El discurso oral y escrito: tips y sugerencias
por Wilfredo Pérez
Ruiz *; wperezruiz@hotmail.com
https://senaldealerta.pe/pol%C3%ADtica/el-discurso-oral-y-escrito-tips-y-sugerencias
23-4-2021
Cuando enfrentamos
el dilema de exponer en público debemos determinar entre dos opciones: la
disertación hablada o redactada. Uno y otro tienen sus características y,
además, matices positivos y negativos. Al elegir la que protagonizaremos
recomiendo tantear la más oportuna para el tópico, el acontecimiento, el
contexto y el público.
El discurso es un
género considerado como una herramienta del proceso de socialización encaminada
a entretener, seducir, impresionar y/o conmover a través de ideas, preceptos y
sentimientos. De allí la necesidad de definir con claridad el impacto que
anhelamos generar. En tal virtud, son factores claves en su éxito saber el
tema, precisar el objetivo, elaborar un esquema, ensayar y conocer a la
audiencia.
El discurso oral añade a la riqueza del
contenido los atributos verbales y gestuales del conferencista. Es importante
la preparación intelectual y comprometernos emocionalmente para lograr
persuadir a los concurrentes. Si hablamos desprovistos de solidez, sólo
estaremos transfiriendo información; lo que disminuirá la calidad de la prédica
y su ascendencia. Sugiero utilizar la mente, el corazón y el cuerpo para
asegurar irradiar entusiasmo e identificación. Recuerde: para convencer, se
debe estar convencido.
Este tiene los
siguientes e interesantes pormenores: hace uso de la materia fónica al
transmitirse por el canal auditivo; es propicio para propagar la interacción
social; suele estar menos sujeto a reglas y, por lo tanto, su estructura es
sencilla (dependiendo de la extensión); coexisten aspectos paralingüísticos
(intensidad, timbre, ritmo); facilita mayor naturalidad y la introducción de
elementos imprevistos en el esbozo original.
El secreto para una
excelsa alocución consiste en practicar con constancia, disciplina y aprovechar
cada oportunidad a su alcance para compartir, dialogar, dar sus puntos de
vista, reflexionar, formular proposiciones, etc. Todo ello fortalecerá su
autoestima y destreza interpersonal. Es terminante comprender su aporte en el
afianzamiento de la memoria y la formación de esquemas mentales.
Por su parte, el discurso escrito es producido con la
debida prolijidad lingüística y anticipación; reprime la espontaneidad; es un
código, no se aprende de forma instintiva; planifica con exactitud su duración
y la reacción que se pretende concebir; se origina en un diseño y suele estar
más elaborado; reúne criterios más rígidos; lo único válido es lo apuntado y
emplea con restricción el lenguaje somático. Tenga en cuenta que puede crear
una subjetiva primera impresión de desconocimiento, precariedad, carencia de
destreza para sustentar la cuestión asignada y que su intervención será
prolongada y fatigosa; la esfera comunicacional es más reducida y la gente
sospechará que otro lo escribió. ¡Recuerde!
Este es beneficioso
en eventos en los que debe entregarse a los participantes su texto por
disposición de los organizadores. Ofrece la virtud de no dejarse llevar por la
euforia y el estado anímico. Se concibe con antelación cada vocablo que, a su
vez, obedece a un proceso minucioso de planeamiento y revisión. Someta al
juicio crítico de otros su texto en el afán de prever su connotación.
Un par de
requisitos que incontables veces se omite: es imperativa su lectura impecable,
inmejorable pronunciación y respeto a la construcción gramatical. Observo
discursos deslucidos como resultado de su deficiente lectura. Puede acaecer lo
contrario: uno sencillo adquiere realce al pronunciarse con prestancia. Estamos
frente a un continuo descuido que, incluso, pasa inadvertido en quienes
pretenden utilizarlo para sortear el apremio.
Eludo recomendar su
uso y discrepo con quienes argumentan “carecer de capacidades como expositor”
-como escucho con frecuencia- para apelar a éste. Si es posible, evite leer y
elija el discurso oral: viabiliza que su cuerpo acompañe el
ritmo de sus mensajes, impresiones y manifestaciones sensitivas. Su aplicación
promueve el desarrollo de la personalidad, de las inteligencias múltiples y,
por cierto, proyecta una innegable y sobresaliente imagen individual. Hablar lo
entrenará para impulsar su locuacidad, dimensión expositiva e influencia
colectiva.
Ambos poseen
coincidencias: demandan la absoluta obligación de exhibir un boceto,
propuestas, etc.; es importante incorporar una conclusión o las ideas centrales
que se dejarán en la audiencia; demostrar solvencia, seguridad y aplomo; la
cultura general contribuirá a alcanzar una intervención singular que incluya el
sobrio arte de la retórica. Un asunto escasamente contemplado: mirar a los
asistentes y exteriorizar plena adhesión con lo emitido por el tono de voz.
Jamás descuide la
trascendencia de su expresión anatómica. Aconsejo aprovechar este magnífico
mecanismo de comunicación que, al mismo tiempo, debe guardar coherencia con sus
palabras, a fin de consolidar y ratificar lo revelado. El discurso libera,
integra, socializa y recrea la grandeza creadora del hombre. Brinda la
maravillosa oportunidad de ejercitar la palabra como medio activo, intenso e
insustituible en la relación humana y en la expansión del pensamiento. Por
último, recapacitemos acerca de la profundidad y vigencia de la frase del
filósofo e historiador escocés Thomas Carlyle: “Los discursos que no conducen a
alguna manera de acción más vale no pronunciarlos”.
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(*) Docente, consultor en
organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/
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