Informe
Señal de Alerta
14-10-2022
Embajador Alzamora pide que Cancillería reconozca conspiración
El embajador Carlos Alzamora, de vasto prestigio nacional e
internacional, se dirigió por carta al canciller César Landa y en torno a un
tema sobre el que hemos escrito numerosos informes, ninguno desmentido o
refutado. Leamos.
“Me preocupa mucho que permanezca abierto e irresoluto el
emblemático caso del embajador Fortunato Quesada Seminario, que descansa sobre la
grotesca aberración que constituye el que la Cancillería reconozca que hubo una
conspiración en su contra, que sanciona -levemente- a sus dos autores, Boza y
Rubín, pero que a la víctima de la conspiración se le condene y destruya de por
vida", señala el diplomático Carlos Alzamora.
Además, señala Alzamora: "estoy seguro que esta
heredada, gravísima e irracional injusticia repugna vuestra conciencia de
afamado jurista y ex presidente del Tribunal Constitucional, porque su
prosecución nos hace a todos partes y cómplices de esa conspiración, cuando
está claro y abierto el camino de la Resolución Revocatoria, la reincorporación
del embajador Quesada Seminario al Servicio, la reparación civil y su
nombramiento a la embajada que corresponda".
En apenas dos párrafos seleccionados de su importante
misiva, el embajador Alzamora resume sus puntos de vista claros y categóricos
acerca de la conspiración –así la llama- de que fue objeto el embajador
Fortunato Quesada, que es un tema pendiente, de inequidad palmaria en los
castigos y que la continuación de este enojoso capítulo convierte a todos en el
Ministerio de Relaciones exteriores “en partes y cómplices de esa
conspiración”.
Advierte, además, el embajador Alzamora que está abierto el
camino de la resolución revocatoria.
En los últimos 3 meses hemos informado a nuestro público
lector acerca del complot que usó pruebas ilícitas, vía una componenda manejada
desde las alturas de los titulares de Cancillería y viceCancillería y que ¡ni
siquiera! aguardó el inicio de un proceso administrativo correcto pues condenó
de antemano a Quesada y, por último, terminaron de echarle del Servicio
Diplomático.
Preguntado el embajador Fortunato Quesada acerca de la carta
de su colega Carlos Alzamora, manifestó: “Estoy muy orgulloso que una persona
de las calidades humanas, morales y profesionales como las del diplomático
Carlos Alzamora, tuviera la amabilidad señalada de dirigirse al canciller Landa
y comentarle sus agudos y enérgicos puntos de vista.”
La pita se rompe por el lado más débil. Los señores Boza y
Rubín, cuya participación en el complot fue señalado en el Informe de la propia
Cancillería, les suspendieron por breves meses.
La participación de Néstor Popolizio y Hugo de Zela desde el
principio y con autoridad jerárquica influyente, también fue identificada. ¿Y
qué ocurrió? Un escándalo mediático debidamente coordinado y letal en sus
resultados. Preciso es recordar que el jefe de Misión en Israel, Fortunato
Quesada, fue devuelto a Lima y a la postre, le echaron del Servicio
Diplomático. En castellano simple: ¡le malograron su proyecto de vida!
¿Es Cancillería una isla privada donde puede hacerse,
literalmente, cualquier cosa? Me temo que la respuesta es muy simple: ¡de
ninguna manera!
El actual, y de nuevo, canciller César Landa, tiene la
oportunidad de resolver, con ciencia y decencia, este amargo capítulo
institucional.
No sólo eso. La chance de exhibir una institución pública
capaz de reconocer sus errores y enmendarlos, constituiría una lección epocal
en Torre Tagle. Cuando se mete la pata o se yerra considerablemente, están
previstas las penas o sanciones. Si la caridad comienza por casa, la ocasión de
sorprender a todo el Perú la tiene el canciller Landa a pocos milímetros.
Prolongar esta circunstancia podría derivar en una pérdida
de prestigio y sobre todo en una demostración de soberbia injustificada,
impunidad vergonzosa y estancamiento total de la Cancillería.
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