Informe
Herbert Mujica
Rojas-Señal de Alerta
6-3-2023
¡Perú enfermo, sin pronóstico ni tratamiento!
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“Un país donde las fuerzas policiales y militares emplean
estrategias diseñadas para el enemigo externo, contra sus propios conciudadanos
y mueren 60 personas sin que exista ningún responsable político, es un país
enfermo sin pronóstico ni tratamiento conocido”, sentencia con trémula voz un conocido
profesional.
En Juli-Puno hay heridos. En Miraflores, detenidos, en otras
partes del país, las respuestas policiales han sido de una violencia
desaforada, como si los civiles protestantes fueran enemigos o extraños en una
guerra no declarada pero que tiene ya decenas de muertos a balazos.
Hasta hoy la investigación sobre los caídos no tiene responsables
con nombre y apellido, con mañosa lentitud se posterga esa revelación. ¿Creerán
los de Inteligencia que eso hará olvidar los sucesos trágicos y “todo volverá a
la normalidad”?
Curioso país el nuestro, los intelectuales, estudiosos,
analistas, politólogos, con rarísimas excepciones no comprometidas con
entidades financiadoras de sus aventuras académicas, callan en varios idiomas y
no denuncian la situación de facto que no de derecho, que vive Perú.
¿Quién ajusta las tuercas a estos saltimbanquis que escriben
o dan conferencias por encargo y remuneración del sistema? No pueden –dicen-
chocar con la gallina de los huevos de oro. Rapidísimos para firmar idioteces
en diarios e Internet, ahora no dicen ¡ni chis ni mus!
El sectarismo abyecto, la insolencia limeña de interpretar
al resto del país y el menosprecio por la vida humana, han hecho que aquí no
pocos idiotas de luces exangues y nulo discernimiento, sean llamados analistas,
politólogos y demás “istas”.
Y esos muy bien estimulados y subvencionados cómplices
profesionales son capaces de justificar cualquier matanza, explicar entuertos
al por mayor y, aún así, sentirse bien con sus servicios mercenarios.
No siempre hay dinero de por medio pero sobran entrevistas,
minutos en la televisión, espacio en la prensa concentrada, foros abiertos para
sus tesis y proyectos y ¡por supuesto! fondos para sus payasadas con lenguaje
confuso y escritos en sánscrito que nadie entiende.
La monstruosidad de este marzo recién comenzado entre
refriegas, accionies y reacciones de la civilidad y la policía que cumple
órdenes agresivas e impropias, desnudó la zafiedad de muchos peruanos con el
resto de compatriotas y como los muertos no pueden responder, es menester
–dicen estos miserables- despreciarles, denostarles, llamarles terroristas,
senderistas y celebrar sus fallecimientos a balazos.
Gente exitosa, poseedora de bienes inmuebles, vida cómoda,
sin sobresaltos, se compra el cuento que ve en los medios y la satanización de
los compatriotas que han estado y están en las protestas es menú diario. A mí
me llegó un mensaje macabro de júbilo por los “bien muertos”.
¿Hasta dónde puede llegar la imbecilidad empacada en títulos
universitarios, doctorados, libros, folletos y tesis numerosas cuando no pasan
ni el examen mínimo de respeto por la vida del prójimo?
Las mafias conservadoras en Latinoamérica, y lo demuestran
en Perú desde que comenzó el gobierno de Pedro Castillo, juegan al golpe bajo,
a la mentira hecha verdad al caballazo. No importa que se digan cosas absurdas,
lo que vale es que la gente se coma el cuento. ¡Y sanseacabó!
La prensa concentrada levanta temas distractivos y de poca
profundidad. Y pretende encubrir la violencia cotidiana a cargo de la policía
que cumple órdenes.
Se han visto escenas condenables de agresión a los policías.
Pero ¿no se han preguntado, quién comenzó el desmadre a varazos, balazos,
bombas lacrimógenas, agresión a mujeres inermes y sólo porque protestaban en
las calles?
El señor Otárola puede decir lo que le venga en gana y si
pretende distanciarse de las balas asesinas que mataron a decenas de peruanos,
le resultará difícil cuando no imposible el disfuerzo.
Insistimos, no hay dirección política en las protestas. Se
permite el accionar de los violentistas cuya agenda destructiva es cualquier
cosa, menos lucha por el bien de la Patria. He allí el reto, organizarse y
hacerlo bien porque la marea de las momias conservadoras no conoce de límites
de ninguna especie.
Perú vive a pesar de sus políticos abyectos y mediores, sus
empresarios pusilánimes y aprovechadores, a pesar de sus diseños económicos
entreguistas y carentes hasta de la más mínima pizca de nacionalismo y orgullo
patrio.
Es el caso raro de un país enfermo, sin pronóstico ni
tratamiento conocido. ¿Hasta cuándo? Nadie puede adivinarlo.
¡Pero, quien siembra vientos, cosecha tempestades!
Alea jacta est.
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