la prescripción o se meten un tiro
cobardemente y nadie puede reabrir el caso.
¡Toda la
burocracia en veremos! Ningún empleado público debe considerarse indispensable.
Los honestos y limpios no tendrán miedo a un examen exhaustivo o juicio de
residencia, si se va del empleo y sin salida del país durante 24 meses para que
rinda cuentas.
El gran
problema administrativo del Perú es la burocracia. Miles de servidores y
funcionarios que han interpretado mal su rol y creen que le hacen un favor al
país. ¡Y es al contrario, ellos son pagados con los impuestos, ergo, son apenas
comisionados del mandato popular que reclama buen servicio!
Ciertamente los
estafadores profesionales, rateros con muchos años de ejercicio y expertos en
lidiar en los tribunales con jueces y magistrados muy amigos y con los que han
compartido no pocas ganancias, odiarán este planteamiento que impulsa una
radiografía intensa a los funcionarios del Estado.
Leí que cuando
llegó, desde el 3 de octubre de 1968, el gobierno militar de Juan Velasco, se
optó por prescindir masivamente de los empleados más antiguos y se los
reemplazó con otros más jóvenes.
Lo del gobierno
militar admite mucha polémica porque nació de un golpe de Estado y se pretendió
hacer una revolución a la que le faltaba un elemento esencial: pueblo. La
cosmética duró años, no obstante, tuvieron que abrir la puerta a la Asamblea
Constituyente de 1978 y cuya presidencia ganara con más de 1 millón de votos
preferenciales, Víctor Raúl Haya de la Torre (entonces de 83 años).
La revolución
del Perú consiste en el remozamiento de los cuadros dirigentes y la burocracia
es el alma esencial de cualquier gobierno y Estado. Un pésimo equipo –como el
actual en todo el país- producirá resultados catastróficos de dispendio, falta
de honradez, mal servicio, en suma un caos total.
Pero lo
contrario, una burocracia remozada, con funciones 24/7, todos los días,
representa el reordenamiento del país y eso pasa por adiestrar a los más jóvenes
en el espíritu de servicio y la comprensión que ¡sólo así se hace Patria!
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