Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
25-4-2021
Bandera a media asta: partió Coco Smith Maguiña
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Quienes conocieran –y la legión es numerosísima, aquí y en
todas partes- a Jorge Smith Maguiña sabían de su humor socarrón, sabiduría
inmensa y voz persuasiva para exponer sus puntos de vista. El admirado intelectual,
lector impenitente, psicólogo buido, consejero y partícipe de todas las
avanzadas culturales que pudo impulsar, partió ayer 24.
Nuestra bandera está a media asta.
Conversábamos con frecuencia intensa. Sabía escuchar y
replicar con ciencia y con humor, apoyándose en los ejemplos que recordaba de
su peripecia mundial en los cinco continentes. No era expediente sencillo
discutir con él. Políglota eximio, dominaba el inglés, el alemán, barruntos de
chino, italiano y leía en esos idiomas. Profesor universitario, era también
amigo de sus pupilos y siempre llevaba consigo libros y más libros.
Desde hace largos años Coco estimaba que Señal de Alerta debía ser el lugar para
dar a conocer sus artículos extensos, sesudos, entretenidos, preñados de tal cantidad
de conocimientos que había que leerlos dos o tres veces para asimilar ese
margesí enorme de novedades. Permitió y nunca me objetó, que editara y dotara
de mejor forma periodística sus párrafos luengos. Un artículo “corto” para Coco
era un texto de 15 páginas ¡mínimo!
Jorge Smith protagonizó el caso extraño de un intelectual
potente y que Perú no aprovechó como docente, persona o creador de iniciativas
culturales, humanas, artísticas y de toda índole.
De humor pícaro y travieso matizaba charlas y discusiones
con salidas que quitaban presión a las polémicas pero que hacían reír a mares. Cito
una de ellas: “Bájame el sueldo pero NO me
grites”.
Los campos de opinión en que arremetió Coco con sus artículos
son variados. Ha poco escribió bellas páginas sobre el libro último de Barack Obama
Promised Land y lo hizo con la destreza propia de quien conoce y sabe hacer de
exégeta agudo del conflictivo mundo estadounidense. Pero también redactó textos
sobre arte, artistas plásticos, cantantes, arquitectura, ciencia y cuanto
suscitaba su curiosidad insaciable.
A propósito de una modesta entrega mía sobre el tango Cambalache
y su cuasi predicción sobre el Perú contemporáneo, Coco tuvo la generosidad de
felicitarme pero, fiel a su estilo, anunció que él escribiría sobre Piazolla y Borges.
El brillante envión puede leerse en ediciones pasadas.
Coco Smith contó cómo conoció la palabra resiliencia y a quién
se la escuchó pronunciar por vez primera en nuestros lares: a Haya de la Torre
con cuyo sobrino, Raúl Arístides, estudió en la Universidad Católica y con
quien solía ir a visitar al líder aprista con regularidad.
Una crónica de esta naturaleza debe rendir homenaje a quien
se ha ido antes que nosotros. Coco Smith Maguiña hizo de su vida un ejercicio
pleno al compás de su vigorosa inteligencia. Las reuniones en su mesa fueron ágora
de ideas, polémicas, mucha risa y en un ambiente familiar fraternal
extraordinario. A la señora Hilda, su querida madre, a Raquel y Carola, sus
hermanas, mi solidaridad y congoja por tan inmensa pérdida.
Acaso pueda sí subrayar, como lo harían sus amigos, que tuve
la suerte de conocer y tratar a Coco Smith Maguiña.
Descansa en paz querido Coco.
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